Flash back
- ¡¡Arthur!! ¡¡Arthur!! – Giré mi vista hacia él en cuanto escuché mi nombre provenir de sus labios dejando sobre la mesa los documentos que estaba consultando y pude divisar una pequeña herida en uno de sus dedos, mientras mostraba un puchero y algunas lágrimas derramándose por su rostro.
- ¿Qué pasó, Alfred? – dije algo preocupado mientras le tomaba la mano y examinaba la pequeña herida que apenas y mostraba unas gotas de sangre. Aun cuando ya era un adulto a veces parecía ser un niño.
- Intentaba pelar unas papas como me enseñaste ¡¡y no pudeeeeeeee!! ¡¡Duele!! ¡¡Dueleee!! – gritó con fuerza mientras sus ojos continuaban lagrimeando.
- ¡¡No llores!! No es grave –le indiqué para calmarlo, a veces era inevitable mi instinto como hermano mayor – Espera aquí... - Fui al baño por el botiquín y saqué de este un desinfectante junto con una bandita para luego apresurarme a volver con mi "hermanito", el cual ya era más alto que yo.
Al llegar, Alfred aún mantenía el dedo extendido y ese puchero mientras sollozaba. Sonreí, más tierno no podía ser. Limpié su herida y coloqué la bandita con cuidado – Ya está... ¿mejor?
Fue entonces que la sonrisa de Alfred volvió a aparecer y mi corazón latió alborotado en mi pecho y sintiendo tantas emociones al mismo tiempo que me era difícil respirar. Escuchar su "Gracias" fue lo que hizo que comprendiera en ese momento algo: que mis sentimientos hacia él crecían cada día más y más.
Fin del flash back
- ¡Mami! ¡Mamiiiii! ¡Ya despierta! – mi pequeño Oliver se encontraba sobre mi cuerpo y cobijas manteniendo una gran sonrisa y su cabello todo despeinado como cada mañana. Aquel recuerdo había sido un sueño - ¡Mami! ¡Es esta noche! ¡¡Esta noche es nochebuena!! ¡I'm excited!
Oliver comenzó a brincar por lo que suspiré sofocado abriendo finalmente los ojos y luego lo sostuve atrayéndolo hacia mí para envolverlo entre mis brazos, llenándolo de besos por todo el cabello y parte de su rostro. Mi hijo comenzó a reír por los mimos mientras le miraba con todo el amor del mundo y le sonreía. Tenía el cabello rubio, podría decirse que era un color amarillo, su tez blanca como la nieve, mejillas coloradas que se encendían cuando reía, lloraba o se enojaba, y unos enormes ojos azules claros, igual que los de su padre. Me gustaba más pensar que eran los mismos que los que Alfred tenía... A decir verdad, me gustaba pensar que tanto su físico como su personalidad eran muy similares a las de él.
- Sí, hoy iremos a América – mencioné intentando aparentar emoción para que no supiera los abrumadores choques emocionales que realmente tenía en mi interior. Aún me costaba entender cómo hacía unos días pude encontrarme de nuevo con Alfred. Es decir, llevaba tantos años sin saber de él, sin buscarlo, sin mirar esa boba sonrisa. Me sonrojé al volver a recordar y fruncí el ceño intentando concentrarme de nuevo en el pequeño travieso sobre mi regazo – Por el momento vamos a desayunar, ¿sabes si ya está listo, Oliver? – pregunté sentándome en la cama mientras mi hijo saltaba al piso y asentía varias veces emocionado, le encantaba la comida que preparaba Evie.
Así es, aunque no me gustara al inicio la idea, cuando mi hijo comenzó a crecer, me di cuenta de que la comida que hacía yo, no ayudaría mucho. Además de que varias veces tenía que salir por trabajo y no podía dejarlo solo en casa, así que le pedí ayuda a una señora que me recomendaron. Era bastante mayor, cabello canoso, lentes en forma de círculo y una bonachona sonrisa que te daba confianza desde el momento en que la conocías. Tenía un excelente sazón y era muy dulce con Oliver.
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~°° De espinas a rosas °°~
Roman d'amourDespués de la independencia de América hacia Reino Unido, Arthur decidió guardar sus sentimientos por Alfred en un intento de olvidarlo. Es por ello que cuando el hermano mayor de este, Alphonse, se le declaró, no dudó ni un momento en aceptar su p...