—Cree que tenemos todo el maldito tiempo del mundo —se queja Braxton.
—Puede que haya tráfico —me atrevo a decir.
Estamos nuevamente en la clínica, esperando por el doctor Donovan; desde lo sucedido el otro día, ninguno de los dos ha tocado el tema.
—Cálmate —digo.
—No tengo tiempo para calmarme, Missy —dice, con un gruñido—. Debemos volver a Estados Unidos lo antes posible.
—Creí que no nos iríamos hasta dentro de una semana.
—Las cosas cambiaron, uno de mis mejores amigos necesita ayuda y no puedo darle la espalda.
—¿Le sucedió algo grave? —pregunto, con preocupación y empatía hacia el desconocido.
—Sí. Se casó. Eso es algo que jode a todos.
—Braxton...
—Buenos días —interrumpe la voz del doctor—. ¿Lista para saber los resultados de tus análisis, Artemisa? —pregunta.
—Buen día, doctor. Sí, estoy ansiosa —respondo.
—Me alegra ver que está de buen humor, señorita Graham —dice el médico.
—Ella siempre está de demasiado buen humor —murmura Braxton.
En momentos como este, desearía poder propinarle un buen golpe en la cabeza o en cualquier parte del cuerpo.
—Artemisa, tengo dos noticias —habla el doctor—. Una buena y la otra...
—Comience con la mala —digo.
—Te diré la buena primero —exhala.
—Para qué le da tantas vueltas, solo diga lo que tiene qué decir y punto —exclama Braxton, apretando mi mano.
El doctor carraspea, aclarándose la garganta. —Puedes recuperar la vista, Artemisa —informa—. Existe un 90% de garantía, tu visión puede regresar, podrías volver a ver.
—¿Pero? —inquiero—. Dígame el "pero".
Su silencio no hace otra cosa que alimentar mi nerviosismo y mi miedo, sé que viene algo malo, siempre es así, después de una buena noticia, viene la mala.
—No hay mucho tiempo, Artemisa —dice—. Deberemos realizar la operación en menos de tres semanas, de lo contrario, perderemos la oportunidad de poder regresarte el sentido visual.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta Braxton.
—Ha pasado muchísimo tiempo desde que ella perdió la vista, a pesar de haber ido con muchos médicos oculistas, ninguno hizo nada por ayudarla y las operaciones a las que fue sometida, no hicieron otra cosa que gastar más la poca retina y sensibilidad que quedaba en sus ojos —explica el médico—. Puedo operarla, puedo solucionarlo, pero no tenemos mucho tiempo y, me temo que ella todavía hablará con sus padres y...
—¿Cuánto costará la operación? —pregunto.
—Señorita Graham...
—Dígame cuánto, doctor.
—Es una operación muy costosa y muy arriesgada, me temo que...
—Haga los arreglos necesarios —interrumpe Braxton—. Ella se hará la cirugía.
—Braxton, por favor, no hagas esto.
—Voy a retirarme un momento, es mejor que ambos hablen a solas, cuando tengan una respuesta, avísenme.
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ARTEMISA© | TERMINADA
Storie d'amoreArtemisa tiene diecisiete años. Vive en Carolina del Norte. Tiene un perro labrador y un gato blanco, o al menos ella supone que ese es su color. Su padre es contratista, su madre es diseñadora y programadora web y su hermana, bailarina profesional...