2. Reunión

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Comedor de la residencia Loud. 7:30 de la mañana.

Era la hora del desayuno en la casa Loud.

Un momento que continuaba siendo bastante ajetreado y caótico para la familia, a pesar de tener menos miembros que en el pasado.

El patriarca de aquella familia, Lincoln Loud, preparaba el desayuno con rapidez en la cocina, debido al retraso que le produjo su típico "saludo de buenos días" con sus tres esposas.

Becky Loud, la primera esposa del hombre peliblanco; Leni Loud, la segunda concubina del hombre del plan; y Lynn Loud, la tercera en unirse al harem; devoraban sus respectivos desayunos para recuperar energías antes de ir a sus trabajos.

Laika Loud, la primogénita, hija de Becky y Lincoln, observaba con reprobación a sus padres por siempre provocar esas escenas en la casa tan temprano; pero cambiaba su semblante a uno más alegre cuando era el momento de darle de comer a la pequeña Lacy. La más joven de la familia, con dos años de edad, hija de Lynn y Lincoln.

Y por ultimo, Leia Loud, la hija de Leni y Lincoln, con trece años de edad; se mantenía pensativa y callada mientras apenas probaba bocado del suculento desayuno. Pero para la muchacha rubia, cocinera y modista, estar callada era lo más natural del mundo debido al mal congénito que le impedía hablar; incluso la falta de apetito resultaba común y normal, y se daba cada vez que la molestaban en la escuela.

Sin embargo, lo raro en la actitud de Liena aquella mañana, era el silencio que mantenía. No es que la muchacha no pudiera comunicarse, el lenguaje de señas e incluso darle una sonrisa a cada miembro de la familia era su forma normal de ser; pero esa mañana parecía estar en las nubes. Y la incomodidad en el resto de la familia Loud no se hizo esperar.

— ¿Estas bien mi cielo?— la pregunta fue hecha por Leni, quien en ese momento no lograba identificar el malestar de su hija. Como su madre, la mujer modista siempre compartió un lazo especial con su pequeña, y sin duda aquel comportamiento tenía que ver con el niño del día anterior y los problemas que causó; pero no era nada malo, más bien ¿bueno?. No lo comprendía.

— ::Si Mamá, genial::— respondió Liena en lenguaje de señas mientras asentía mecánicamente y regresaba su atención al desayuno; sin embargo, Liena no podía estar menos "genial". La carta que encontró al despertar y el obvio significado de que Lemy entró a su habitación mientras dormía, la tenían alterada y peor aún, el haber decidido darle una oportunidad al muchacho castaño para explicarse; todo eso la tenía con el corazón acelerado y la mente hecha un caos.

— ¡No! No estás bien— exclamó Laika molesta— Por lo general esos idiotas te dejan tranquila la primera semana de clases, eso hizo que me confiara; pero hoy no cometeré ese error. Y si veo al patán de ayer le daré una lección— comentó amenazadoramente mientras hacia tronar los nudillos. A su lado, Lacy se mostró divertida al ver el rostro amenazante de su hermana mayor.

— Nada de buscar problemas, señorita. Lo último que necesitamos es que te expulsen y Liena termine sola durante la preparatoria— Becky regañó a su hija de quince años, pero la verdad era que también deseaba darle una lección a ese niño y a todos los que molestaban a la familia Loud únicamente por disfrutar de un amor diferente.

— Yo también me confié. Debí acompañarte a la salida Liena, lo siento; igual terminé rápido con todo ayer luego de las clases. No sé para que rayos me hicieron esperar— comentó Lynn, uniéndose a la conversación y luciendo molesta por haber dejado sola a su indefensa sobrina— Pero hoy puedes señalarme al muchacho en el almuerzo, para que tenga trabajo forzado por todo el año en las clases de gimnasia. Jejeje... ¡Es una broma amor!— dijo aquello ante la mirada severa de Lincoln, para que no la sermoneara acerca del abuso de poder de una maestra, pero le guiñó un ojo a su sobrina de forma conspirativa.

Preámbulo de lo inevitable: Sin hablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora