– ¡Estas castigada! – me gritaron mis padres en frente de Nicholas.
– ¿Qué? ¡No! Por favor, yo no lo voy a volver a hacer.
–Está dicho, no saldrás en un mes.
– ¡Un mes! –fruncí mi ceño. Nicholas apretó mi mano, lo mire y tenía el ceño más fruncido que el mío.
–Tranquila, no importa, yo te esperare– dijo y tomó mi cara en sus manos. Yo lo miraba, me aferraba a sus manos, tenía muchas ganas de llorar; mis padres no me creyeron y todo paso tal como me lo imaginaba.
–Nunca me habían castigado de esa manera– dije en un sollozo, las lágrimas amenazaban con salir.
–Es mi culpa, no te sientas así, lo importante es que dijimos la verdad– colocó su frente con la mía cerrando sus ojos. Yo también los cerré.
–No te vallas, quiero estar contigo– una lagrima salía.
–Lo sé– el acunaba mi cabeza en su pecho, se sentía fuerte–No me iré.
– ¿Enserio? – subí mi cara, sentí esperanza.
–Me voy a quedar, no te pienso dejar– me tomó de la cintura.
–Pero mis padres... – me silencio con un dedo.
–Shhh. Solo actúa normal–susurro y al rato capte lo que pretendía. –Bueno, señor y señora Donovan, creo que ya me voy– dijo despidiéndose.
Nicholas se dirigía a la puerta y entonces hablo bajo, para que nada más yo pudiera oírlo –Te veo después cariño– me guiñó un ojo.
Ahora entendía su juego.–Claro, nos vemos– dije fingiendo.
Cerré la puerta, fui a mi cuarto y me asome por el balcón.
– ¡Ya! – le hice señas para que comenzara a subir.
Ahí estaba Nicholas con la escalera que siempre se encuentra en el patio trasero, la acomodo con mi balcón y comenzó a subir. Yo había cerrado mi puerta con seguro, mi habitación era la última del pasillo, era la más grande de todas y tenía un balcón con vista a él patio trasero.
–Con cuidado– susurre. Hice un intento inútil de ayudarlo.
Mr. Murphy ya se encontraba en frente mío, entramos al cuarto; abrí mi guarda ropa para darle una pijama, ya que no era la primera vez que el hacía lo mismo. El tenía ropa aquí para cuando se quedara, me dirigí al baño para colocarme el pijama; al salir me encuentro con un Dios griego, Nicholas vestía solo unos Calvin Klein, estaba en mi cama mirando su celular. Me encontraba en el umbral de la puerta del baño, pero el no noto mi presencia.
–Él no tiene ganas de dormir – dijo mi subconsciente.
Tan solo pensarlo me aterraba. Ya habíamos hablado sobre esto, yo había decidido que iba a reservarme hasta el matrimonio y él respetaba mi decisión, no es que no estuviera segura, sino que quería esperar; para que ese momento fuera especial, así como en las películas. Lo bueno era que él estaba de acuerdo conmigo y pensaba igual que yo.
Me subí a la cama, Nicholas dejo su celular y estaba recostado en un codo sosteniendo su cabeza.
– ¿En qué piensas? – preguntó.
–En nada, mmm... ¿y tú pijama?
–Prefiero dormir así– dijo y sonrío de lado. En ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo, ¡Dios! como es que este hombre me hace sentir así.
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Mi Segunda Oportunidad
Chick-LitEl dueño de un corazón roto no es aquel que lo rompe, sino el que aprende a amar los pedazos.