Camino nunca había imaginado ver a tantos jóvenes apiñados en un tren. El tren de cercanías comenzaba el recorrido en su pueblo, y desde su barrio, Acacías, hasta la estación no había más de quinientos metros, así que había llegado a tiempo y conseguido un sitio sin problemas.
Desde la comodidad de su asiento, podía observar tranquilamente a los demás, siempre de forma decorosa.
Un chico miraba melancólico por la ventana justo en frente de ella, melancólico o medio adormilado porque Camino juraría haberlo visto pegar más de una cabezada. A su derecha se sentaba un hombre de mediana edad, leyendo unos papeles a los que Camino no les había dado mayor importancia. Frente a ella, en el asiento de la derecha, una chica joven, escuchaba música con sus cascos y mientras tanto también observaba a su alrededor... Cuando se aburría de observar a los demás, llegaban los de la siguiente parada y Camino espiaba divertida, como se empujaban y compartían miradas de enfado. Así fue sobrellevando el viaje, hasta que llegó la antepenúltima parada. Los nuevos entraron en tropel, empujándose y retándose con la mirada. Cuando el chorreo de gente pareció terminar, una mujer entró relajadamente. Camino juraría que en ese momento el tiempo se detuvo y solo podía mirarla a ella.
La mujer en cuestión tenía algo que le había llamado irremediablemente la atención. A parte de un brazo en cabestrillo, destacaba por encima del resto por su elegancia y belleza. No era una belleza despampanante, sino esa belleza que solo es capaz de ver un artista. Tenía la mirada profunda y grandes ojos verdes y alegres, la sonrisa era amable y atractiva y la nariz pequeña, en sintonía con los demás rasgos. Tenía el pelo negro y ondulado y lo llevaba recogido en un moño muy laborioso, o al menos así se lo pareció a Camino.
Sin demora, sacó su bloc de dibujo y comenzó a esbozar los primeros trazos de un retrato robado. No era la primera vez que lo hacía, pero en esta ocasión tenía que admitir que no se trataba de ningún ejercicio, solo quería recordar el rostro de aquella hermosa mujer. Mientras lo hacía, no dejaba de pensar que ella jamás estaría a la altura de una mujer así, "tan mujer". Ella solo era una niña, se sentía como tal. Acababa de salir de su entorno familiar y acomodado, no tenía muchos amigos y era simplemente una estudiante. Delgada, con pocos pechos y rostro demasiado aniñado. Ni siquiera había tenido un novio serio, mientras que muchas de sus compañeras de instituto ya llevaban años con sus parejas. Camino no sabía qué era lo que le pasaba a ella... ningún chico le gustaba... su hermana mayor le decía reiteradamente que ya encontraría al adecuado, pero Camino seguía sin saber que debía tener para ser el adecuado.
En una de las ocasiones en que estaba observándola, la morena le devolvió la mirada y frunció el ceño con extrañeza. Camino se sintió descubierta y tapó en un acto reflejo la hoja. Al momento el tren se movió con un vaivén brusco y la mujer trastabilló aparatosamente hasta dar casi al lado del asiento del hombre que se sentaba junto a Camino. Resopló nerviosa, se irguió y sonrió al hombre, disculpándose educadamente.
- Disculpe.
Camino se quedó mirándola embelesada. Su voz era tan sugerente como su sonrisa. Retiró la mirada veloz cuando la mujer la miró y entonces fue cuando se dio cuenta de su torpeza.
- Oiga, por favor, siéntese.- le ofreció un poco brusca, levantándose nerviosa y apresuradamente.
- No se preocupe.- Contestó la morena mirando a Camino intensamente, como si con la mirada intentase ser agradecida.
- Siéntese aquí, yo me bajo ahora.- Interrumpió el hombre de mediana edad, sentado junto a Camino, y en ese momento el tren se detuvo.
- !Vale, gracias!.- Dijo la mujer contenta y aliviada.
Con un movimiento ligero pero torpe, Camino cerró el bloc y levantó la vista nerviosa, mirando al frente, sin atreverse casi a respirar. El corazón le latía deprisa y no entendía el motivo.
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Impresión, sol naciente (Maitino love)
RomanceMaite es profesora de Historia del Arte y Camino una de sus alumnas. Cuando Maite se ve obligada a trabajar con un brazo en cabestrillo, Camino se convierte por azar en su ayudante. La relación primero tensa, ira tornándose cada vez más cercana e in...