Otra esposa más...

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La chica sonreía como nunca y al llegar al lujoso castillos observó todo maravillada, el vampiro la bajo al suelo y le dio una vuelta para contemplarla al completo.

–Querida ve a probarte el traje de novia, por si hay que arreglarlo–Sonrie mostrando sus filosos dientes algo que asusto a la chica la cual sonrió y junto a las criadas fue a probarlo.

La chica parecía una verdadera muñeca, era preciosa y su vestido quedaba perfectamente ajustado a sus cuerdas haciéndola lucir preciosa.

–Señorita se ve usted hermosa–Dijo una criada.

–Lo se, y me encanta–Dijo con seguridad algo que no les agrado a las criadas, una de ellas fue al amo y se lo comento, en una pizarra tenía su nombre escrito y puso una corta línea.

–Un falló...al tercero...fuera–El vampiro sonríe y se relame sería la onceava mujer que se comería y estaba deseando de incar le el diente ya que se suponía que su sangre era de primera.

Paso el día y la boda llegó, la chica se veía preciosa y tenía muchas semejanzas con las otras mujeres por lo que le llamaba la atención, la ceremonia pasó y justo en el momento del beso algo llamo la atención de la chica.

–Puedes morder a la novia–Dijo el cura el vampiro sonrió ampliamente y se aproximó al cuello de la chica, ella estaba aterrada, intentó escapar, gran error porque las puertas se cerraron y ella llorando y suplicando dijo:

–Porfavor, ayuda, déjenme salir–Pero entonces una mano fría se puso sobre su boca.

–Nadie puede oírte, y las únicas que pueden...le demostraste lo podrido que estaba tu corazón.
El chico comenzó a subcionar la sangre escuchando los hermosos gritos de la chica y cuando finalmente dejó de gritar y se quedó sin gota de sangre se la entrego a las criadas.

–No ha durado ni una semana–Rie secamente mientras se limpia la boca.

–Y esa sangre no es de primera, estaba asquerosa, hacérselo saber.
Las criadas asintieron y se llevaron a la chica para prepararla y ponerla junto a las demás.

El proceso comenzó sacando sus órganos derritiendo los para no dejar marca y después era barnizada en una pose, se la ponía en una base y se ponía en el lugar indicado, sería otra dama más sin vida allí expuesta como si fuese una mísera figura.

Las criadas fueron al convento a darle la noticia y a decirle lo que su amo pensaba de la sangre de la chica.

Ese mismo día una mujer dejó una niña en la puerta, las monjas no supieron que estaba hay hasta que un forastero se lo dijo, la niña no lloraba solo miraba todo, era muy pequeña, tal vez tendría meses.

Poco a poco fue creciendo y a cada visita que hacía el vampiro más se decepcionada pero por simple instinto se llevaba a una chica para deborar la, las monjas se estaban quedando sin chicas y ya no sabían que hacer.

El vampiro y las doce esposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora