CAPÍTULO 13

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Ella lo percibió.

Le observaban.

Se sintió insegura, perdida y cada vez más desconcertada. Su cabeza dolía entre punzadas latentes y su respiración era desesperada y un poco desganada, se sentía falta de oxígeno.

No veía a nadie cerca suyo.

La peli-cobrizo se había ido.

Estaba desorientada.

Tomó su cabeza y se levantó un poco del suelo.

-Veo que no hizo falta aplicar demasiada fuerza, eres tan tonta que siempre acudes a mí -siseó una voz que al instante reconoció, la misma voz que le perseguía con recelo-, quizás por hacer el papel de valiente o simplemente por estupidez...

-Ya lárgate... -sonó como un susurro, sentía que sus energías se alejaban cada vez más rápido de su cuerpo, como si le arrebataran el aliento y la fuerza en si se redujera a nada-. Maldición, ya estoy harta de ti... no sé qué haces...

-Solo haz silencio, pequeña ingenua -repuso la voz gruesa, pero femenina, mansa y divertida-, mientras obedezcas, todo funcionará como debe, no lo olvides.

La rubia sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Su mentón se elevó y una mueca se cruzó por su rostro al sentir un extraño, pero perceptible tacto tocando su cuerpo, obligándole a moverse, a levantarse. Levitaba, a unos centímetros del suelo, no lo controlaba, no podía evitarlo siquiera.

-Ya basta,... por favor... no puedo más -soltó dejando escapar aquellas palabras entre jadeos, se sentía como haber estado corriendo durante horas-, suéltame...

Hablaba sola, no había respuesta.

Su cuerpo en el aire recorría un extenso y ancho pasillo, el cual no conocía o siquiera había visto antes en su vida.

Tampoco sabía a dónde se dirigía.

Pero algo le decía.

En lo más profundo.

Que no era bueno.

Y que hiciera lo que hiciera, no iba a salir sola de ello, necesitaba ayuda, aún más en ese estado de sumisión o trance en el que se encontraba. Quería pedir un auxilio, pero sabía que de ese modo sería peor.

Se sentía vulnerable.

Demasiado débil para luchar.

Las cosas podían tornarse más obscuras con el paso de los segundos, lo sabía, y estaba segura de que inevitablemente pasaría, hiciera lo que hiciera.

De todos los modos y en cualquier escenario, se veía en peligro.

Quería tener el control.

-¿Qué haces conmigo? -cuestionó, llenándose de valor. No deseaba escuchar la respuesta, realmente solo necesitaba hacer algo de tiempo hasta saber con certeza lo que iba a hacer.

-No seas impaciente, pequeña ingenua -podía escuchar su risa, podia escuchar cómo se burlaba de ella y eso le causaba cada vez más terror y no por el hecho de una ser una burla, sino de lo que podía ocurrir desde entonces.

-Ya estoy harta... si vas a hacerme daño... -la idea le atormentó, pero, sin embargo, lo único que deseaba en ese momento era que todo acabase de una vez, que lo que estuviera por pasar solo pasara.

Rápido e indoloro.

-Es más divertido verte así -allí estaba de nuevo.

-¿Así? -aventuró en un murmullo.

Homeri Oddysea UniversumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora