Me desperté con mucho calor; miré el reloj despertador: 17:30.
En esos momentos no tenía ganas de nada. Félix se había enojado conmigo y eso me hacía muy mal. Pero, en parte había sido mi culpa porque yo le había dicho tal cosa... que a su vez no era mala, pero seguramente el lo había tomado de esa manera. ¿Dónde estaría él ahora?Revoloteé un rato más en la cama y finalmente salí de ella al escuchar mi celular sonando. Lo tomé y era Rachel.
-Hola, ¿Miranda?.-
-¡Rachel!, ¿cómo estás?-
-Muy bien, ¿tu?-
-Bien- dije con un tono de voz que no sonaba al de siempre. Esperé que Rachel no lo notara.
-Genial. ¿Pensaste la propuesta al fin?.-
Tome valor y finalmente dije:
-La verdad es que... me aceptaron en un trabajo que estaba espeerando. No sabía como saldría, pero no quise rechazarlo.-
-Está bien. No te preocupes. Sabes que el proyecto sigue en pie por si alguna razón cambias de parecer o surge algun problema con tu nuevo empleo, y ojalá no sea así.-
-Si, gracias.-
-No, a ti. Nos vemos pronto.-
-Adiós.-
Colgó ella.
Pensé para mi, un problema menos. Ahora el problema siguiente era Félix. ¿Me tenía que disculpar con él? Tomé el teléfono nuevamente y sin más preámbulo marqué a su número. Tardó unos segundos en contestar.
-Miranda, ¿qué necesitas?.-
-Hola. Al fin. Necesito que hablemos.-
-Yo no tengo ganas de hablar.-
-Tienes que escucharme, por favor. No es algo para conversar por teléfono, asi que, nos vemos en unas horas.-
-¿En dónde?.-
-En mi casa- contesté.
-Está bien.-
Colgó sin decir adiós.
Fui hasta la cocina en busca de un refresco y encontré a Drake a los besos con Cassidy.
Volví rápidamente a mi habitación, no quería interrumpirlos. Recordando esa última escena emití una ligera risita. Dejé pasar unos minutos y regresé allí. Ya no estaban.
Me dirigí hasta la nevera y tomé un jugo de arándanos. Estaba delicioso.* * * * *
Como de costumbre Félix había llegado a casa de sus "inusales", ya casi "usuales" salidas. Escuché la puerta de entrada y como supuse, era él. Había llegado antes de lo que habíamos acordado. Esperé unos minutos, no quería resultar desesperada. Luego, sin más, me dirigí hacia la sala de estar y Félix estaba dejando su bolso sobre el sofá.
-Hola- dijo con frialdad.
-Hola.-
-Querías hablar.-
-Así es.-
-Vamos a tu cuarto.-
-¿Por qué al mio y no al tuyo?.-
-Si no quieres hablar me marcho.-
-Está bien. Vamos al mio.-
Me siguió unos metros hasta mi habitación.
Entramos y se limitó a quedarse parado.
-Puedes sentarte- espeté.
-Está bien así.-
Continuó parado.
-Bien, Félix. Voy a ir directo al grano. De veras lamento haberte herido u ofendido. Nunca ha sido mi intención esa. Solo queria hacerte saber lo que sentía. No quería andar con mentiras. Pero tu lo tomaste como esperé que lo tomaras... y está bien... Quiero que sepas que no me retracto de lo que dije.-
-Está bien. No tienes por qué hacerlo. Solo que lo podrías haber dicho desde un principio y no crearme falsas ilusiones, ¿sabes?. Yo te amo.-
-Y yo tambien a ti, pero hay algo que me aleja.-
-Siempre hay un pero...-
-Puede que sean los secretos que escondes, las salidas misteriosas o el hecho de que jamás me hayas invitado a tu cuarto.-
-Mira, solo te diré una cosa. Todos tenemos secretos. Algunos mas oscuros que otros. Y los míos no podrán hacerte daño, siempre y cuando te mantengas alejada de ellos. Ya son pasado. Los secretos se llaman así porque son, claramente está, secretos. Y solo los conoce una persona, porque sinó ya dejan de llamarse de esa menera.-
-Guardas secretos... no puedo estar con alguien así.-
-Si, lo se. Y respeto tu decisión, pero tu tambien respeta la mía. Y con respecto a mis salidas, es trabajo. Pero no te puedo dar más detalles. Espero que esto haya aclarado tus dudas.-
-Lo cierto es que achica el campo de posibilidades, pero las dudas siguen estando allí.-
-No puedo decirte lo que quieres escuchar. Lo que te tiene que importar es que me importas mucho, y jamás debes dudar de eso.-
-Si, pero solo eso a veces no alcanza.-
-Lo siento...-
-Mañana debes ir a ver al médico, por lo de tu operación. Yo te compañaré. A esa hora salgo del trabajo.
-Está bien, gracias-dijo él.
Sonreí.
Antes de abrir la puerta, Félix se acercó a mi y me abrazó. Pude sentir su perfume una vez más... tal vez esa sería la última vez. Ese abrazo expresaba muchas cosas, pero a su vez el silencio callaba muchas otras.
Luego se marchó.
Sinceramente no esperaba ese abrazo. Creí que seguía enojado, y tal vez lo estaba. Mi cabeza era un lío. No paraba de recordar todo lo que había dicho Félix hasta el momento. Sus palabras resonaban con eco dentro de mi cabeza.
Me dirigí al baño y me mojé la cara con agua fría en el lavabo. Ya no quería pensar en nada más, pero se me era imposible. No quería llorar... había tantas cosas que no quería, y cuantas más eran las que si... Podría enumerar una larga lista, una falsa lista; de cosas imposibles que nunca sucederían. Pero yo era feliz imaginándolas.
Era así el destino, y lo tenía que aceptar. Félix y yo no podríamos estar juntos. Y todo por sus secretos. ¿Tan difícil era confiar en mi?. Dijo que sus secretos no me harían daño, pero si no me los quiso decir es porque tal vez si me van a dañar, en un futuro. Las lágrimas contenidas desde hace rato no tardaron en aparecer, y fuí rápidamente a mi cuarto.Al pasar por el pasillo, me encontré a Drake, y fue inevitable que me viera de esta forma.
-¿Estás bien?- preguntó con la cabeza gacha.
-No, la verdad no.-
-No te voy a preguntar, pero, si necesitas un hombro para llorar, en sentido literal, sabes que estoy. -
-Gracias.-
Lo abrazé. Me sentía como una niña pequeña en sus brazos.
Me besó la mejilla y se retiró.Necesitaba pensar, asi que agarré mi bolso y salí de casa. No le avisé a nadie, quería estar tranquila y en casa no iba a encontrar la paz que necesitaba.
Comencé a caminar sin rumbo por la calle. Solo paré a comprar una botella de agua, pero fue en vano; no tenía dinero en mi billetera.La voz de un hombre me sorprendió por dentrás al escuchar que decía:
-¿Cuánto está?.-
El muchacho del kiosco respondió:
-$12,50.-
El hombre le pagó, me obsequió la botella y se marchó sin decir nada más.