Parte única.

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Esa relación ya no era la misma...

Esa era la realidad.

¿Donde quedaron los momentos de felicidad? ¿Y aquellas promesas? ¿Donde quedaron?

Solamente era recuerdos, palabras que salieron de sus bocas, producidas por la felicidad de ese momento.

Momento...

Es gracioso, ya que cuando uno está feliz, es capaz de hacer tantas promesas que tal vez nunca llegará a cumplir, pero que ahí están, haciendo que uno se sienta feliz, sabiendo que no es verdad y nunca formara parte de la realidad.

––– Dímelo Gilda ¿por que no te duele?

––– Don... ––– susurro, aquel joven no la escucho, se dejo dominar por la tristeza de ese momento, dejando de escuchar la voz de su esposa.

La tristeza había llegado a esa casa, total, la hija de ellos había muerto, con tan solo seis años de edad.

Solamente... Un día desapareció, claro, encontraron el cuerpo, desafortunadamente sin vida.

Aquel hombre había entrad en una gran depresión, casi, dejando olvidada a su esposa.

El estaba enojado, pues nunca veía a su esposa derramar una sola lágrima por su hija, por eso, el cada día le hacia esa pregunta.

¿El era el único que sufría?

––– Don ––– entro a la habitación, encontrándose a su esposo, acostado, mirando a la nada ––– Los chicos nos invitaron a una cena ¿no te gustaría ir?

––– No... Si quieres ve tu, sabes que nunca te tendremos encerrada, eres libre de divertirte.

––– ¿Tendremos...? ––– susurro.

Claro, ya sabía que se refería a su pequeña hija.

––– Don, pero... Tu si estas encerrado ––– no solamente se refería a que siempre se la pasaba a casa.

––– Porque yo quiero... Vete tu Gilda, de verdad ––– trato de sonar algo amigable.

Con eso Gilda entendió, nunca lograría hacerlo cambiar de opinión.

––– Deja de abrazar a tu hija, solamente haces que esto sea mas difícil para ti, con eso mismo tu te encierras en tu propia prisión, yo quiero ser la llave de tu libertad, pero tu no me dejas entrar... ––– susurro con tristeza, saliendo rápidamente de la casa, antes de que empezara a llorar, por ver a su esposo tan mal.

Claro... No dejaba descansar a su mente, siempre torturador el mismo de que de una o de otra forma, el había sido responsable, el mismo poniéndose cadenas, abrazando a su hija sin descanso, olvidando que tiene a alguien esperándolo.

––– Pero que tonto... ––– se dijo con burla.

Salio rápidamente de la casa, en dirección a la casa de Ray y Emma, donde siempre hacen las reuniones.

¿Por que siempre tiene que pasar algo trágico, para que uno se de cuenta de su error?

Tal vez y solo tal vez, porque es la única manera en la que uno puede entender a la mala, para que uno no vuelva a caer.

––– ¡Gilda! ––– sostenía el cuerpo de su esposa, gritando su nombre, torturado se de nuevo, solamente que con algo nuevo.

Tu esposa, esa será tu nueva cadena.

De verdad, podía sentir como en sus manos, cadenas eran puestas, dando inicio a su nueva perdición...

––– No... Don... No dejes que yo deje de ser la llave de tu liberación... Por favor, utilizar como tu salvación.. ––– decía en voz baja.

––– Decirme Gilda ¿por que no lloras?

––– Porque... No puedo sentir mas el dolor...

Oh mierda, eso fue algo que de verdad le hizo llorar, aferrándose con fuerza al cuerpo de su amada, empezando a llorar, dejándose así ser libre por su esposa.

Mm... De verdad que me gusto hacer esto.

No he visto historias de esta pareja, así que me dije ¿por que no hago uno?

Y aquí esta.

Espero les haya gustado, sin mas que decir ¡nos vemos!

¿Por que la perdimos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora