19 - INVOCACIÓN

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Draco

Nuevamente estamos aquí, en la puerta del jardín, recibiendo a todo aquel que quiera presentarle sus respetos a mis padres. No dejo de saludar a gente, pero ni siquiera me entero de quienes son. Mi cabeza está en otro lugar. Más concretamente en el bebé que crece en la tripa de mi madre. ¿En serio es posible que eso suceda? 

—¿Te encuentras bien, Draco?

Salgo de mis pensamientos para volverme y ver a una preocupada Ángela. Pobre... Por si fuera poco lo que ha tenido que soportar esta mañana, ahora tiene que estar aquí conmigo. Le he pedido que se fuera a descansar, pero no me ha hecho caso y eso es algo que le agradezco en el alma. Me sienta bien tenerle a mi lado.

—Sí, disculpa —respondo con una sonrisa —. Sólo estaba un poco distraído.

—¿Quieres que vayamos a dar un paseo? Tal vez te siente bien.

—Te lo agradezco mucho —contesto dándole un suave beso en el pelo —, pero debo quedarme aquí. Ya sabes... Es mi papel. Pero si tú quieres ir a dar una vuelta...

—De ninguna manera. Yo me quedo contigo.

Sonrío. Es un ángel. No. Es una diosa, mi diosa. Y no podría ser más feliz por eso.

Las horas pasan muy despacio y cada vez me cuesta más disimular el gran aburrimiento y hastío que esta situación me produce. Por suerte, llega la hora fijada y podemos irnos a descansar. Bueno... Eso es un decir. En cuanto cenemos, nos espera más trabajo. Por lo que han comentado, quieren que invoquemos a los cazadores y leamos el códice. Casi nada... Menos mal que hemos dejado a minidrogo encargado de alimentar a nuestros padres. Como es invisible, nadie le verá.

Tras una buena cena nos dirigimos al salón. Una vez tenemos una copa cada uno en la mano, nos disponemos a brindar por nuestros padres, pero somos interrumpidos por mi abuela.

—¿Y mi pequeñín? —pregunta mirando por todo —. ¿Dónde está? Me vendría muy bien un abrazo suyo en estos momentos.

Se me hace un nudo en el estómago al ver a mi abuela así. Por desgracia, tengo que mentirle. No puede saber lo que está haciendo en realidad su "pequeñín".

—Estaba agotado y se ha ido a dormir —respondo —. No te preocupes. Mañana le verás.

Ella me dedica una triste sonrisa y corre a refugiarse en los brazos del abuelo Viktor, quien le mira conmovido. Me da pena verles así. Podría contarles la verdad y hacer que se animaran, pero he prometido no decir nada. Además, no sabemos si será posible, por lo que no quiero que se creen falsas ilusiones.

Mi abuelo levanta el vaso y nos mira a todos.

—Propongo este brindis por Drogo y Cris. Dos seres de luz, dos personas maravillosas y un amor que dudo nunca se vaya a repetir.

Todos levantamos nuestras copas con tristeza para brindar por ellos y bebemos en silencio. Está claro que todos pensamos igual que él. No habrá nunca nadie como mis padres, ni habrá un amor como el que ambos se tenían.

—Ahora vamos a empezar con la invocación —continúa —. Es muy tarde y todos estamos muy cansados.

Todos asienten. La verdad es que ha sido un día muy largo.

Mi hermana y yo nos ponemos de pie y nos acercamos a nuestro abuelo, quien nos mira con una triste sonrisa.

—¿Lleváis las dagas? —pregunta.

Ambos sacamos cada uno nuestra daga y se las mostramos.

—Perfecto. Ahora, chocadlas.

Christen y yo nos miramos intrigados. No entendemos muy bien que por eso se pueda producir una invocación. ¿Acaso no hace falta magia para eso?

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora