II

1 0 0
                                    

Estaba inquieto por lo ocurrido antes así que me tomé un té rojo que Sheila me había preparado, charlé un rato con Josh y Louisa sobre cómo les había ido todo y Tyler decidió sentarse justo en mis piernas.

Tyler, te estas ablandando.-Le dije al oído.

Solo tú me ablandas así.-Dijo poniéndose rojo completamente.

Eso me extraño, Tyler no se había puesto tan cursi desde que estuvo maldito y eso me preocupo.

Tyler ¿puedes venir un momento?-Grito Sheila desde la cocina. Se había quedado ahí para buscar alguna forma de contactar con Tánatos ya que pensaba que con su ayuda podría "echar" al demonio de mi vida.

Tyler hizo un pequeño gemido de dolor, olía a sangre y eso me altero un poco.

Me levante y fui a la cocina para ver que hacían pero Tyler salió rápido de la cocina tapándose aun con más rapidez la muñeca derecha.

Tyler, ¿Qué tienes ahí?-Dije notando el apeste a sangre.

Nada mi amor, vamos a hablar con estos.-Dijo relajado.

Está bien.-Dije con desconfianza.

Más tarde Sheila llamó a Louisa para que la ayudase con unas galletas que decidimos hacer.

Al irse Louisa empezó a oler a angustia y me empecé a poner nervioso.

Cuando fui a mirar que pasaba Sheila y Louisa salieron de la cocina con las galletas en las manos listas para comer.

Al cabo de unas cuantas horas Josh y Sheila se fueron a la cocina con la excusa de que había que limpiar lo que se ensucio.

Cuando se fueron pregunte a Tyler que porque iban todos salvo yo.

Pues porque tú tienes que estar descansado y en reposo.-Dijo Tyler cogiéndome de las manos.

¿Pero qué te pasa Tyler? ¿Porque eres así de sensible de golpe?-Dije apartándolo de un manotazo.

Porque te quiero, y porque no quiero que sufras.-Dijo mirando a Sheila saliendo con un frasco de un color negrizco en las manos.

¿Qué es eso?-Dije levantándome de la silla y acercándome a Sheila.

Se le llama el jugo de la muerte. Digamos que vas a hablar con el dios de la muerte.-Dijo dándome el frasco.

¿Y qué tengo que hacer con esto?-Dije mirándolo con extrañez.

Lo vas a tirar en un círculo que ya hice en el jardín de atrás, y te meterás dentro, con suerte el Dios decida venir o con mala suerte vendrá Hades a por ti.-Dijo mirándome con confianza.

Solo tienes que decir estas palabras.-Dijo dándome un papel donde ponía algo parecido a:

Dios Tánatos ven a mí, pido que vengas porque necesito que me guíes.

Si te equivocas diciéndolo vendrá Hades y te llevara con él al inframundo y eso es lo que no queremos.-Dijo Sheila mirándolos a todos.

Vale pero de donde ha salido esta cosa.-Pregunte mirándola con curiosidad.

La receta es simple, un chorro de sangre del amado, una lagrima de la que predice muertes y partes del cuerpo que vivan tras la muerte.-Dijo mirando a Tyler, Louisa y después a Josh.

Deje de preguntar cosas ya que cada vez me iba gustando menos el modo en que Sheila había conseguido que pudiera o no hablar con el dios.

Salí al jardín y vi un montón de hojas de menta apiladas en una esquina, otro montón de amapolas y otro montón de granadas rojas, formando un triángulo perfecto.

Cuando me acerque con el líquido en las manos mire hacia atrás para ver si Sheila daba su visto bueno a lo que estaba haciendo.

James, recuerda que debes quemar todos los montones antes de lanzar el frasco, y el frasco tiene que caer justo en el centro del triángulo.-Dijo gritándome desde la ventana.

Vale Sheila pero ¿Cómo lo quemo?-Pregunte mirándola con cara de pánico.

James, literalmente eres una antorcha humana.-Dijo Sheila dándose un golpe con la mano en la frente, lo escuche aun estando a cincuenta metros de distancia.

Bien allá voy.-Dije mientras quemaba uno a uno los montones y dejando en el centro la botella para acordarme bien de donde estaba.

Cuando acabe de quemarlo todo fui a donde el frasco y lo lancé.

De la nada empezó a salir un humo blanco muy espeso que en cuestión de segundos me nublo completamente la vista.

Era Tánatos.

Instito IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora