Epicentro.

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Entraste por la puerta y captaste mi atención con esa bata puesta

Casi a cámara lenta seguí tus movimientos mientras me revelabas lo que había debajo de ella

Ese conjunto, esas medias negras, esa lencería

Cómo explicárselo, inspectora

Simplemente, me ponía

Me ordenaste deshacerme de mi pijama anticuado

Abandoné los apuntes y me desabroché los botones como si me estuviesen quemando

Tú fuiste más práctica, rompiste la camisa y salieron rodando

Te me subiste encima, cual vaquera cabalgando

Redujiste la distancia hasta que todos los centímetros quedaron eliminados

Escuché "Dime el punto uno, continúa hablando"

Dispersión, yo arriba, sentado y tú bajando

Te agachaste lentamente sin dejar de buscarme los ojos

Te la metiste sin paciencia ni reparos hasta el fondo

Me mandaste al cielo, me elevé a las nubes y solo regresé para apreciarte en acción escupiendo en mi glande

Para dejarla resbaladiza y facilitarte la subida y la bajada, de la cabeza a la base

Acariciaste mis testículos, probaste su peso

Agarraste con habilidad experta

Manteniéndolos en tus palmas presos

Regresaste a mi altura, me llamaste "Profesor", como si fueses mi alumna

Aunque parezca imposible, puedes apostar a que se me había vuelto aun más dura

Y ganarías, date por segura

Tus manos quitando los tirantes para dejar desnudo tu cuerpo

Tus pezones erectos arañando mi perlado pecho

Poniendo de punta mi varonil vello

Tus dedos en mi miembro, introduciéndome dentro

Pidiéndome el punto dos cuando sabes que la sangre ha abandonado mi cerebro y ya ni pienso

Observándome sonriente y altiva

Setenta y dos horas, susurraba, setenta y dos milisegundos que tardé en olvidar lo que decía

Los prófugos escapan, pero inmóviles en el mismo lugar que ellos no nos atraparían

Dios, la cadencia de tus caderas dejando atrás el ralentí cuando ronroneé que estaríamos sobre sus cabezas y jamás nos pillarían

La clave: cuatro minutos, los árboles, la cima

La que estábamos alcanzando con las suaves sacudidas que comenzaban a tornarse bruscas cuanto más te explicaba el protocolo de huida

Me rodeaste la nunca, te aferraste a mi pelo

Saltaste sobre mi polla a un ritmo frenético

Estimulando tu clítoris excitado, ardiendo, puro fuego

Abarqué tus nalgas, que perfectamente en mis manos cupieron

Me quitaste las gafas, me pediste silencio

Se terminó la lección, el repaso que quieres que pase a hacer es el de tu espalda y tu cabello

El instructor se fue, ahora solo soy Sergio

Y no tengo más plan que terminar de follarte, arrancarte gritos y arrebatarte el aliento

Ocultando mi nariz en el hueco de tu cuello

Inhalando el olor a sexo y sudor que desprendemos

Raquel, Raquel, lo estoy sintiendo, vamos a corrernos

Pude en tu mirada ver

Las contracciones vaginales apretándome

Antes incluso de sentirlas alrededor de mi pene

Tu mandíbula entreabierta, copiando mi reacción, tus respiraciones se mezclaron con las mías

Gemí a tu compás, marcando el inicio de lo que iba a ser el mejor orgasmo de nuestras vidas

Y te escuché, viniste tras de mí pero conmigo

Nuestros jadeos inaudibles, tan agudos, que salieron del espectro de sonidos que los humanos percibimos

Juntamos nuestras bocas sin besarnos

Traspasándonos el oxígeno que nos venía faltando

Me liberé, te llené, te sostuve en mis brazos

Y por fin espiramos

El epicentro

Joder, qué polvazo. 

Epicentro.Where stories live. Discover now