Abre los ojos, y su respiración se acelera. No puede ver, no puede ver. Es como si todo fuera completa oscuridad, así que el miedo comienza a apoderarse del cuerpo de la menor.
De la nada, puede ver. El rostro de un hombre un tanto anciano, pero tiene una mirada tan dulce que no puede evitar preguntarse si es su abuelo. Intenta moverse, pero no puede. Entonces, simplemente se queda quieta, como siempre lo ha hecho desde el inicio de su existencia.
—Tu nombre es Mary. —Dice el anciano, escribiendo en la esquina del cuadro su firma. —Y yo soy Guartena, tu padre.
—¿Padre?
De repente, podía hablar, podía moverse, sentir, oler. Era como estar viva, pero en ella se sentía mucho mejor.
Pasaron los días, ambos siempre estuvieron felices juntos. Mary reía, y dibujaba solo para él, pues ella decía y tenía la filosofía de que los dibujos son solo para personas especiales e importantes, y él era una de ella. Pronto, más mujeres comenzaron a ir a casa. La veía pasar, apsar de largo hacia la habitación de su padre, y a la mañana siguiente se iban.
Una de ellas, quien siempre vestía de rojo, fue retratada en un lienzo por su padre, y lo único que ella pudo pensar, fue que quizás, esa mujer era una persona más importante que ella. La tristeza la invadió, y cada mañana, cada tarde, y cada noche, se sentaba en la ventana junto a su lienzo a contemplar la marea de las olas que iban y a venían, cantando una antigua canción que cuando su padre la amaba, le cantaba.
En sus manos siempre cargaba una rosa amarilla que ella misma había hecho, pues ella siempre decía que las rosas son su representación de vida; la representación de tu alma.
Un día aquella mujer se fue para nunca más volver, y luego, llego otra, vestida siempre de azul, y luego otra, vestida siempre de verde. No lo entendía, ¿Por qué a ellas las amaba más que a su mujer? Nunca la retrató, nunca lo hizo. El único recuerdo de ella era una vieja foto colgada sobre la chimenea, la cual siempre que una mujer venía, la volteaba o la escondía.
Una noche, ella salió de la mano con su padre. Se acostaron sobre el césped, para ver como las estrellas brillaban como diamante en el vasto cosmos.
—¿Sabes, Mary? —Dijo el hombre, ya muy anciano. Veinte años ya habían pasado. —Siempre me gustó pintar paisajes nocturnos. Siempre he creído que las estrellas son personas, que desde el cielo ya muerta nos observan, y nos iluminan el camino.
La niña, ya sabiendo lo que se venía, sonrió, y dijo:
—Siempre te amaré, padre.
Y el hombre, sonriente y en paz por las palabras de la niña, murmuró somnoliento:
—Yo siempre te querré a ti, hija.
Y en la noche más estrellada del año, una niña contemplo la muerte de su padre, rompiendo en llanto de dolor.
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Ib 2:El regreso de la Galería [TERMINADA]
ФанфикAños después de aquella promesa.... Ib ya tiene 16 años de edad. La castaña va a aquella cafetería en la que ambos siempre se encontraban para hablar. Sin embargo, no todo es del color del arcoiris, y tras la nueva inauguración de las obras de Guar...