El Chico del Tren.

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La nueva mañana en esta diferente ciudad me hace sentir extraño. ¿Qué se supone que hago despierto a tales horas de la mañana? Aún faltan cinco horas para entrar al trabajo, y no es como que me emocione demasiado ir a mi nueva oficina, sus pisos deteriorados y los malos olores que desprenden me tienen nauseabundo desde ayer.

El tren de las nueve de la mañana está repleto de personas extrañas y de malos hábitos y olores. Mi camisa amarilla marca el sudor que desprenden mis axilas por el calor que hace. He cogido un buen asiento, puedo ver todo lo que sucede desde la ventanilla de mi derecha. El señor a mi lado saca un cigarrillo, y sin pudor alguno ha comenzado a fumarlo. El olor comienza a marearme, decido poner atención al periódico de la persona frente a mí, pues el encabezado queda a mis ojos. Muchos desaparecidos en esta ciudad, al parecer. Pero a nadie parece inmutarle, como si fuese lo más normal del mundo.

El tren hace su primera parada en la calle Hope, puedo ver los parques vacíos y algunas personas caminando. El señor de mi lado baja del vagón aun con su cigarrillo en mano, dejándome con el olor a nicotina desprendiendo de mi ropa y cabello.

El tren zarpa nuevamente. He de bajarme en dos paradas más, y no voy a mal hora del trabajo, tal parece que éste será mi tren desde hoy en adelante.

El vagón queda vacío cuando yo bajó de su interior. Camino las mismas calles que el día de ayer para llegar a mi oficina.

Dos días trabajando en este lugar y ya me han echado por oler a cigarrillo mañanero. ¡Este día no puede estar mejor!

Camino a una cafetería cercana, agradeciendo haber guardado dinero de emergencia el día en que me mude, me siento en un banco cerca de la barra, y desabotono unos cuantos botones de mi camisa sin hacerlo ver tan vulgar.

Un agradable y guapo mesero se acerca a tomar mi pedido observando mi escote, lo fulmino con la mirada antes de que su voz me pregunte cuál es mi orden.

Pido un desayuno ligero para no sentirme pesado. Comienzo a leer un pequeño reportaje en mi celular acerca de un joven que ha desaparecido. La residencia de la persona es justo de la casa de enfrente de donde vivo. Mi piel tiembla, no llevo siquiera una semana en ese lugar. Suspiro mientras veo como el mesero vuelve a mi mesa con mi café en mano sin dejar de observarme. Le muestro mi mejor mueca cuando queda frente a mi y deposita mi café en la barra.

Doy pequeños sorbos a mi café mientras vago entre noticias y reportajes en mi celular. Relamo mis labios al ver una llamada entrante de mi madre en el celular; limpio los restos de saliva con mi manga mientras me recompongo en el banquillo en el que estoy sentado.

—¡Mamá! ­—Digo con falsa sorpresa.

—Jimin, hijo, ¿cómo has estado? ¿Todo va bien por allá? —Dice entusiasmada gritándole al micrófono se su celular, dejándome un poco aturdido.

—Claro, mamá, todo bien. —Sobo discretamente mi oreja.

—¿Qué tal la nueva casa? —Pregunta ella interesada en mantener la conversación.

—Una pocilga, mamá. Las paredes se están cayendo y las tuberías están mal. Tengo que llamar a alguien a que las vea y las repare. —Digo cansado, casi llorando.

—Hazlo pronto, quiero ver cómo vive mi pequeño. Y ¿cómo va el nuevo trabajo?

—Oh, mamá tengo que colgar te llamo luego, mi jefe es muy estricto.

Cuelgo mientras tomo mi cabeza con frustración. No quiero que mi madre se entere que me han despedido al segundo día por algo tan insignificante, es decir, "eso" no fue mi culpa. Levanto mi cabeza después de unos largos segundos para ver que, nuevamente, el mesero me está viendo con una gran sonrisa. Le hago una mueca de disgusto mientras me levanto del banquillo y camino a la salida.

𝓜𝓞𝓥𝓘𝓔 𝓕𝓘𝓒𝓢 𝓙𝓘𝓚𝓞𝓞𝓚𝓜𝓘𝓝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora