Capítulo patrocinado por la cuarentena

279 30 20
                                    

No creo que tenga mucho derecho a decir ninguna excusa después de haber estado prácticamente dos años sin actualizar (OMG, dos años, joder) Solo voy a decir esto. Llegué a un punto crítico de la historia que nos dirigía a un final que no me gustaba, y cuando más y más lo pensaba y intentaba que funcionase, menos me gustaba.

No fue hasta hace menos de un mes que decidí cambiar todo lo que tenía planeado para la historia, y sí, nada de lo que ocurre en este capítulo estaba planeado de esta manera, pero ahora estoy más contenta, y aunque tengo que trabajar bastante pensando en como cerrar el nuevo final creo que va a ser mejor. Espero.

Así que eso. Siento muchísimo la espera (Seguramente nadie vaya a leer esto después de tanto tiempo, pero tenía que decirlo)

Karen daba vueltas a lo largo del jardín de Aldrich, inmerso en sus pensamientos. De vez en cuando dejaba escapar un gruñido de impaciencia y rabia, mientras sus ojos se posaban en su acompañante. Jenna, frente a él, le sostenía la mirada como solo Jenna lo sabe hacer: con rebeldía y cabezonería contenida. Llevaban así unos cuantos minutos, y ambos sabían que su contrincante no iba a ceder, no en este tema.

— Llevan una semana sin dar ningún reporte —mencionó Karen. Su voz suena pastosa, cansado de haber repetido lo mismo mil y una veces. Jenna le respondió como las mil y una veces anteriores.

—Sabíamos que eso era una posibilidad cuando iniciamos el plan.

—Cuando vosotros iniciasteis el plan —remarcó el rey, sin preocuparse en esconder su descontento—, no recuerdo que me invitaseis a dar mi opinión.

—Estabas demasiado ocupado planeando bodas —comentó la muchacha con sarcasmo.

—Eres un encanto de personas ¿lo sabías? — El chico se cruzó de brazos y no pudo evitar reírse por la ironía—. Ahora entiendo por qué me gustas.

Jenna pareció ponerse a la defensiva ante su sarcasmo.

—Majestad, váyase a la...

Karen se estaba cansando de aquella conversación sin sentido así que decidió ir al grano, interrumpiendo el insulto.

—Voy a salir a buscarles.

Puso rumbo a la entrada de la mansión. Jenna se separó del tronco sobre el que había estado apoyada observándole  y se apresuró a seguirle.

—Ni siquiera sabes dónde están. Además, vas a interferir en su trabajo.

—¡Puede que estén en problemas!

—O puede que tú les metas en problemas si decides ir ahí.

Aquello hizo dudar al rey, que enmudeció unos instantes.

—No puedo quedarme aquí a esperar —confesó, en un susurro tan bajo que la muchacha tuvo que hacer esfuerzo para entenderle. Mantenía los ojos fijos en el suelo de piedra, incapaz de alzar la mirada—, siempre estoy esperando y preocupándome sin poder hacer nada. No puedo más, Jenna.

La joven soltó un largo suspiro.

—Es el precio que tienes que pagar, Karen. Cuando tienes que sostener el peso de un reino entero no puedes permitirte pensar en los deseos de un solo individuo. Incluso aunque ese individuo seas tú. 

Aquellas palabras no eran servían de consuelo para el rey, comprendiendo que aquella frase se aplicaba a mucho más que solo su deseo de ir a buscar a su amigo. Iba a quejarse de nuevo cuando porque la muchacha le agarró repentinamente de la manga y tiró de él hacia ella.

—¡Eh! ¿Pero qué haces? — la muchacha se llevó los dedos a los labios, pidiendo silencio, mientras sacaba la espada y se colocaba frente a él, protegiéndole.

Sin rumbo (BL) (Rumbo a la guillotina 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora