Capítulo 18

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Estuvieron tan cerca de atrapar a la Güera, ella, después de este encuentro, ya sabía de donde lastimar a Fernando, y cómo acabar con él. 
Fernando sólo quería terminar con todo esto de una buena vez, abrazaba a Alex, mientras la llevaba a la ambulancia que había solicitado, habían algunos agentes heridos, pero ninguna pérdida que lamentar. 
-Déjame sola, esto fue culpa mía- dijo Alex muy decaída -La güera logró huir esta vez, estuvimos a punto de atraparla, y no la atrapaste sólo porque tenías que restacarme. 
-No lo digas de nuevo, esa mujer no es más importante que tu, no quiero perder a nadie más.- dijo Fernando la llevó hacia los paramédicos, ellos la ayudaron a acomodarse y a limpiar los raspones que Quevedo le había provocado, en eso sonó su micrófono. 
-Fer hallamos a la Güera. aún puedes alcanzarla. 
-¿Hacia dónde va?
-Está por salir hacia el oeste, rumbo a la frontera, aún puedes detenerla. 
Fernando no quería dejar sola a Alex, después de lo que vivió, pero ella parecía haber leído sus pensamientos. 
-Anda, atrápala- lo miró con tristeza- no te preocupes por mi. 
Le dió un beso en la frente y se embarcó rápido en una lancha, fueron a prisa al lugar donde ya se había apostado varios agentes, e iniciaron una balacera. Ricardo había dejado su puesto de vigía y estaba con el arma en la mano colaborando. 
La lancha de Fernando estaba muy cerca y ya divisaba a Sara y a Quevedo, el hombre conducía, ella estaba disparando. Hasta que ambas lanchas estuvieron en la misma dirección, entonces Fernando lanzó un disparo de advertencia. 
-Detente Sara, será mejor que te entregues- gritó Fernando. Quevedo seguía conduciendo a toda velocidad
-Primero te veré muerto Shadow, antes de entregarme, ya sé de donde cojeas imbécil. 
-DETENTE- gritó Fernando, apuntando directamente a Sara, no quería herirla, la necesitaba viva. 
Lo que no vió venir es que Quevedo dejó el timón y le disparó, la bala le atravesó el brazo izquierdo, el proyectil salió rápidamente, dejando inhabilitado a Fernando,  Quevedo disparó de nuevo varias veces, dos balas se fueron desviadas y una tercera impactó en el estómago de Ricardo, que venía a auxiliar a Fernando, él que había soltado su arma por el impacto, no pudo reaccionar a tiempo y mientras buscaba su pistola Quevedo aceleró y su lancha desapareció. 
-Maldita sea- gritó Fernando, dió la vuelta a la lancha con su brazo sano. luego trató de auxiliar a su amigo. 
-Estoy bien- Ricardo se apretaba la herida, la sangre salía fluidamente. 
-No Ricardo, tenemos que llevarte a la orilla, AUXILIO- Fernando gritaba en la lancha, no podía maniobrar el timón con una mano, así que pidió ayuda, unos agentes llegaron a los segundos en otra lancha, se pegaron hacia el lado derecho y uno de ellos muy hábilmente saltó, tomó el timón y llevó a los heridos hacia el embarcadero, el otro agente mientras tanto, pedía la ambulancia para los heridos. 
Al llegar a la orilla, se llevaron a Ricardo en la ambulancia al hospital más cercano, mientras otros paramédicos atendían a Fernando. 
-No se mueva agente- le dijo la mujer que estaba revisando la trayectoria de la bala- tiene suerte que la bala saliera de inmediato. 
-Lo sé, gracias- Fernando estaba muy decaído, en parte esto fue su culpa, no tomó en cuenta las precauciones necesarias y hubo más de un herido, pero más que nada, tenía culpa por lo que le pasó a Alex. 
Ella se acercó y al verlo se puso muy seria, quería decirle que todo era culpa suya, pero en el fondo sabía que no sería prudente culpase, era parte de su oficio. 
-No es nada Alex- Fernando la miró también muy serio, el instante fue algo incómodo, eran conscientes que habían descuidado su trabajo y que de seguro Rubén les daría un largo sermón. 
La paramédico terminó de auxiliar a Fernando y le indicó que debía ir a hospital para que le puedan tomar placas radiográficas y descartar algún problema mayor, Alex lo miraba con ganas de abrazarlo, pero sus sentimientos debían esperar, los dos se miraron y caminaron en silencio hasta la patrulla, durante el camino no se dijeron ninguna palabra y llegaron a la Comandancia, Fernando recibió la llamada de Rubén, y fue directamente a su despacho. 
-Espero que tu brazo mejore pronto- Dijo Rubén muy serio, casi nunca se le veía así. 
-Gracias ¿Cómo está Ricardo?- preguntó Fernando. 
-Ya le practicaron una cirugía, sacaron la bala y ya está en recuperación, estará repuesto en un mes.
Fernando se quedó en silencio, esperando que su amigo empezara con los reclamos, pero no hubo nada de eso. 
-Aunque no lo creas, no diré nada más Shadow, pero creo que tu serás tu propio juez, como tu jefe tendría que darte un llamado de atención, te descuidaste y pusiste en riesgo a muchas personas, incluyendo a alguien que es muy importante para ti, pero como tu amigo y conociendo tu historia, no creo ser capaz de decirte nada, yo soy consciente que tu vida cambió desde hace tiempo. 
-Es difícil tratar de ocultar mi pasado- dijo Fernando- hay momentos en los que quiero volver a ser Fernando Tellez, aquel hombre dedicado a su trabajo, que tenía amor y una familia, algo porque luchar, no sólo quiero ser Shadow, quisiera regresar a mi vida pacífica, sin andar arriesgando mi integridad y la de otros, ayer con Alex, quise que ese hombre volviera a vivir, sólo quise ser Fernando. 
-Te entiendo, pero has tomado una decisión, decidiste convertirte en agente encubierto, tomaste este camino y quiero que te enfoques, además ahora ya tienes algo porqué luchar, tienes a una mujer, una gran mujer que ha sufrido como tú, la vida los ha puesto en esta misma dirección, lucha por ella, así le demostrarás que lo que le pasó ya forma parte de su pasado, luchen ambos por una vida pacífica juntos. Termina este trabajo, solamente hazlo con prudencia, termina esta misión, lleva a Güera y a su secuaz ante la justicia, y podrás volver a darle esa paz a Alex y tu podrán vivir su amor a plenitud 
-¿Sabes lo de aquel hombre?- Fernando miraba a su amigo, atónito, 
-Lo he sabido siempre, ella me lo contó. Te dejaré pensar en lo que hablamos, espero que te recuperes pronto. 
Fernando salió pensando en todo lo que habían hablado, se fue rumbo al hospital policial en un taxi, para hacerse las placas radiográficas, no había lesiones graves, pero su brazo por el impacto debía estar en descanso por lo menos un semana.
Estaba en el taxi de vuelta a su departamento cuando recibió un mensaje de Alex. 
-Debemos hablar, te espero en tu casa- le escribió. Fernando sabía que debían hablar, era necesario. Al llegar a su departamento, vio a Alex parada en la puerta, estaba muy deprimida y se notaban sus ojos hinchados por haber llorado. 
Fernando abrió la puerta y los dos pasaron en silencio, ya dentro de la sala, no podían evitar estar separados, ella lo abrazó como si su vida dependiera de ese abrazo, él con su brazo bueno la acurrucó y la acercó hacia su corazón. 
-Discúlpame mi niña, fue mi culpa- dijo él- lo que viviste hoy fue culpa mía. 
-No es verdad, simplemente pasó- Alex no pudo aguantar y se puso a llorar de nuevo, sin hacer mucho ruido,
-Tranquila mi niña, ya no llores, ha sido difícil lo que nos ha pasado hoy. 
-Pero debemos tomar una decisión, creo que es tiempo de dejar nuestro sentimientos de lado, terminar con esto de una vez. 
-No puedo ya dejar de amarte mi niña. 
-Yo tampoco, pero es esencial que sólo nos veamos como compañeros de trabajo, creo que nos dejamos llevar. 
-No me pidas eso mi niña, me aterra la idea de dejar de amarte. 
-Es lo mejor, Te amo Fer, pero debemos esta vez solo pensar como equipo de trabajo, la Güera aprovechará cada oportunidad para hacer más daño y no quiero perderte. 
-Yo tampoco quiero perderte mi niña, pero sólo prométeme algo- Fernando le tomó las manos con su brazo libre y se las besó- que pase lo que pase nunca olvides que siempre te amaré, a pesar de todo lo que pueda pasar, jamás olvides que daría mi vida por ti, ya que ahora ya somos parte uno del otro. 
Alex ante esas palabras volvió a llorar. Fernando le secó las lágrimas con sus dedos
-No llores, por favor, sé fuerte ¿Me lo prometes?
Alex solo asintió, se acercó a Fernando sin decir una palabra y lo besó, quería sentir sus labios como despedida, ese beso era el cierre de un tiempo hermoso junto a él, Fernando respondió al beso con la misma intensidad, quería grabar su sabor en la memoria, fue muy triste despedirse de algo que era tan bello, un amor que nació en medio de una búsqueda de justicia, su amor que se consolidó con esa entrega de amor, se tenía que disolver y pasar a otro plano. Alex salió casi corriendo de la casa de Fernando, sin dejar de llorar, lo dejó solo en medio de la sala, con la sensación de tener un vació en el estómago, Fernando estaba experimentando brotes de enojo, por culpa de otros no podía ser feliz, a lado de una mujer que valía su peso en oro, no podía entender porque la vida lo trataba así. 
-¿Qué te hice?- miró al techo en señal de fastidio-¿Qué pecado pude haber cometido para que hicieras de nuevo pedazos mi vida? ¿No te bastó con quitarme a mi familia, y ahora también me separas de ella?
No pudo controlarse más y se fue rápidamente a su habitación, tomó con su brazo sano el primer objeto que encontró y lo estrelló contra pared, necesitaba desahogar la frustración, siguió tirando la cosas, todo lo que encontraba, hasta que solo estaba su cama y el cuadro de Sofía en la mesita de noche, al tomar el retrato antes de tirarlo a la pared, lo observó con detenimiento. 
-Ayúdame Sofia, necesito de regreso mi vida, ya no quiero seguir así- no aguantó más y también empezó a llorar, estaba solo y ya nadie podía verlo ser débil, así se quedó dormido sobre su cama, abrazando la foto de su fallecida esposa, como pidiendo ayuda para la etapa que estaba empezando a vivir, la felicidad se debía dejar de lado un momento, para poder terminar con eso que no lo dejaba en paz, debía terminar su labor y hacer justicia, para después, si la vida lo desea. poder retomar la paz y el amor.

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