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Se esconde el sol, tras un largo crepúsculo, haciendo saber que la luna en poco tiempo sería dueña en el cielo con el lienzo azul oscuro y profundo acompañándola.

Un pálido chico soltaba un suspiro que gritaba cansancio, su cabellera clara era movida al compás de la suave ventisca del otoño la cual tenía la osadía de entrar por la ventana, su nariz pintada de un lindo color rojizo, anunciando la llegada de un pequeño resfriado que, probablemente, le torture por unas cuantas semanas.

Al notar quién había entrado a la gran biblioteca, sus mejillas eran cubiertas por el gélido sudor que se agrandaba más en cada paso que daba el joven, mientras que su órgano vital latía con aquella desesperación tan inusual.

— Deja de mirarlo, Jihoon —. Pidió, ó prácticamente ordenó el encargado de la caja registradora, con su semblante fuerte, pero sus ojos expresando toda la dulzura que podía existir en el multiverso.

— No lo estaba mirando —. Atacó con astucia, mientras que su expresión se transforma rápidamente en una enojada, al igual que un ceño fruncido aparecía en su rostro.

— ¿Entonces por qué tus ojos brillan y tus mejillas está nuevamente rojas? — Decía con su típico tono burlesco, con delicadeza, su largo y refinado dedo se dirigió a los pequeños mofletes del más bajo, insinuando lo antes dicho.

—Cállate, Woo—. Le ordenó, rodando sus ojos, cansado, odiaba ser descubierto, y que su amigo tuviera razón.

—Vamos, Jihoon, llevas mucho tiempo mirándolo, específicamente un año, acércate y háblale—. Sugirió con una sonrisa, acariciando la pequeña espalda de su amigo en un intento de animarle, pues su ceño se había fruncido aún más, dejando notar su molestia.

—¡No es fácil! me gusta mirarlo de lejos, pero no puedo hablarle, simplemente, me da miedo, es que... míralo—. sus ojos se dirigieron astutos a cada acción o reacción que poseía el recién llegado cliente a la librería, sus ojos volvieron a brillar con devoción, y amor, denotando sus profundos sentires hacia el más alto.

El observado chico, acomodaba su pelinegro cabello un poco desordenado por la brisa que había, sus acciones delicadas pero rústicas a la vez, sus dedos largos y esbeltos maniobraban muy bien aquella acción, hasta en los mínimos detalles eran simplemente fascinante para aquel acosador secreto que no sabía que existía. Lee Jihoon estaba a sus pies.

Posteriormente, pasó a tomar su café, específicamente Starbucks, y lo que dejó más fascinado a aquel menor fue como ingirió aquel liquido.

—¿Ves? si observas con delicadeza, toma la taza y posteriormente aspira su aroma, efluvios de cafeína recién hecha, un olor tan delicioso para él que hizo que sus labios formen una sonrisa sin necesidad de mostrar la perfecta dentadura que posee, lleva la porcelana a sus labios, suspira para después beber con delicadeza, haciendo que en cada trago pueda apreciar un poco más el sabor. ¿¡ves!? ¡Es perfecto hasta tomando café!— Chilló tal cual fan enloquecido al ver a su ídolo favorito sonreír, siendo callado por su amigo, quién lo miró, negando su cabeza repetidas veces, sin dejar la ternura que transmitían sus ojos al observar a su mejor amigo en aquel estado de enamoramiento.

—Bah, vamos, háblale, él no te va a hacer na—. Su habla fue interrumpida por aquel famoso chico que tanto le gustaba a su mejor amigo, sus ojos rasgados miraron al anterior nombrado con rápidez, analizando su anatomía, para luego voltear la mirada hacía al más alto, de nombre Wonwoo.

ange parfait © soonhoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora