Capítulo XLIX

1K 93 25
                                    

     Diamond abate a dos de los cinco sujetos, en un segundo ya se encuentran en el suelo con ese humo emanando de sus espaldas. James se encarga del tercer hombre, lo toma por el cuello de la camisa y lo estrella contra un muro. Aprovecha la confusión producida por el aturdimiento y llama a un Pokemon.

     — ¡Yo te elijo, Hitmonchan!

     Tres puñetazos son necesarios para que Hitmonchan se deshaga de todos los enemigos, especialmente de ese sujeto que forcejeaba conmigo para someterme. Cuando cae al suelo, el dolor en mis hombros comienza a punzar y mi corazón se acelera mucho más de lo que ya estaba. James avanza hacia mí y me cubre, colocándose al frente, girando en todas direcciones para asegurarse de que no hay más enemigos cerca. Diamond y Hitmonchan, por su parte, van y destruyen todas las cámaras de seguridad del pasillo. El silencio pronto se torna inquietante.

     —No podemos usar el ascensor de nuevo —dice James un poco agitado—. Si subimos por ahí, pronto nos detendrán otros sujetos.

     — ¿Entonces cómo vamos a subir? —le pregunto, mi voz suena un poco más aguda de lo normal gracias al terror que me causó ver a esos sujetos.

     —Tiene que haber un bloque de escaleras —responde—. Revisa a esos sujetos, busca algún manojo de llaves. Yo buscaré alguna puerta que nos ayude a escapar.

     Mira a Hitmonchan para que lo siga y éste obedece. Diamond se queda conmigo, en guardia y listo para atacar de nuevo. Yo me quedo con la intención de pedirle a James que me lleve con él, pero opto por guardar silencio para así evitar angustiarlo. Pero, ¿qué pasará si él se encuentra con otros enemigos?

     —Perla, yo revisaré el otro extremo del pasillo —dice Diamond y llama mi atención levantándose un poco sobre sus patas traseras.

     Yo asiento torpemente y él se aleja a toda velocidad, dejándome total y completamente sola. Sola, entre todos estos cuerpos de los enemigos aturdidos e inconscientes. Por alguna razón, el miedo que me atenaza en este momento es mucho más fuerte de lo que fue durante la pelea. Es una sensación incomoda, una forma en la que todo mi ser me dice a gritos lo mal que estuvo planear este ataque a una organización tan grande como la Elite. Si las cosas se sienten así tan solo estando en este pasillo, ¿cómo será lo que está pasando afuera?

     Tengo que concentrarme en lo que hemos venido a hacer aquí. Si pienso en David, Sheryl, Jackie y los demás, sólo lograré desenfocarme de mi misión y esto podría terminar muy mal. Pero me resulta tan difícil simplemente ignorar lo que podría estar pasando alrededor de nosotros. Mientras James y yo nos escabullimos, nuestros amigos corren peligro mortal. La elite es mayor en número comparada con nosotros, mucho mayor. Sin problemas podrían someternos a todos, especialmente si vamos separados… ¡Tengo que salir cuanto antes de aquí!

     La tarea que James me encomendó se me dificulta mucho, gracias al temblor de mis manos y a la inquietud que me causó haber pensado brevemente en David. Es todo un logro cuando consigo introducir mis manos en los bolsillos de uno de los sujetos, donde sólo encuentro un par de monedas y un teléfono celular al que aplasto de un pisotón. En los bolsillos del segundo sujeto sólo encuentro una billetera vacía. Pero al introducir mi mano en el bolsillo del tercer sujeto, encuentro lo que buscaba.

     Un manojo de llaves.

     Me llama la atención el adorno que cuelga del llavero. Es similar a un cuarzo, a una de esas rocas de colores que mamá solía usar para hacer su centros de… ¡No pienses en eso, Perla! Pensar en mamá sólo me hace sentir mucho peor de lo que me siento ya. Como sea, el adorno del llavero es una roca de color rojo, muy llamativa y brillante.

     — ¡Perla! —exclama Diamond cuando vuelve, su voz me sobresalta.

     Le sonrío y guardo el manojo de llaves en mi bolsillo.

     James aún no ha vuelto, eso me causa mucha más inquietud que el simple hecho de saber que estamos a mitad de un pasillo solitario dentro de un edificio de la Elite en el que podrían matarnos en un abrir y cerrar de ojos.

     — ¡James! —lo llamo, mi voz rebota contra las paredes del pasillo y no obtengo respuesta.

     Eso significa dos cosas.

     Uno: James podría estar en problemas.

     Y, dos: He delatado mi posición al pronunciar su nombre en voz alta.

     Diamond se pone en guardia cuando se percata de mis inquietudes y esperamos en silencio a que ocurra algo. Cualquier cosa, incluso estaría dispuesta a escuchar los gritos de James.

     Y ocurre.

     Una explosión que hace volar todo el lado izquierdo del pasillo. El fuego abrazador comienza a consumirlo todo y de James, no hay ningún rastro.

Pokemon V: La Batalla Contra la EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora