Azizler

Capítulo 2

Azize Şahin

-Señorita Azize, se encuentra bien?
-Perdón... como has dicho que te llamas?
-Eren, Eren Ateş
Me extendió la mano y le devolví el saludo.
-Encantada Eren, soy Azize.

Mientras me presentaba me fijé en muchas cosas, por ejemplo cómo iba vestido, llevaba una camiseta básica blanca por la que asomaba una cadena que colgaba de su cuello, una chaqueta bomber fina color caqui, un reloj de color acero oscuro, pantalones pitillo negros y botas con cordones negras semi abiertas, pero la ropa no era lo que más llamaba la atención de él, era su imponente presencia, era un hombre alto, debería de medir 1'90, yo mido 1'75 y si no fuera por sus ojos amables y amplia sonrisa estaría aún más intimidada de lo que ya lo estaba aunque en apariencia no lo parecía, tenía hombros anchos, brazos y piernas musculosos en su justa medida, llevaba el pelo muy corto, casi rapado, tenía unos grandes ojos castaños de mirada profunda que cambiaban con la luz, nariz fina, barba de pocos días bien arreglada, los labios ni muy gruesos ni muy finos, digamos que era guapo, todas las facciones encajaban perfectamente entre sí, pero a pesar de sus ojos amables algo en mí me decía que era peligro.

-Señorita Azize dígame porque parte del jardín empiezo y dónde me puedo cambiar antes.
Me enseñó una mochila donde llevaba la ropa para cambiarse.
-Por supuesto Eren, te acompaño al vestuario, allí puedes cambiarte y ducharte después de acabar la jornada si lo deseas, sígueme. Me frenó en seco y me giro bruscamente, entonces chocamos, salgo despedida al chocar contra él que es algo así como chocar contra el cemento y cuando notó que estoy cayendo hacia atrás noto una mano en la parte izquierda de mi cintura y otra en el brazo derecho, me quedo a escasos centímetros de su cara y él sonríe con media sonrisa, me pongo nerviosa, entonces cuando ve que estoy con los pies en el suelo firmemente me suelta.
- Discúlpeme señorita Azize, no esperaba el movimiento que hizo y...
- Perdóname tú.
Digo balbuceante
-Me he vuelto para decirte algo y no me he dado cuenta de que estabas tan cerca, lo siento.
- Que quería decirme?
- Que me llames solo Azize lütfen.
- Taman, solo Azize, por cierto tienes tierra en la cara.
Sacó un paquete de pañuelos sin abrir y de repente empezó a limpiarme la tierra, solo me quedé quieta evadiendo mirarle a los ojos directamente.
-Ya, arreglado dijo.
Solo conseguí decir por aquí Eren.

-Este es el vestuario, solo lo usan los chicos de seguridad y ahora tú, pero ellos van todo el día en traje, así que no entran prácticamente, a la izquierda las duchas, a la derecha las taquillas y en ese armario hay cosas de aseo personal nuevas, usa lo que necesites taman?
-Taman Azize, en seguida estoy contigo.
-Vuelvo con las flores, te espero.
Me giré y caminé hacia la puerta, la cara me ardía, mi respiración iba entrecortada, llegue a la puerta y la cerré tras de mí, tuve que apoyarme en ella para recuperar la compostura, ¿Por qué me afectaba tanto? ¿Por qué su voz me ponía nerviosa? Necesito refrescarme me dije a mi misma, subí a mí habitación y entré en el baño, mire al espejo por costumbre cuando iba a abrir el grifo, y tenía las mejillas enrojecidas, mi expresión era nerviosa y estaba sofocada, decidí que era mejor refrescarme la cara, todo era debido a estar a pleno sol con las flores, y los desconocidos usualmente me ponen nerviosa, y conocer a Eren había provocado eso más lo que pasó días atrás... Todo influye, me eché agua en la nuca también y me sequé la cara, ya estaba mucho mejor, era hora de volver al trabajo.

Eren Ateş

Bien Eren, recordemos lo acordado, ayudas a la chica a restaurar el jardín que tuvo que destrozar por tu culpa nada más, en cuanto acabes te marchas y buscas otro trabajo. Aparco a pocos metros del portón de entrada y llamé, un chico de seguridad llamado Ali me atendió y dijo que avisaría a la jefa, espere unos 5 minutos más y Ali me permitió pasar y me indico donde estaba la Señorita Azize, así que así se llamaba, Azize.
Conforme me acercaba me ponía nervioso, hasta el punto que tuve que parar un momento y la observé por varios minutos, estaba plantando algunas flores, y de repente se pasó el guante por la cara y siguió trabajando, me acerqué y me presenté.