BICHIYAL

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Ella está casi, casi soltera
Un corillo de bandoleras
Quieren perreo la noche entera
Sin cojones le tiene si se enteran
Porque está casi, casi soltera
Un corillo de bandoleras
Quieren perreo la noche entera
Sin cojones le tiene si se enteran, yeh

La letra de la canción atornillaba en la cabeza de Min YoonGi, quien no sabía con exactitud en qué idioma estaba pero nada más con oír el ritmo se convencía de que era el fondo perfecto para esa ocasión.

Un gemido bajo volvió a brotar de su garganta a la vez que, más abajo, un joven de cabellos castaños succionaba su pene con vehemencia, ahuecando sus mejillas en un esfuerzo por tener más del sabor de aquel miembro erecto y de glande rosáceo.

YoonGi estaba llevado por los efectos del alcohol. Apenas recordaba haber llegado al bar luego de un día de producción musical, para después dejarse maniatar por el escozor de las bebidas embriagantes bajando por su garganta. Pero aún refiriéndose a embriagante, no pudo evitar poner su atención en la mirada y expresión seductora del que ahora le brindaba una de las mejores felaciones de su vida, quien desde un extremo del lugar le dedicó una serie de señales implícitas con su rostro, como si le invitara a perderse con él.

No tuvo que analizar mucho la situación para tener certeza de cómo acabaría su noche, así que una vez aquel joven de piel trigueña le tendió la mano no dudó en acogerla entre la suya, atrayendo con dureza el delgado cuerpo ajeno.

En ese entonces, el contrario se limitó a sonreír para después darle la espalda y apegar esta contra el pecho de Gi.

Empezó a sonar una canción occidental con ritmos entre lo afro y un beat latino; sin embargo, las líricas se oían en francés. Al final a YoonGi no le importó mucho el origen de la melodía; no cuando su repentino acompañante comenzó a bambolear sus caderas al compás, a veces refregándose con mayor ímpetu y otras con parsimonia, subiendo y bajando su trasero de forma suave; acto en el que frotaba la erección de un ya emocionado Min.

—De verdad que me fascina esta canción— comentó el danzante, sorprendiendo a YoonGi pues en el poco tiempo que llevaban en compañía no había escuchado su voz.

—Y a mí me fascina la manera en la que te mueves— complementó el pálido. No era algo que él comúnmente diría a la ligera, pero estaba siendo dominado por el alcohol y su lengua se aflojaba con ello.

El otro hombre se volteó y pasó sus brazos por los hombros ajenos, en el proceso acercando su rostro y dejándolo a unos mínimos centímetros de distancia. Acto seguido, sacó su lengua y delineó los delgados labios del más bajo, arrancándole un suspiro y tornando su vista borrosa.

—Oye, guapo. Quiero que vayamos a otro lado.

YoonGi maldijo por lo bajo. Esa voz. Esa jodida voz era lo más hermoso que jamás había podido escuchar. No era grave pero mantenía un tinte masculino y, en el mismo sentido, agradable.

—Tú solo dime y yo te sigo— señaló el pálido, aguardando luego por las instrucciones que le daría el joven, quien en medio del espectáculo de luces y los aromas del desenfreno volvió a mostrar una sonrisa.

—Síguem...— intentó decir el trigueño; no obstante, en el espacio se evocó una nueva canción que le llenó de entusiasmo—. Primero bailemos esta canción y luego me sigues.

YoonGi no tuvo tiempo para emitir palabra alguna. En menos de un segundo volvió a tener el firme trasero del contrario contra su pelvis, solo que esta vez se movía más enérgico y con mayor efusividad, en ocasiones haciendo que sus cuerpos impactaran una y otra vez. Como si tuviesen sexo con aún la ropa puesta.

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