Capítulo 4
Maya se quedó parada ligeramente sorprendida, detallando como el hombre frente a ella fuera como fuera que ahora se llamaba: era un total desconocido. Del hombre que una vez creyó conocer, no había nada, no quedaba nada.
Éste la miraba impaciente con algo oculto en sus ojos. No iba a dejarlo pasar si era lo que pretendía. No permitiría ser humillada como estaba segura lo haría. Y él parado ahí a esa hora, era lo único que pretendía claro estaba.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —dijo de mala manera. Ignorando cualquier cortesía que se requería en el momento. —Lo menos que has hecho es mantenerme al tanto sobre los movimientos de la empresa, mañana hay una conferencia y yo no estaba enterado de nada.
Maya estuvo a punto de saltarle encima y golpearlo con fuerza, era la persona más sínica que había pisado el planeta definitivamente.
—Usted no se ha presentado en la oficina. —dijo con simpleza, ignorando el hecho de que se encontraba vestida con una ridícula pijama frente un hombre que vestía más dinero de lo que ella alguna vez imaginó. —Le envíe un correo con los detalles.
Él por su parte trataba de ver al interior del lugar pareciendo buscar algo o alguien mejor dicho, sin embargo, Maya sostenía con fuerza la puerta evitándole la vista.
—Entonces ¿Es culpa mía? —preguntó indignado después de unos segundos en silencio.
Ahí estaba de nuevo queriendo comenzar una pelea, queriendo sacarla de sus casillas. Pero la charla que había tenido con ella misma le había dado más paciencia de la que imaginaba.
—Con todo respeto, señor, pero estoy muy cansada y mañana debo madrugar.
Cómo respuesta obtuvo una risa sin gracia. Entendió lo que pretendía, pero no caería, estaba muy cansada para eso.
—Qué estaría haciendo señorita. —Maya no entendió de lo que hablaba, pero si era un insulto no lo toleraría más. —No pensarás que vine hasta aquí, sólo para que me cierres la puerta en la cara, ¿O sí?
—Estoy muy cansada. dijo fingiendo un poco de pena al momento que exageraba un bostezo. —Que tenga buena noche.
—Te doy la mañana libre, pero déjame pasar. —soltó entre dientes con rapidez.
Maya quedó sorprendida con el tono que había utilizado. Sonaba como alguien necesitado y aunque ella intentó buscar una excusa más creíble para no dejarlo ingresar su cuerpo reaccionó sin poder evitarlo asintiendo un tanto indecisa. La realidad era que igual terminaría entrando al lugar, en esa parte lo conocía, aunque se hubiera cambiado hasta el nombre.
Lo observó soltar un largo suspiro. Quizás no esperaba que ella lo dejaría entrar tan rápido, pero Maya quería acabar con eso lo más pronto posible. Realmente se veía incomodaba, sin embargo, era su jefe y todo eso estaba ligado a su trabajo.
Una vez dentro del lugar se acercó a la única silla la cual era una butaca rosada frente a un tocador y se sentó con incomodidad, no se esforzó por disimular lo incómodo que se sentía. El apartamento entero era más pequeño que su cuarto de baño. Constaba de una cama pegada a la pared, una mesita de noche a su lado, también estanterías al costado de una cómoda y un tocador repleto de productos femeninos los cuales el hombre detallo más de la cuenta sin disimular. Vio también lo que debía de ser un baño, junto a un pequeño armario empotrado. Estaba decorado con flores artificial en las esquinas de la habitación y muchos cuadros en las paredes, era una decoración sumamente femenina. Maya soltó una maldición silenciosa cuando lo miró detallar el único cuadro que se encontraba enmarcado a un lado de la cama. Era uno pequeño que pintaba un hermoso lago, a simple vista no era gran cosa, pero sí lo era, ya que ese cuadro él lo había pintado personalmente para ella. Quizás ni siquiera lo recordaba ya que habían pasado muchos años. Era un lindo adorno para su pequeña vivienda, eso era lo que había pensado en ese momento al no poder tirarlo a la basura, ahora creía era una equivocación.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...