Prólogo

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Seúl. Abril de 2019

Sentado en su despacho grande y luminoso, Yoongi respiró tan hondo que casi le dolió, permitiendo que por un momento la emoción y los recuerdos se apoderasen de él.

Cuando un rato antes su jefe, el abogado Jeon Jungkook, había entrado en su despacho para pedirle un favor personal, poco se imaginaba a lo que este lo obligaría, ni cómo la petición iba a afectarle. Aun así, no podía negarse. Su jefe no era dado a solicitar favores. Exigía trabajo y dedicación y pagaba por ello, pero nunca, en los tres años que llevaba trabajando para él, le había pedido nada.

Él iba a viajar a Daegu aquel fin de semana para conocer a su sobrino, el primer hijo de su hermano SeokJin, nacido hacía apenas siete días y a cuyo parto no había podido asistir, inmerso en un caso complicado y muy atareado durante toda la semana. No obstante no le habían negado la posibilidad de faltar al trabajo aquel viernes para poder acoplarse a los vuelos hasta la ciudad donde vivía su hermano, y por tanto no pudo negarse a entregar en mano, en un bufete coreano, unos documentos sobre una empresa de la que «Kim y Jeon» llevaba algunos asuntos.

Había aceptado gustoso en un principio, el problema surgió cuando se enteró de que el bufete coreano era «Park e hijo».

Hacía mucho que no se permitía pensar en Jimin... Los comienzos en Seúl sin él habían sido duros; la soledad, abrumadora, compensada a medias por un trabajo interesante y una cuidad nueva y bella por explorar. Yoongi, solitario por naturaleza, se había refugiado en su trabajo sin escatimar esfuerzo ni horas, había ido ganándose el respeto de sus compañeros y jefes, y había ido cosechando un éxito profesional tras otro, hasta el punto de que en la actualidad era considerado un auténtico experto en muchos temas, y consultado por muchos compañeros del bufete incluso con más años de profesión y experiencia que él. La palabra empollón, que le había resultado humillante en el colegio y en el instituto, lo seguía acompañando, pero ahora sus conocimientos y la perfección con que le gustaba hacer las cosas le era reconocida.

También era considerado implacable en los tribunales, aunque justo y cuidadoso con los adversarios. Había perdido su inseguridad de adolescente y eso se lo debía a Jimin. Él había conseguido que el chiquillo tímido, inseguro y vulnerable de hacía años, llegara a convertirse en el Yoongi actual: un hombre brillante, lleno de oratoria y recursos, capaz de improvisar y de deslumbrar para convencer a jueces y jurados.

Y poco a poco, con el paso del tiempo, los recuerdos de Jimin se habían convertido de dolorosos en agridulces, y podía contemplar las fotos de sus años de carrera sin sentir que la pena lo ahogaba.

Pero su corazón no le había olvidado y su cuerpo tampoco. Había tenido dos breves aventuras, una con un vecino de su mismo bloque de apartamentos y otra con un cliente, pero ninguna había durado ni dejado huella. Ninguno de ellos era Jimin, y Yoongi no había vuelto a intentarlo, consciente de que aún pasaría mucho tiempo antes de que otra persona pudiera ocupar el lugar vacío que él dejó. Y quizás este no se ocupase nunca; después de lo que Jimin y él habían sido el uno para el otro, no se conformaba con menos. El listón, le decía SeokJin, estaba demasiado alto.

Aun así, creía tenerlo controlado, hasta aquella mañana. Hasta que escuchó su nombre en boca de su jefe y supo que tendría que verlo aquel fin de semana.

Se dijo que había pasado mucho tiempo, que los dos habrían cambiado y que probablemente su encuentro se limitaría a un intercambio de documentos, que quizás él tendría pareja, o incluso podía estar casado. Siempre fue tan atractivo, tan encantador, que era casi imposible que aún permaneciera solo. Y comprobó alarmado que esa idea le dolía... Aún le dolía. Y empezaba a pensar que le dolería siempre.

Quizás hubiera acabado enrollándose con la hija de aquel cliente de su padre, que fue motivo de su primera pelea. No habían discutido mucho Jimin y él, su carácter tranquilo le permitía dejar pasar los exabruptos bruscos, que por otra parte no duraban más que segundos, para acabar disculpándose luego y haciendo las paces apasionadamente.

Y el sexo con él había sido tan especial... Nunca había sentido nada parecido con ninguno de los dos hombres con los que se había acostado después. Ningún otro lo había hecho temblar solo con tocarlo, con rozarle una mano como había pasado con Jimin.

Enterró la cara entre las manos, totalmente descompuesto por los recuerdos, fuertemente amarrados durante mucho tiempo, y se dijo que debía controlarse, que no podía presentarse con aquellas imágenes en su mente porque todo ello pertenecía al pasado.

Pero él estaba allí con el número de teléfono del bufete Park sobre la mesa, e incapaz de marcar...

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2020 ⏰

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¿Solo Amigos? • JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora