La vida puede darnos golpes, a veces fuertes, a veces superables y a veces desagradables. Pero a mí, la vida me ha dado un golpe inolvidable. Mi nombre es Arantza y cuando decidí ir a despertar a mi hermana menor de 5 años el 1 de noviembre del 2018 , la encontré pálida y fría. Sin vida.
Aquel día, al encontrar a Dina con las muñecas amoratadas y el cuello rasposo, acostada en su pequeña litera, decidí exclamar por auxilio. Mi madre y mi padrastro vinieron en seguida, ella botó un grito ahogado al visualizar a su niña sin signos de vida, él la abrazaba y lloraba en silencio.
Mi madre llamó a la policía en seguida, dos oficiales vinieron a nuestra casa para abrir el caso de Dina y buscar a la persona que la asesinó. Según ellos, Dina falleció asfixiada alrededor de las 6:15 de la mañana, pobre niña.Ninguno de los tres sabíamos quién podría ser el asesino, puesto a que Dina era una niña muy alegre, simpática, sonriente, inocente y amigable. Sin embargo, no era usual que ella comentase situaciones personales o tristes a mamá o a papá, simplemente le gustaba jugar y evitaba responder preguntas como "¿Qué tal tu dia?" con una sonrisa y un juguete en la mano. Empezó a adoptar aquel comportamiento desde los 4 años y para los tres no era usual ni cómodo que se comportase de aquella manera.
Durante todo noviembre y diciembre la policía decidió buscar al asesino de mi hermana menor. Decidieron investigarnos a mi familia y a mí, pero era imposible que alguno de los tres haya asesinado de una manera grotesca a Dina, la amábamos tanto. Mi madre era cariñosa y admiraba que ella sea tan feliz y extrovertida; mi padrastro, jugaba con ella todos los días y la peinaba cada vez que ella le decía para ir a comprar helado.
Empezaron a interrogar algunos vecinos que vivían alrededor de nosotros, un hombre de 56 años que vivía a dos casas de nosotros fue nominado como sospechoso, ya que poseía herramientas peculiares en su sótano. Lamentablemente, no había prueba o pista alguna que coincidiera con él.
Pasaron 7 meses desde el asesinato de mi hermanita menor, recordé su velorio de una manera deprimente e irreal. Recuerdo a mi madre con los ojos hinchados de tanto llorar, a mi abuela totalmente triste y a padrastro dando un discurso acerca de qué tan buena niña era ella. Los oficiales ya estaban dejando el caso en el olvido, pero no iba a dejar que las cosas queden así.
Comencé a investigar por mi cuenta, determiné en investigar primero en el cuarto de Dina.
El cuarto de Dina poseía un montón de lazos rosas en las paredes, una enorme caja de juguetes, una alfombra de terciopelo rosa y una pequeña alcoba con vista al patio. Busqué por toda la habitación alguna pista, algo peculiar para saber algo del porqué y quién fue el ejecutor del fraticidio de Dina. Nada, no encontré nada.Estuve un mes buscando alguna pista o solución , pero como antes, no encontre nada. Investigué por toda la casa, el lugar en donde la encontré sin vida, su escuela y el parque donde solía ir con mi padrastro. Nada, no había nada.
¡Arantza!- exclamó Dina un día que decidí recogerla de la escuela, mi preciada Dina.
Hola Didi- dije- ¿Cómo te fue el día de hoy?
La menor de tez clara refunfuñó. Como antes he comentado, a mi hermanita le incomodaba la idea de exclamar acerca de cómo se siente, prefería guardar silencio y divertirse. Sin embargo, existían pocas oportunidades en las cuales decidía abrirse conmigo.
Bien, me divertí jugando con mis amigas - exclamó de manera forzada. - quiero helado, ¿podemos ir?- preguntó esbozando una sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo podía negarme ante aquel angelito?
Por supuesto, pero-
¿Pero qué?- refunfuñó.
¡Primero debes ganarme!- empecé a correr hasta la heladería, ella me seguía con una enorme sonrisa y una mirada competitiva, como extraño a mi Dina. ¿Por qué me la arrebataron?Lloraba frustradamente preguntándome lo mismo, esperaba ansiosamente una respuesta. Clavaba mis uñas en mi cabeza y mordía mi labio repetitivamente, cada día renegaba por no obtener respuesta acerca de qué sucedió aquella mañana y quien fue el autor de aquel nefasto y devastador crimen.
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Golpes y Silencios
Short StoryLa vida puede darnos golpes, a veces fuertes, a veces superables y a veces desagradables. Pero a mí, la vida me ha dado un golpe inolvidable. Mi nombre es Arantza y cuando decidí ir a despertar a mi hermana menor de 5 años el 1 de noviembre del 2018...