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—¿Entonces me perdonas? —pregunta, sin arrancar su mirada de mí

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—¿Entonces me perdonas? —pregunta, sin arrancar su mirada de mí.

—Eh... —río antes de darle una respuesta en condiciones—. No te vengas arriba.

Continuamos caminando en silencio, ninguno de los dos se atreve a hablar y el único sonido que nos rodea es el de nuestros pasos. Los pasillos que minutos antes estaban abarrotados ahora se encuentran abandonados y las voces que los llenaban ahora son imperceptibles.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Johnny se atreve a romper el silencio.

—Adelante —le doy vía libre para hacerlo.

—¿Por qué no le has contado nada a Mr. Wright?

—Espera mucho de mí... bueno, de los dos —comienzo a explicar—. Sabes, después de hablar con él puedo decirte que opina muy bien de ti, y no seré yo la que arruine la idea que ha formado sobre ti en su cabeza.

—¿Estas diciendo entonces que su opinión sobre mí es errónea y la tuya correcta? —levanta una ceja anticipando mi contestación.

—No exactamente —me limito a decir—. Su opinión sobre ti está basada en un currículum y tus notas están lejos de definir quién eres. Por eso creo que su opinión sobre ti no es del todo acertada. Con esto no quiero decir que sea absolutamente errónea.

—Ah —su mirada cae el suelo.

—Pero —la vuelve a elevar—. La mía está basada en una experiencia de un día. Creo que la opinión de Mr. Wright sobre ti es tan poco acertada como la mía.

—¿Qué puedo decir? Soy un hombre enigmático —bromea, dándome un suave codazo en el costado.

—¿Entonces me ayudarás con el proyecto? —pregunto esperanzada.

—¿Me perdonas? —dispara.

—Si te digo que sí, ¿colaborarás? —Johnny se limita a asentir—. Te perdono.

—Entonces soy todo tuyo —sé que habla sobre el proyecto pero sus palabras causan en mí unas leves mariposas. Pero leves. Muy leves.

***

Ha llegado la hora de la comida y me encuentro en el gran comedor. La multitud que esta mañana llenaba los pasillos se ha trasladado a la sala donde todos almorzamos y me pillo echando de menos el silencio que nos rodeaba a Johnny y a mí esta mañana durante nuestro paseo por el instituto.

—¡Gabby! —la voz de Stephanie me pilla por sorpresa y cuando me giro para devolverla el saludo se abalanza sobre mí y me envuelve en un abrazo.

Mi lección (Johnny Orlando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora