Capítulo 30

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—Debería decir que esto es lo que estamos buscando — interrumpió mi embobamiento. Le miré y le vi asentir a la pared. Me acerqué un poco más para ver que estaba escrito en la pared. Bellamente escrito y cuidadosamente espaciadas palabras llenaban las paredes en racimos. Cada grupo parecía tener un tema y eran viejos, la caligrafía era algo que siempre había anhelado, por lo que su aspecto la hizo envidiosa.

Había una pluma, negra y larga, en un bote de tinta en una mesita en el centro de la habitación con una pila de papel de pergamino antiguo. Había una silla y eso era todo. El resto de las paredes se hallaban llenas de estantes y en los que no había estantes estaban los escritos. Pasé los dedos por ellos para leer los títulos de los libros. Casi todo lo que había era literatura de las mujeres y poesía. No era una biblioteca muy diversa si me preguntabas.

Rodney parecía estar haciendo lo mismo que yo, mirando todo a su alrededor. Era extremadamente polvoriento, diciéndome que nadie más había hecho ese viaje loco por las escaleras últimamente. Llegué a la pared que no tenía escritos ni estantes. Tenía una cadena en la parte superior de la pared, así que, naturalmente, tiré.

Grité y salté hacia atrás cuando la pared se me vino abajo. Rodney pasó por encima y puso su brazo como si fuera a protegerme... de la cama polvorienta escondida que había sacado de la pared.

—Lo siento —murmuré justo antes de escuchar a Harry en mi mente.

¡Oye! ¿Cuál es el problema?

Nada. Sólo me asusté... de algo. Una araña.

Inmediatamente cerré mi mente para que no viera nuestro plan.

Iba a tratar de convencerme de no hacerlo.

________...

Te amo, Harry, pero no ahora.

Y luego lo eché por completo. Odiaba hacerlo, pero tenía que hacer esto para que pudiera ir a salvar su lindo trasero. Tan loco como sabía que se iba a poner, tenía que hacer todo esto. Y tenía que ser ahora, esta noche.

—¿Por qué habría una cama aquí? —reflexionó Rodney y la empujó de nuevo en la pared—. ¿En la biblioteca?

—Espera... una biblioteca llena de novelas, una pared llena de divagaciones Videntes o lo que sean, y una cama. Aquí es donde la Vidente se quedaba. Este era su cuarto.

—¿Pero por qué iba a querer quedarse aquí completamente sola en medio de un palacio como este?

—No tengo idea —respondí y luego pasé las manos por mi cabello—. Pero esperaba por un libro o algo para leer después. Nunca voy a recordar nada de esto y quería leerlo todo. —Toqué la pared, frotando mi pulgar sobre la palabra restitución—. Esto no va a hacerme mucho bien. No puedo colarme de nuevo hasta aquí cada noche para leer.

—Las chicas y sus preocupaciones —se burló y me sonrió—. ¿De verdad crees que vine sin prepararme?

—¿Qué? —pregunté mientras sacó su celular y comenzó a tomar fotos de todos los bucles de palabras. Me eché a reír—. ¡Oh! ¡Eres un genio!

—Debo haberme contagiado de ti —dijo en broma y una vez que consiguió todo, se volvió hacia mí—. ¿Ahora vamos a rescatar al marido?

—Por favor —dije, y ya empezaba a sentir el dolor en mi espalda de estar sin él.

Yo iba delante, pero bajar las escaleras era mucho más fácil. Una vez que llegamos al fondo, me condujo por otro pasillo diferente del que vinimos.

—¿Cómo sabes dónde está todo en este lugar?

—He estado viniendo aquí toda mi vida. Harry, Liam y yo. —Negó con la cabeza mientras pasaban recuerdos en su mente—. Siempre corriendo y tratando de encontrar pasadizos secretos y cosas por el estilo. Jugábamos a los piratas en el techo cuando teníamos seis, a las escondidas en los pasillos cuando teníamos nueve, y corríamos de las chicas con piojos cuando teníamos trece. —Se rió para sus adentros—. Pasamos mucho tiempo juntos cuando éramos pequeños. No tanto últimamente, sin embargo. —Me golpeó en el hombro—. Te culpo a ti.

Le sonreí tímidamente. —Acepto la culpa. Siempre he sido una alborotadora.

—No creo eso ni por un segundo, señorita.

—Oh, no lo sabes. Liam solía meterme en todo tipo de problemas.

—No pude evitar sonreír al pensar en ello—. Siempre empezaba cosas en la escuela, bromas y esas cosas, y entonces arrastraba a todos con él. Solía iniciar cantos en medio de los discursos del director y le ayudábamos, pero al final todos nos metíamos en problemas. Todos nos hundíamos con el barco —me reí.

—Podría ver a Liam hacer eso —también se rió—. Sabes, sé que puede ser difícil para ti, pero recuerdo la primera vez que Liam me habló de ti.

—¿Liam te habló de mí? —pregunté con bastante curiosidad.

—Sí —respondió y sonrió con tristeza. Metió el dedo pulgar en el bolsillo—. Me dijo que había una chica que era humana y la iba a tener

—se rió, pero negó con la cabeza—. Le dije que estaba loco. Que sus padres lo matarían, que la chica pensaría que estaba loco una vez que se reuniera con la familia, pero no quiso escucharme. Lo tenía todo planeado. Iba a pedirte una cita la noche de graduación y si decías que no, iba a poner ojos de cachorro hasta que te derrumbaras. —Mi boca se abrió en shock, porque eso era exactamente lo que Liam había hecho. Se rió al ver mi expresión—. Entonces iba a llevarte a comer y al cine, y luego al parque donde planeaba derramar sus tripas enfermas de amor. Iba a decirte que había estado enamorado de ti por siempre y no quería ser tu amigo tonto nunca más.

Guau. En realidad, habían sido sólo pocas horas de ese mal momento. Harry había impedido eso cuando lo salvé. Aunque fuimos a una cita, excluyó lo del parque y la confesión. Me pregunté qué le habría dicho si habría puesto todo para mí y no había un Harry involucrado. Me dolía el corazón un poco al pensar en eso.

—Guau —fue lo único que pude decir.

—Sí —dijo con ironía—. Así que es un poco extraño para mí verlo tan feliz con Lynne cuando estaba tan contento de ser miserable esperando. —Le lancé una mirada, levantó las manos y se echó a reír—. Sólo digo. Pero así es como funciona la imprimación. Los que no se han imprimado se quejan un poco porque parece que te roban tus opciones, pero no es así. Liam eventualmente hubiera renunciado a ti y cuando se fuera a la casa de verano en California, se habría topado con Lynne en ese club de todos modos. Y habrían comenzado algo. Es el destino, pero el destino sólo nos da un empujón en la dirección correcta en el carril rápido, te garantizo que no tiene las manos en tus bolsillos mientras lo está haciendo.

Le miré fijamente. —¿Eso es lógica de vaquero?

—Sí, señora, lo es —respondió con su mejor acento sureño y sonrió.

Cambios (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora