¡Feliz cumpleaños Sarada!

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Sasuke contemplaba la superficie del lago con una expresión inescrutable.

Sarada observaba a su padre, esperando a que volviera al presente.

—Papá.

Sarada tiró de su manga. Sasuke volteó a verla como si hubiera olvidado que ella estaba ahí.

—Papá, ¿para qué me trajiste aquí?

Sasuke volvió a mirar al lago. Sarada se enojó, pensando que su padre la iba a seguir ignorando.

—Sarada, quiero enseñarte algo. —Sin apartar la mirada, Sasuke puso una mano en su hombro y la atrajo hacía él. Sarada intentó ver lo que su padre veía, pero lo único que podía observar era la tranquila superficie del lago y las hojas de los árboles meciendose con el viento.

Sasuke soltó un largo suspiro y se alejó de su hija, caminando hacia la orilla del muelle. Alzó una mano a la altura de su rostro y extendió la otra hacia atrás. Sarada captó la seña y se alejó un poco.

—¡Katōn: Gōkakyū no Jutsu!

La bola de fuego resultante se extendió por toda la inmensidad del lago, quemando la punta de las hojas de los árboles más cercanos a la orilla y evaporando el agua de la superficie. Los pájaros a los alrededores salieron volando, la temperatura comenzó a aumentar. Sarada sintió el calor abrazador e incluso tuvo el instinto de levantar los brazos para protegerse, aún sabiendo que se encontraba lejos de la llama. Se abrazó a si misma para contenerse, sintiendo como el desplazamiento del aire causado por el jutsu movía su cabello y gotas de sudor se comenzaban a formar en su rostro.

Al cabo de unos segundos, la intensidad del fuego comenzó a disminuir, hasta que finalmente se consumió por completo. El agua del lago, que estaba apunto de hervir, volvió a su estado de antes.

No era la primera vez que Sarada presenciaba ese jutsu, había visto a su padre utilizarlo en combate un par de veces, pero jamás con tanta intensidad ni por tanto tiempo. Aquella bola de fuego había sido... hermosa. Nunca había visto algo semejante.

Todavía tenía los pelos de punta cuando Sasuke se giró hacia ella.

—Ya conocías el jutsu, ¿no? ¿Te sabes los sellos?

Sarada asintió.

—Demuestrámelo.

Sus miradas se cruzaron. De pronto, Sarada sintió la boca seca. Manteniendo el contacto visual, realizó los sellos en secuencia. Serpiente, cordero, mono, jabalí, caballo, tigre. Al terminar, se sorprendió al sentir la acumulación de chakra en la garganta. De forma subconsciente, había moldeado el chakra para realizar el jutsu que acababa de ver, casi por instinto.

Por primera vez desde que habían pisado el muelle, Sasuke sonrió. Era casi imperceptible, más bien una mueca ladina, pero Sarada lo notó, con un calor en su pecho que nada tenía que ver con el fuego.

—No tenías que detenerte. Quiero verte hacerlo.

Sin intercambiar palabra, cambiaron de posición. Sarada tomó aire, respirando profundo. Realizó los sellos de nuevo, más rápido esta vez, moldeando chakra de forma consciente y repitió las palabras de su padre.

—¡Katōn: Gōkakyū no Jutsu!

Sintió el momento exacto cuando su chakra se transformó en fuego y se sorprendió a si misma cuando lo liberó, una hilera de fuego que por poco llegaba a un metro de distancia. Cuando terminó, la boca le supo a cenizas.

—¡Lo hice! —exclamó Sarada emocionada, sintiéndose irreal.

Volteó a ver a su padre con una expresión esperanzada y se lo encontró más cerca de lo que esperaba, esbozando una sonrisa verdadera. Se sorprendió al notar que su Sharingan se encontraba activo.

Kāton (Sarada, SasuNaru) (one-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora