Capítulo 24 "Herido"

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Por norma general no me importa despertarme en una cama extraña y sin compañía cuando la noche anterior ha sido movida y he disfrutado de un buen revolcón (para ser sinceros, más de uno), así que cuando me despierto y soy consciente de dónde estoy, en un principio debería estirarme, sonreír y empezar a buscar mi ropa para marcharme tan pancho.

Hasta puedo ser educado e invitar al ligue de turno a desayunar. Cuesta muy poco dejar un buen recuerdo, pese a que desde el principio siempre aclaro las condiciones. De ahí que en mi agenda rara vez tenga que borrar un nombre por haber acabado mal.

Hoy sé que es diferente. Quiero que lo sea.

Que Kyungsoo no esté en la cama no significa que haya huido, más que nada porque es su casa, simplemente doy por hecho que estará ocupándose de algo, aunque espero que sea mi desayuno. Joder, me ha dejado desfallecido. Aunque volvería a repetir todo lo que ha ocurrido, incluido lo del taxi, minuto a minuto.

Aparto la sábana para levantarme e ir al cuarto de baño para cambiarle el agua al canario. Tras ocuparme de ello, regreso al dormitorio. Ahora sí dispongo de tiempo para observar la decoración, que por cierto es muy sencilla; se nota que no lleva mucho tiempo instalado. Funcional, sin adornos.

«Al menos es ordenado», estoy pensando aquí, desnudo, de pie delante de la cama, cuando aparece él envuelto en una toalla. Me mira medio segundo y va directo al armario. Ni rastro del desayuno o del «buenos días» que yo esperaba.

—¿Ocurre algo? —pregunto acercándome.

—Tengo prisa, nada más —responde Kyungsoo, dejándome más confuso aún. Saca ropa del armario y la deja bien puesta sobre la cama.

—¿Prisa para qué? Hoy es domingo.

—Tengo una comida importante. Son más de las doce.

Miro la hora, es cierto. Con tanta actividad sexual he dormido más de lo habitual.

Hasta ahí puedo entenderlo, lo que se me escapa es lo de la comida importante.

—Que yo sepa, los redactores jefe no trabajan los domingos.

—No es una comida de trabajo —responde seco.

Evita mirarme y eso sólo significa culpabilidad o que quiere evitarme. Me inclino a pensar que es lo segundo y me molesta bastante.

—Ah, muy bien —comento apartándome de él.

Ha vuelto a ser el tío frío, distante y orgulloso. A la porra el buen rollo de ayer.

—Mira, Jongin, entiéndelo; no es fácil para mí.

—Pero ¿de qué coño estás hablando ahora? —pregunto recogiendo mi ropa del suelo, porque por lo visto mi misión como quita telarañas ha finalizado por hoy. Pero estoy tan cabreado que acabo por soltar de mala leche mis pantalones y me encaro con él—: Ya estoy harto de tus cambios de humor, de tus rarezas. De repente apareces todo encanto para dejarme sin aliento, para volverme loco, pero al día siguiente, no sé por qué, parece que me odies o que me quieras perder de vista.

Espero a que me mire, porque me repatea hablarle como si lo hiciera con la pared.

Kyungsoo se da la vuelta, sigue sólo con la toalla en la cintura. Mira su ropa y después a mí.

—Hoy tengo una comida con la familia de In Sung —explica y no aparta la vista para darme el golpe definitivo—: Voy a volver con él.

—Es broma, ¿verdad? Niega con la cabeza.

—Joder...

Me peino con los dedos. No puede ser cierto. Me está poniendo a prueba.

—No, no es broma —corrobora serio y deja caer la toalla para empezar a vestirse.

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora