capítulo 2

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Marcos se ha pasado todo el camino con la música puesta y me he tenido que leer el mismo capítulo tres veces, tengo ganas de acabármelo y empezar con otro, sólo me quedan cinco capítulos pero en esas condiciones era imposible. Sara aparca el coche al lado de una joc morada, abro la puerta y bajo, en cuanto me doy la vuelta veo una casa azul cielo preciosa y bastante grande, tiene un jardín en la parte delantera y parece que siga por la parte de atrás. Es una urbanización preciosa.

Sara coge unas cuantas cajas y se acerca a la casa, llama al timbre, cojo fuerte a Marcos de la mano y después de coger nuestras cosas vamos tras ella. Nos abre la puerta una niña pequeña con el pelo negro y unos ojos color miel preciosos junto a un hombre alto y muy guapo, con la típica barba de tres días. La voz grave de Rafa nos recibe con una agradable sonrisa y nos ayuda con las maletas.

- Bienvenidos, estáis en vuestra casa. Estas son mis hijas, Rosy y la pequeñaja de la casa Naiara.

- Encantada de conoceros, vuestro padre me ha hablado mucho y muy bien de vosotras. – Dice simpática mamá – Estos son Marcos y Alicia, y seguro que querrán jugar contigo. - Le dice mamá a la pequeña Naiara, que sonríe con picardía. -

Rafa nos enseña la casa, y como veía desde el coche, el jardín seguía por la parte de atrás, pero no solo era jardín había una piscina junto a una terraza preciosa. Subimos a la primera planta, Sara se ha quedado instalándose en la habitación de Rafa que es la primera que hay nada más subir las escaleras, al lado de esta, la de Naiara que no puede evitar entrar y ponerse a jugar con las muñecas que había dejado tiradas en el suelo y enfrente la de Rosy.

- Papá yo tengo que estudiar un montón, mañana tengo examen, luego nos vemos ¿Vale? -  Le dice a su padre mientras se sienta en el escritorio –

El asiente y sigue andando.

- Bueno y esta es la habitación de Marcos.

- Que grande. ¿Y la de enfrente? ¿Es la de Ali?

- No Marcos, esa es la de Manu

- ¿Manu? ¿Quién es Manu?

- El chico más desastre de este mundo, mira que le tengo dicho que recoja sus cosas, solo le importa salir y salir. Pero te llevaras bien con él.

Al darse cuenta de que la habitación estaba hecha un desastre cierra rápidamente la puerta avergonzado e intenta disculparse. Por último la mía, Rafa baja a por el resto de las cosas y yo sigo caminando hacia la puerta, al lado de esta la del baño, como en todas, es una habitación con las paredes blancas y cuando dejo las cosas me doy cuenta de que en una de ellas hay un cartel.

Las  paredes están hechas para pintar en ellas, seguro que te queda un mural precioso, en el primer cajón del escritorio tienes pinceles y pinturas. Espero que te guste.

Bajamos todos a la cocina, Rafa nos ha comprado cosas para merendar, mamá se acerca a él y lo abraza. ¿Te tengo que llamar mamá?  Le pregunta la pequeña, Marcos mira atentamente a Sara esperando escuchar la respuesta, pero ella se limita a sonreír, no puede más y sale de casa hecho una furia.

Ya no puedo correr más, no encuentro a Marcos por ninguna parte, ¿Qué hago? Veo un parque, no muy lejos de la casa, alomejor está ahí, no puede haber ido muy lejos.

Hay un grupo de chicos sentados en un banco que hay en el centro del parque, no me apetece pasar por delante de ellos, aunque me temo que no me queda otra, en cuanto encuentre a Marcos, se la va a cargar, hacerme pasar por esto con la vergüenza que paso. Estoy un poco incomoda, siento como que me están atravesando con la mirada, me intimidan. Uno de ellos me empieza a silbar, y me pone nerviosa. Se oyen unas pisadas que se van acercando rápidamente a mí y que al alcanzarme me coge del brazo.

 - Oye guapa, ¿Cómo es que no nos hemos visto antes?

- Pues no sé, pero me alegro de no haberlo hecho.

- Huy, que borde eres amiga.

- Gracias.

 Después de haberlo cortado de ese modo, no dudé ni un segundo en darme media vuelta e irme con la esperanza de no volver a verlo más, pero para mí desgracia él no se ha dado cuenta y me sigue hablando: Pero no te vayas, ven que te invito a algo. No me dio tiempo a contestar cuando uno de los que seguía en el banco lo llamó a gritos y le dijo que ya era tarde y que se tenía que ir a casa. Yo aprovecho la distracción del chico para seguir andando.

Al salir del parque, me topo con un callejón oscuro en el que se puede apreciar una sombra de la que solo puedo ver las zapatillas, unas zapatillas con una clave de sol dibujada en la parte derecha de una de ellas.

¡Por fin lo encontré! Noto a Marcos triste, sin ganas de nada, odio verlo así porque no sé qué hacer para que se anime, ya lo he intentado todo, bueno no, todo no… Se me ocurre solo una cosa que puedo hacer, y si eso no funciona, ya me doy por vencida. Marcos no es muy fácil de convencer, pero si no lo intento, se ira a casa, y todo habrá acabado. Me voy acercando poco a poco a él, está de espaldas.

 La aventura acaba de empezar, y lo que tenga que llegar, más nos unirá, y no sé qué pasará, yo me lanzo sin dudar, si vamos los dos.

 

Sé que a Marcos, lo único que le anima después del batido de chocolate con cookies, es la música. Y menos mal que ha funcionado, al acabar la primera estrofa Marcos se ha unido a mí con una sonrisa que hacía bastante tiempo que no veía.

 
Juntos seguiremos el compás, juntos es más fácil caminar, que la vida es más si la quieres compartir, y no pararemos de soñar, pero soñaremos a la par, porque nada es más sencillo que sentir, que siempre estás ahí.

 

Se acerca a mí y me da un abrazo, uno que no me daba desde que murió papá, uno de esos que dura segundos pero que a ti te parece que se hubiese parado el mundo en ese momento y solo estuvieseis vosotros dos, nada más. Porque cuando te abraza alguien que sabes que te quiere, que va a estar ahí siempre que lo necesites, el corazón va latiendo cada vez más rápido, tan rápido que te da miedo.

Querer es poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora