El paseo nocturno

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Alguien golpeaba de forma insistente la puerta de los hermanos en mitad de la noche. Álex hizo caso omiso y se dio la vuelta, para seguir durmiendo. Jale suspiró molesto y se levantó para abrirla.

- Elián, es tarde ¿Qué quieres? - Preguntó frotándose los ojos, el castaño en cuanto lo vio, lo abrazó llorando.

- Jale, pensaba que iban a venir a por ti. - Elián agarraba con fuerza la camiseta del rubio provocando que esta se arrugara.

- ¿A por mí? ¿Qué ha pasado? - Se sentó en su cama cuando pudo zafarse de su agarre, y dando pequeños golpecitos le indicó a su amigo que le acompañara.

- Verás, cuando no puedo dormir suelo pasear por el recinto. - Comenzó explicando a la vez que zarandeaba enérgicamente las manos. - Bueno pues he visto al profesor y estaba reunido con gente chunga. - Abrazó sus piernas para después balancearse nervioso, él siempre había ignorado el lado siniestro de aquel hombre ya que le gustaba ver el lado bueno de las personas hasta que se enteró de su plan.

- Espera ¿Qué profesor? - Sus ojos azules intentaban descifrar que era lo que estaba pasando. - ¿Facilier? - El cuerpo del castaño se paralizó deteniendo cualquier índice de nerviosismo, Jale supo que había dado en el clavo. - ¿Cómo sabes que eran peligrosos? - La curiosidad del rubio lo estaba consumiendo cada segundo que pasaba.

- Los he escuchado hablar. - Elián se había escondido detrás de una de las paredes del edificio central, al no resultar un peligro, nadie había percibido su aura. - Bueno han dicho que eres la pieza clave de su revolución, necesitan a alguien que dirija las tropas. - La expresión del rubio cambió por completo, a lo largo de su de su vida le habían propuesto numerosas ofertas que él había rechazado, pero sin duda esta superaba a todas las demás.

- Van a venir a por mí. - Dijo mientras agarraba sus cabellos rubios con las manos.

- Se lo impediremos. - Elián colocó su mano en el hombro de Jale, intentando consolarlo, más fue en vano. El rubio sabía perfectamente que tarde o temprano vendrían a por él, y quién sabe qué haría ese hombre si se negaba.

- Vosotros no vais a hacer nada, es a mí a quien quieren. - Los ojos del moreno volvieron a humedecerse.

- Te acompañaré te guste o no. - Se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta y lo miro desafiante. El rubio estaba sorprendido ante los cambios de humor tan rápidos de su amigo, pero a juzgar por su mirada sería imposible convencerlo de lo contrario así que asintió frustrado.

- Debo irme. - Se puso en pie y comenzó a desvestirse delante de Elián, el cual sonrojado se intentó tapar como pudo los ojos con las manos.

- Jale, ¿a dónde vas? - Con cuidado dejó de cubrir su cara cuando se aseguró de que el rubio estaba vestido.

- Fuera, voy a estudiar. -El moreno lo miró extrañado, era tarde y no había exámenes cercanos. Definitivamente estaba loco.

- Pero... - Iba a impedírselo, pero al ver a Jale comprendió que nada de lo que dijera o hiciera lo detendría. Era tan cabezón como él, si no más. - Está bien, si me necesitas dímelo. - Fue lo último que dijo, estaba cansado así que con un bostezo se dirigió a su habitación para acostarse. El rubio metió su tomo sobre poderes mágicos en su mochila y cerrando la puerta con cuidado, se fue. Buscó un sitio bastante espacioso y donde también pudiera sentarse, cuando lo encontró depositó sus cosas en uno de los escalones de las gradas.

- Página 65, armas de elemento... - La página mostraba distintas armas que podían ser creadas con hielo, siguiendo las instrucciones colocó una mano simulando que sostenía algo y pasando la otra por el aire formó una gran espada. - Dios, es más pesada de lo que creía. - Casi no podía sostenerla, así que la dejó en el césped, seguramente Álex la habría empuñado mejor.

Academia de Héroes: Descongelando La Rebelión [Editando y terminando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora