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—Así que Londres —comentó mi madre.

Levanté la cabeza, cerrando la puerta del lavavajillas mientras acababa de meter los últimos platos de la cena. Fuera estaba oscuro, y sentí que me había entretenido un poquito tirando a demasiado, observando la casa vecina.

—¿Cómo dices? —pregunté.

—Antes de que llegaras a casa han pasado a vernos tus tíos con la niña, y Aitana nos ha contado que estáis preparando un viaje —habló mi padre, secándose las manos con un trapo de cocina.

Era martes por la noche, y Aitana justo nos había comentado aquello el día anterior. La verdad es que a cotorra, nadie la ganaba.

—Aitana tiene muchos pájaros en la cabeza —les aseguré riendo. —Aquí todas trabajamos, y Amaia y Alfred ni siquiera nos ha invitado de manera formal. Las siguientes vacaciones que vamos a tener son las de Navidad, y eso sería en el caso de que Alfred y Amaia decidieran quedarse allí y no bajar para pasarlas en familia, lo cual me parece poco probable.

—Bueno... Las vacaciones de Navidad tienen muchos días, se puede hacer todo —comentó mi madre, metiendo los restos de la cena en la nevera.

Me di la vuelta y la miré con una ceja levantada.

—¿A qué viene eso? —reí, sospechosa. —¿Queréis que me vaya por Navidad?

—No, claro que no —se apresuró mi padre.

Achiqué los ojos.

—¿Que no? Vosotros queréis que me vaya... —dije, empezando a atar cabos. Mi madre negó con la cabeza, pero me hizo gracia la forma en la que intentaba esconder su sonrisa. —¿Habéis hecho planes? ¿Planes no familiares? ¿Planes... Románticos?

—Bueno —habló mi padre, después de carraspear. —Es posible que después de Navidad nos vayamos unos días... Y luego volvamos para pasar el fin de año aquí, claro.

Ladeé la cabeza, sorprendida. Mis padres nunca se habían ido durante aquellas fechas. Claro que un viaje después de Navidad no tenía nada de malo, pero no era lo que solíamos hacer en casa.

—Vaya. ¿Y eso?

Ambos se miraron.

—Bueno... Efrén e Inés harán su marcha, dudo que se queden aquí después del día veinticinco, y la verdad es que pensamos que tú harías algo con Ana, cariño —habló mi madre.

—Sí, claro, no descartaba hacer algo con Ana, pero ella estará por aquí. Celebrará la Navidad con sus padres y Clara pero en el pueblo, en casa de Noe.

—Bueno pues, en todo caso, tendréis esta casa para vosotras también —explicó mi padre, encogiéndose de hombros.

—Vaya, vaya... —reí. —¿Y dónde pensáis ir?

—Pues no lo sabemos todavía —sonrió mi madre. —Tampoco muy lejos. No creo que salgamos de España, pero bueno. Una escapadita.

Les miré sonriente.

—Una escapadita romántica.

—También tenemos derecho a estar enamorados, oye —rió mi padre. —¿Te creerás que eso es solo un privilegio de los jóvenes? —preguntó, pasando un brazo alrededor de la cintura de mi madre.

Levanté mis manos en señal de rendición, todavía con una sonrisa divertida en mi cara.

—Por supuesto que no, en eso no me voy a meter.

De acuerdo, no me esperaba aquello, pero al final estaban en su derecho de hacer lo que quisieran con sus días de vacaciones. Efrén y yo ya íbamos a lo nuestro, nos sabíamos espabilar, y mientras pasáramos la Navidad todos juntos, los días entre el veinticinco y el treinta me los tomaría como un comodín para hacer lo que quisiera; eso sí, con Ana. Todavía quedaban unos días, bastantes a decir verdad, ya que solamente estábamos empezando el mes de noviembre.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora