El hombre y la muerte.

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Muchos dicen que es una locura e insensible hacer algo así, ¿cómo es posible que un padre mate a su hijo recién nacido? Les diré por qué: entre la vida y la muerte no hay mucha diferencia, lo único que la hace especial es la conciencia de estar en el presente, pero sin ella no existe más que un pedazo de carne y huesos. Sin vida no hay conciencia y sin ella no existimos. Bien, ahora lo que he hecho no justifica mis acciones, ni para mí ni para nadie. A decir verdad, me repugna tal acto, pero no me arrepiento de haberlo hecho y lo volvería a hacer si fuera necesario.

Al principio, mi esposa no estaba de acuerdo, pero la convencí de que era lo mejor. Sin decir nada, un día me levanté y recogí al niño del suelo, tomé el coche y conduje lo más lejos y menos poblado que pude, hasta llegar a la cima de una colina con poca hierba seca alrededor. Las ramas lastimaban mis pantorrillas mientras caminaba, pero seguí adelante. Lo más fácil era dejar al niño entre la hierba e irme, pero la posibilidad de que sobreviviera no me dejó. Así que lo tomé y lo dejé caer desde lo más alto, no había posibilidad de que sobreviviera. Regresé al coche y conduje de vuelta a casa.

Al llegar, me sorprendió ver a mi esposa bañada en sangre desde los brazos en la mesa de la cocina. Ahora tenía que lidiar con algo más. Era un pueblo pequeño y no tardarían en darse cuenta de que mi esposa y mi hijo recién nacido ya no estaban. En caso hipotético de que ellos me hubieran dejado, no había muchos lugares alrededor donde huir. Por lo tanto, tomé algunas de mis cosas y escapé del lugar. Si me quedaba, no tardaría en que el cuerpo putrefacto alertara a los demás. Mi casa es pequeña y no hay donde pudiera esconder el cuerpo, aunque yo no tuviera la culpa.

Conduje lo más lejos posible del lugar, me sentí frustrado por la idea de que no sabía qué hacer. No se suponía que sucedería de esta manera. Yo le expliqué que él no sentiría dolor y mucho menos que exista algo como el limbo. Si seguía con vida, nos daría problemas. Un bebé que nace deformado sería imposible de criar. Sin darme cuenta, llegué a la misma colina donde arrojé al niño. ¿Coincidencia, será? Estaba tan ocupado pensando que no me di cuenta por dónde iba. Salí del coche, un viento abominable anunciaba la llegada de la lluvia. Caminé un poco y seguí argumentando conmigo mismo. El único pensamiento que venía a mi cabeza era el "¿por qué?" No tenía motivos, pero tampoco no tenía motivos para no hacerlo. Lo que hice no puede ser juzgado por los demás porque nunca entenderían lo que sería estar en mi lugar. El único momento en que realmente estuve tranquilo no fue cuando morí, sino cuando supe que moriría en cualquier momento.

El Hombre y la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora