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Narra Seoyeon.


Una semana es lo que faltaba para año nuevo y papá estaba probando nuevas recetas para la cena de esa noche. ¡Que rápido pasaba el tiempo! Mí familia vendría desde Daegu para terminar el año todos juntos.

Esta mañana, saldríamos con papá a hacer un par de compras para que él pueda cocinar y también comprar alguna decoraciones para la mesa de año nuevo. El resto de mí familia, nos avisaron que tarerían grandes tupers de comida. 

—Hija, ¿vamos?— preguntó papá, agarrando sus llaves del auto y su billetera.

—Sí— me levanté del sillón.

Hicimos todo el camino hacia el supermercado mientras que papá hablaba de cuánto me extrañaban mis primos. 

—Tu tía SooMin me dijo que esta muy feliz de verte y que tu primo Minho te extraña— comentó papá, cuando entramos al supermercado.

Minho es mi primo mas pequeño de toda la familia, tiene seis años de edad. Mi otro primo, Jinyoung, es dos años mas grande que yo y asiste a la Universidad. Cuando vivía en Daegu, eramos inseparables, eramos como hermano y hermana. Todas las tardes nos reuníamos en mí casa para ir al parque a jugar juntos. Cuando ya éramos mas grandes, él venía a mi casa y mirábamos peliculas o me ayudaba con mi tarea. Y cuando mamá se fue, Jinyoung me apoyó en todo, mi família también, siempre estuvieron para papá y para mí en los momentos más difíciles.

—Y Jinyoung esta impaciente por verte— dijo riendo.

—Los extraño mucho— dije, mirando los refrigeradores del supermercado para agarrar lo que faltaba.

—Ya falta poco para verlos, asi que aguanta un poco hija— dijo, sonriendo.

—¿Sabes? Tendríamos que ir un fin de semana a Daegu. Extraño ir— comenté. 

—Luego de fin de año, podríamos ir— asintió.

(...)

Volvimos a casa cerca del mediodía, ya para la hora del almuerzo y tenía hambre. Papá cocinó bibimbap para los dos, mientras me seguía contando cómo estaban mi familia en Daegu. Me contó que mi abuelos también vendrían a vernos.

Le había dicho a papá que Jimin vendría esta noche a dormir a casa y él aceptó, pero me dijo que tengamos cuidado porque ya le había contado como estuvo la noche de mi cumpleaños y que nos habíamos cuidado. Papá me abrazó y me dijo que todo estaba bien mientras nos cuidemos.

Toda la tarde estuvimos mirando peliculas en la televisión,  que no eran muy buenas, pero con eso pasabamos el tiempo entreteniéndonos con algo.

Luego, nos pusimos a cocinar, o como él lo llama "Cook Time". Papá, cuando tenía tiempo, le encantaba cocinar y hacía un montón de cosas. A él le encantaba cocinar todo lo que era dulce. Entonces, lo ayudé a cocinar muchas cosas para esta noche, ya que vendría Jimin. Y así estuvimos el resto del tiempo que nos sobró de la tarde.

Cuando terminamos de cocinar, terminé con un poco de harina en mi ropa, así que le avisé a papá que me iría a duchar rápido antes de que venga mi novio.

Luego de ducharme, me había puesto el pijama porque ya no volvería a salir de mí casa. El timbre de la casa había sonado, era Jimin. Bajé rápidamente las escaleras encontrándome con papá en la puerta de la cocina lleno de harina.

Abrí la puerta y ahí estaba él con una sonrisa dibujada en el rostro.

—Hola, pasa— me hice a un lado para que Jimin entrara.

—Hola, hermosa— saludó y no tardó en envolverme en sus brazo.

—Hola, Jiminie— correspondí su abrazo.

—Nena, no me llames así frente a tu padre—  murmuró en mí oido. Me separé de él, sin dejar de rodear su cintura con mis brazos, para verlo. Tenía las mejillas coloradas, mientras sonreía.

—Hola, Jimin. Lamento no poder acercarme, estoy lleno de harina— bromeó, papá sonriendo.

—No se preocupe— respondió mi novio.

—Me voy a duchar y a dormir, chicos. En la cocina tiene todo. No me acerco a saludarlos, porque… ya saben. Adiós -- nos saludó papá antes de subir las escaleras e irse a duchar.

—Adiós, papá— lo saludé.

Después dirigí toda mi atención a mi chico con pelo rosado.

—Bueno, mi plan de esta noche es comer, mirar la tele y abrazarte hasta que te quedes sin aire— expliqué, caminando hacia la cocina con Jimin detras mio.

—¿Quieres matarme?— preguntó, soltando una risa.

—Sí, pero de amor— le guiñé un ojo.

—Wouh, tendría que disfrutar estos momentos en donde te pones cursi. Casi nunca pasa— respondió, apoyado en la mesada.

—Aprovechalo— lo apunté con el dedo índice.

Agarré toda la comida que había cocinado esta tarde para servirla en una bandeja y llevarla a mi habitación. Jimin, detras mio, venía con dos vasos y una gaseosa grande que compré.

Cerre la puerta de mi habitación y encendí la luces led, en color azul, que tenia en las esquinas de mi habitación. Vi como Jimin se sacaba los zapatos y su abrigo y se acostó en mí cama.

—Ahora sí puedes abrazarme hasta dejarme sin aire— dijo, extendiendo sus brazos.

—Lamento lo que te voy a decir, pero tengo hambre y quiero comer— dije, señalando la bandeja llena de comida que había traído.

—Eres tan mala— dijo, con sus ojos entrecerrados mientras negaba con la cabeza.

—Vamos, tengo hambre— respondí. Acerqué toda la comida que había traido —Dentro de poco se viene año nuevo, se van a cumplir cuatro meses desde que somos pareja— dije, masticando lo que tenia en la boca.

—Los mejores cuatro meses— sonrió Jimin.

(...)

—Ahora sí puedo abrazarte hasta dejarte sin aire— comenté, poniendo mí cuerpo encima del suyo. 

Jimin se dio vuelta, aún conmigo encima suyo, haciendo que él quedara sentado en mi piernas y yo sentada en el borde de mí cama. Puse mis manos en su trasero para prevenir su caída al suelo.

—Jimin, pesas un poco— dije, mirándolo.

—Se que te gusta que me siente en tus piernas. Te gusta tocar mi trasero, no te culpo— bromeó, orgulloso, encogiendose de hombros.

—Ya quisieras— bromeé, abrazándolo por su cintura para atraerlo mas a mi.

—Se que te encanta, me lo dijiste la noche de tu cumpleaños— susurró en mi oído mientras pasaba sus brazos por mi cuello.

—Jimin— murmuré en su oído completamente colorada.

—¿Que pasa?— preguntó, sin sacar sus brazos de mi cuello.

—Deja de decir esas cosas, Jiminnie— pedí, besando sus dos mejillas.

—Bebé, ya se te va a hcer costumbre— mencionó.

—Si sigues así, te voy dejar caer— le advertí.

—No lo harías— respondió, con una ceja alzada.

—Tienes razón, no lo haría— puse mis brazos alrededor de su cuello y besé repetidas veses su mejilla.

—Te amo, amor— besó mi boca y cuando se alejó de ella sonrío.

—Tu eres mío— tomé sus mejillas con mis manos y empecé a dar varios besos en su boca, y él soltó una carcajada.

¿Por qué?→𝐏. 𝐉𝐈𝐌𝐈𝐍 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora