Capitulo 5 (Editado)

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Capítulo 5



Segundos de silencio era lo que había una vez volvían a quedar solos, Maya no podía quitarle los ojos de encima por más que intentara. Sus enormes ojos cafés lo miraban fijamente sin comprender lo que acaba de pasar, mientras que él por su parte solo miraba la puerta con tanto odio como si pretendiera romperla en ese mismo momento. Al volver su vista en ella tragó saliva y se carraspeó la garganta con disimulo al darse cuenta la manera que lo miraba.
Maya no lograba percibir si él era capaz de saber lo que a ella se le pasaba por la cabeza en ese momento, años atrás estaba segura que ese hombre la conocía perfectamente, pero ahora eran dos desconocidos. Habían cambiado demasiado, la escena recién presenciada era una clara muestra y aunque no quería pensar mucho en eso no podía parar de hacerse películas en su cabeza. Todo era realmente confuso.

—Esto no parece una cena de trabajo. —dijo Maya luego de que él no dejara de mirarla fijamente sin decir nada por un largo tiempo.

Había decidido que lo mejor era no hacer preguntas sobre ese hombre que alguna vez fue un tormento para ellos. Ahora parecía ser alguien totalmente indiferente, como si nunca lo hubieran odiado como lo habían hecho.
Observó como de un sorbo se acaba el resto del vino sin dejar de mirarla en ningún momento.

—Más que todo. —dijo con soltura tomando la carpeta que Maya había llevado y ojeando con simpleza el contenido. —Quería disculparme, Maya. —esta vez fue ella la que bebió su copa de un trago, eso era difícil de escuchar. —Independientemente de lo que hayas hecho o hayamos sido, no me da derecho de tratarte así, y más cuando nuestra relación es únicamente profesional.

La cara de Maya cambio de expresiones tantas veces que estaba segura que él no fue capaz de contarlos.
Ella por su parte solo le daba vueltas a una frase dicha por él: "hayas hecho" ¿Qué significaba eso? ¿En qué tiempo lo decía? Se imaginaba que era alguna mala respuesta, porque era imposible que hablara del pasado. Una espinita se introdujo lentamente en su garganta, una espinita tan fina que no la dejaría en paz en toda la noche hasta que la soltara, y eso pretendía hacer en ese momento.

—¿Qué se supone que hice? —la brusquedad con la cual lo dijo hizo que el hombre la mirara con gesto amenazante.

Él sonrió sin una pizca de gracia. Negó repetidas veces, para sentarse frente a ella y decir que era una disculpa, estaba claro que no tenía ni idea de cómo en realidad sonaba una.

—Aún no lo aceptas. —soltó de pronto mirándola con decisión, el azul de su mirar se hizo más profundo y un montón de recuerdos atravesaron su mente con destellos escandalosos.

Era doloroso, tantos momentos alegres que esos hermosos ojos le habían regalado, y ahora solo la observaban con rabia.



—Me encantan. —le dijo Maya mientras dejaba una caricia en sus mejillas. El sol le daban ese toque esplendido de frescura y felicidad. —Me hacen sentir muy bien, segura.

—Dime la verdad. —había dicho su novio sonriendo como si de un niño se tratara. —Solo quieres que se los traspase a nuestros hijos.




Todo ocurrió en un segundo y en el mismo segundo se obligó a olvidarse de ese estúpido recuerdo.

—¿Qué es lo que no aceptó? —dijo a la defensiva, todo comenzaba a cambiar en el ambiente.

Ninguno apartaba la mirada y habían cambiado totalmente, la de ella era de total confusión mezclada con enojo y la mirada de él a Maya le era imposible descifrarlo, pero definitivamente no era una mirada agradable.
Ella por su parte se dedicó a mirarlo con sus enormes ojos castaños y el cejo fruncido esperando una respuesta real. De repente una pregunta atravesó su mente con dureza. ¿Él por qué estaba ahí? ¿Por qué de todas las empresas en el mundo había querido invertir justamente en donde ella trabajaba? Era ilógico, porque si le preguntaban a Maya la razón por la cual se encontraba sentada en ese restaurante lo tenía claro, ese hombre -lo aceptara o no- era su jefe, pero que había con él ¿Cuál era la verdad? ¿Por qué había vuelto?

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora