Veníamos con ganas de un día y el otro no, pero el ritmo también cambia porque nos sentimos agotados e incluso podemos llegar a estar exhaustos, no tenemos por qué seguir el parámetro con el que acostumbramos, qué importa si pasaron cuatro días y no pudimos plasmar lo que queríamos, qué importa si hoy fue que nos provocó, qué importa si lo hacemos cuando mejor nos sale, tú y yo lo entendemos... pero ¿y los demás? Seguramente no, y es que cada quién va a su ritmo.
Los días se nos hacen eternos porque estamos en un cuadro del que no podemos salir por miedo a ser una víctima más de él, nos preguntamos por qué eligió este momento y por qué este lugar, pero claro... ¡no hay una respuesta!
A veces no tenemos todo lo que queremos, también necesitamos una lección, necesitamos aprender, necesitamos valor, necesitamos sentir de verdad, necesitamos dar una pausa.
Pero, ¿realmente nos sentimos en pausa por qué? Porque estamos cansados, porque extrañamos las pequeñas cosas, porque anhelamos el aire fresco, porque nos queremos iluminar de un rayo de sol, por lo materialista... ¿por qué? ¿te lo has preguntado?
Sin importar cuál sea tu respuesta la verdad es que todos tenemos una necesidad en común, vernos y abrazarnos de nuevo sin tener el miedo de que él siga ahí, sin sentirnos vulnerables, sin agobiarnos porque nos contaminará, sin la necesidad tan siquiera de escuchar de él.
Se nos hace infinita su estadía, se nos complica el hecho de no compartir con los que verdaderamente son los nuestros.
Pero ¿y cuando tuvimos la oportunidad qué? Nos negamos a ir por un café, cambiamos el plan una y otra vez, cancelamos a último minuto, dejamos a alguien plantado, dijimos una mentira para evitar la situación y así muchas cosas más... ¿ahora te das cuenta? Un día lo tenemos y al otro no sabemos.
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UNA CUARENTENA
Документальная прозаUna de esas que te atrapan y te intensifican el alma, abstracta como tú y como yo.