Capitulo 6: Primera estocada

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— Es mejor que dejes de insistir en buscarme o verme.

— ¿Por qué?

Sin dejar de caminar respondió

— Porque te conviene Marcos. A ver, no tienes ni puta idea de quién soy de lo que hago o de lo que dejó de hacer. Mejor sigue tu camino. Joder es que no entiendo cual es tu empeño en seguirme.

Deteniéndose por el brazo le respondió sin titubear.

— Pues te diré por qué. Porque en veinte años de práctica jamás he visto lo que he visto en ti. Meredith necesitas ayuda.

— ¿En serio? Marcos mejor vete antes que me hagas perder la cabeza. No te va a gustar.

Meredith pretendía seguirlo, pero Marcos la detuvo dándole con enojo un expediente.

— Tienes docenas de desórdenes, pero no solo desórdenes. Meredith, padeces de esquizofrenia.

Apretó los dientes lo más que pudo y cerró los ojos intentando contenerse y aguantar dentro de ella su locura dijo con enojo.

— ¿Y quien demonios te crees tú para evaluarme? Mira por tu bien, desaparécete. Porque te estás metiendo donde no te llaman.

— Quiero ayudarte. Y no como médico sino como ser humano, como amigo.

Ella sonrió y cruzándose de brazos arqueó una ceja. Estaba cegada y encasillada en lo que quería hacer que no veía el mundo de posibilidades que se le estaban abriendo y ella en su afán de dañar estaba dejando ir.

— Ay no me digas..., ¿te has enamorado?

Tragó saliva y enfrentado su realidad encogió los hombros.

— Y si así fuera ¿Que?

— Ni siquiera me conoces

— Conozco más de ti de lo que te conoces tú misma. Y si, puede que esté en un error, de hecho lo estoy con toda seguridad pero eso no quita el que esté preocupado. Necesitas tratamiento.

— Solo necesito dos cosas, que no te metas en mi vida y me dejes en paz. No me hagas hacértelo entender a las malas. Aun no me conoces.

Pretendía irse, pero algo que Marcos dijo, la detuvo haciendo que en su herida cayera un saco entero de sal.

— Más de lo que crees Meredith, todo lo que haces es producto de una fantasía retorcida en tu mente. Vives enfermizamente obsesionada con un hombre que ni siquiera te estima. Y tristemente eso no va a cambiar, hagas lo que hagas y hieras a quien hieras.

Meredith se volteo y caminando hacia el hombre mirándolo fijamente le contesto.

— ¿Sabes cual es el problema? Que yo siempre consigo lo que quiero, y si ahora el no me ama, se que pronto lo hará, por las buenas o créeme que lo hará por las malas. No te quieras hacer el héroe y déjame en paz, porque ya comienza a olerme a muerto.

— ¿Me estas amenazando?

— No tiendo a amenazar Marcos, te estoy advirtiendo. No te metas donde no te llaman, déjame en paz.

Subiéndose a su coche acelero yéndose enojada y a punto de caer en otra de sus crisis. Marcos no podía creer que hubiera tanta obsesión y tanta maldad en esa mujer. Le atormentaba la idea de haber comenzado a sentir algún tipo de atracción por una mujer prácticamente demente. Meredith solo tenia en la mente una cosa, hacer que Adrián estuviera con ella fuese como fuese. Se detuvo en un semáforo y su mente se puso en blanco de momento. Una lagrima cayo de sus ojos al recordar aquellas palabras de Marcos, Adrián no la amaba, jamás lo haría y esa era su mayor perdición, haberse enamorado tanto, al punto de perder la razón. Su móvil sonó y al ver que era Abel, poniendo rostro de fastidio respondió.

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