-¡Venimos por la maldita niña!- alguien aporreó la puerta. Me desperté asustada. Hoy me llevan. Hoy me apartan de mi familia. En ese momento escucho cómo mis padres se levantan asustados. Vienen corriendo por mí. Ambos entraron a mi cuarto.
-Podemos esconderla- dijo mi madre con desesperación-. Podemos decir que no sabemos de qué hablan, o podemos hacer como si hubiera fallecido en un accidente- lágrimas caían por su bello rostro.
-Mamá, no podemos hacer eso. Si alguien se entera los castigarían. No voy a ser otra vez la causa de sus problemas- dije con los ojos cristalizados.
-Mallory, tú eres la razón de nuestra felicidad. Jamás nos has causado problemas- papá me tomo de la cara viéndome seriamente pero con demasiada tristeza.
-¡Si no abren entraremos a la fuerza!- volvieron a gritar tocando desesperadamente.
-Vamos, mamá, tengo que cambiarme- me levanté de la cama de un salto buscando algo que ponerme.
-Empezaré con tu maleta- mamá se levantó rendida, pues sabía que no podría hacer nada.
-Intentaré conseguir algo de tiempo. Hablaré con ellos- papá salió del cuarto para poder abrir la puerta.
-Papá- dije antes de que la pudiera abrir-. Si ves que te van a hacer daño grita mi nombre. Saldré rápidamente. No quiero que te lastimen por mi culpa- dije con un poco de lagrimas. Sabía que si no estaban de buen humor los guardias podían ponerse demasiado violentos. Papá solo asintió.
Escuché como papá pedía unos minutos más. Les decía que estaba terminando de guardar unas cosas. Escuché un golpe sordo. Alguien había caído. *Papá* pensé mientras cerraba lo ojos. Le harían daño si no salía rápidamente.
Intenté ponerme los pantalones negros lo más rápido que pude. Mamá también se apuraba. Veía como lagrimas salían de sus ojos. Lloraba en silencio mientras guardaba todo lo que habíamos dejado la noche anterior. Pensábamos que tendríamos más tiempo.
Agarré una blusa cualquiera rápidamente. Me la puse cuando oía pasos y puertas abriéndose. Me estaban buscando. Agarré un par de calcetines, me los puse para luego ponerme unos zapatos deportivos negros. Tomé una sudadera azul claro cuando se oían pasos más cerca.
No estaba lista. Creo que nunca lo estaría en realidad.
De repente la puerta se abrió con fuerza. Un poco más de fuerza y la abrían tirado. Mis padres no hubieran podido pagar eso.
-Agárrala- dijo enojado unos de los dos hombres que estaban en el umbral de mi habitación. Abrí mis ojos con desesperación. Un hombre alto y fornido caminó hacia mí. Me veía con molestia y asco.
-¡No se la lleven!- gritó mamá poniéndose enfrente de mí. Tenía los brazos abiertos mientras intentaba detenerlos. El hombre solo le soltó una cachetada. Mamá cayó al piso mientras se agarraba la mejilla.
-Mamá- grité asustada. Me intenté arrodillar para poder ayudarla pero el hombre me agarró del cabello. Grité de dolor. Mamá también gritaba. Sentía un dolor ardiente en mi cabeza. Sentí sangre en mi boca, no me había dado cuenta que estaba mordiendo mi labio inferior. El hombre solo jaló de mí hacia afuera de la habitación. Pasé junto al hombre que gritó que me llevaran. Nos veía con total indiferencia. Parecía totalmente aburrido. Le daba absolutamente igual lo que le pasase a mi familia. Maldito hombre. Si fuera por mí lo mataría. Lo ví con total odio. Pensé, por un momento, que si lo miraba con tanto enojo contenido podria matarlo.
Lo ví con absoluto rencor, con aborrecimiento, con antipatía. Por un momento deseé que estuviera muerto. Sabía que si lo deseaba lo lograría.
Pero no pasó. No pasó absolutamente nada. Seguía siendo arrastrada. El hombre seguía ahí, parado con una sonrisa de lado. Mamá intentaba pararse, seguía con la mejilla roja por el impacto. Ya me encontraba en el pasillo. Observé como papá intentaba alcanzarme. Gritaba que no me tocaran. Que no podían llevarme. Pero solo lo ignoraron. No podían hacer nada para evitar que me llevasen.
Me soltaron. Ya no sentía una presión en mi cabello. Ya no sentía dolor. Pensé, de verdad pensé por un momento que no me llevarían, que sentirían compasión, que me dejarían con mi familia. Lo deseé tanto que, al igual que hace unos momentos, pensé que pasaría. Pero escuché una fría voz.
-Levántate, pedazo de mierda- el hombre que me había arrastrado me dijo con repulsión. Solo pude pararme, no quería que me volvieran a hacer daño. Cuando estuve totalmente de pie pude ver una camioneta negra con ventanas blindadas. Volteé en señal de pánico hacia mis padres. Ellos se encontraban viéndome desde la puerta de la casa. Papá abrazaba a mamá mientras ella lloraba con desesperación. Susurraba que no me llevaran, que era su bebé, que no me podían hacer nada. Los hombres ignoraron todo eso. No les importaba en lo más mínimo.
-MÉTETE A LA CAMIONETA- me gritó el mismo hombre al mismo tiempo que me empujaba. Caminé hacia el vehículo. Pensaba que lo hacía rápido hasta que me gritaron-. MÁS RÁPIDO, MAL NACIDA- solo pude caminar más rápido.
-¡Mallory!- volteé hacia la voz que me llamaba-. ¡Tus cosas!- gritó papá. Volteé hacia el hombre. Me vió con enojo. Se veía desesperado por irse de ahí.
-¡Se la están llevando a la fuerza!-gritó mamá-. ¡Mínimo déjenla llevar su ropa!- con los ojos llorosos terminó.
Volví a ver al hombre. Prácticamente con la mirada suplicando que me dejase ir. Me vió por lo que sentí que fueron horas hasta que hizo con la cabeza un movimiento. Me dejó ir.
Corrí hacia ellos lo más rápido que pude. Salté hacia ellos diciendo que los extrañaría muchísimo.
-También lo haremos, corazón- dijo papá.
-Te amo, bebé- lloró mamá.
-Mallory- papá me llamó-. Tienes que ser fuerte, pequeña. No te dejes pisotear. Haz lo que te parezca correcto, ¿de acuerdo?- pregunto papá. Solo pude asentir. Tenía la garganta cerrada, no podia pronunciar ni una palabra sin llorar.
-¡YA LARGUÉMONOS DE AQUí!- gritó uno de los hombres. Vi a mis padres con una mirada de tristeza.
-Los amo- en un susurro dije-. Me tengo que ir. Los veré en unos cuantos meses. No va a ser mucho tiempo- dije con una sonrisa, aún que sabía que no era cierto. Pero ellos solo asintieron con una pequeña sonrisa.
Mamá me ofreció mi mochila. Solo la pude tomar para colgármela en el hombro.
Volteé una vez que me encontraba en frente de la camioneta. A unos pasos de no ver a mis padres por tanto tiempo. Les sonreí. Ellos también.
-No estoy para esta mierda, vámonos- uno de los hombres habló con verdadero enojo-. YA- gritó.
Entré al coche. Jamás me había subido a uno. Estaba sentándome en cuando cerraron la puerta con demasiada fuerza.
Vi hacia la ventana. Mamá estaba llorado en el suelo, papá intentaba consolarla pero él también lloraba.
Arrancaron. Vi a mis padres una última vez mientras tocaba el vidrio con la palma de mi mano.
-Los extrañaré- susurré.
-CÁLLATE- gritó el hombre sentado a la derecha el conductor. Bajé la mirada. Me sentía obligada a hacerlo. Me sentía completamente inútil. Debería haber luchado más. Debería haber hecho algo más. Qué tonta había sido.¿ Por qué no hice nada más?
Me quedé dormida pensando en otra cosa que pude haber hecho para no haber sido llevada. Para no haber sido alejada de mi familia.
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Perdida
WerewolfRechazada desde pequeña por haber sido abandonada. Rechazada por ser débil. Rechazada por su manada. *********** Mallory jamás ha sido aceptada por el resto de su manada. Especialmente por vivir con zetas. La molestan por ser débil, por ser como es...