Post-boda / Showho /

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Segunda parte de "Sorpresa"

–Abra grande y diga "Ahh", señor Son –dijo Hyunwoo mientras le daba una gomita con forma de oso a su esposo.

–Gracias, señor Lee –respondió Hoseok, aceptando la golosina con gusto. Una amplia sonrisa que hacía notar sus encías estaba plasmada en su rostro.

Ese tonto apodo que se habían puesto cuando se comprometieron se había mantenido durante toda la organización de la boda. Cada vez que se decían así, un calorcito se instalaba en sus pechos, lo hacía sentir real. A pesar de que no cambiaron sus apellidos legalmente, se había mantenido como una broma interna y ahora que estaban casados, no había razón para dejar de llamarse así.

La noche era fría en el departamento de los recién casados, pero a ellos no podría importarles menos. Aún con su blanca y delicada vestimenta, aunque ya despojados de los sacos de sus trajes y sus zapatos de cuero, el matrimonio se encontraba en el sofá de su sala, disfrutando el calor corporal del otro. Hoseok estaba estirado sobre el amplio mueble y apoyaba su cabeza en las piernas de Hyunwoo. Tenía la camisa abierta hasta la mitad del abdomen y las mangas subidas hasta el codo. La corbata estaba tirada en algún lugar, ni siquiera recordaba haberla traído puesta cuando llegaron a casa. El cabello negro perfectamente peinado hacia atrás, ni un mechón fuera de lugar.

Se miraban fijamente en un cómodo silencio, mientras compartían algunas de las golosinas sobrantes de la mesa dulce. Todo lo demás reposaba sobre la mesada de la cocina en tuppers y bandejas, a excepción de los pasteles que habían apilado en la heladera con sumo cuidado ya que eran demasiados.

Hoseok le prestó toda su atención a su hermoso marido. Tenía su castaño pelo revuelto, los primeros tres botones de la camisa abiertos que le permitía al más bajo apreciar un poco más de su resplandeciente piel morena, el corbatín estaba desarmado y colgaba alrededor del cuello de la camisa. "Simplemente perfecto" pensó Hoseok, con una boba sonrisa plasmada en su rostro enamorado.

–Tu hermana estaba linda hoy. Le sienta bien el embarazo –dijo el moreno, creando conversación, mientras pasaba la mano por los oscuros cabellos de su pareja y lo desordenaba. Hoseok asintió con un leve tarareo, recordando aquel vestido rosa suelto y con encaje en el busto que traía su hermana menor. Su vientre de seis meses ya era notable por lo que un vestido ceñido al cuerpo le habría resultado muy incómodo.

–Eso mismo le dije pero no me creyó, me dijo "Solo quieres ser amable, ya sé que soy una ballena". Pobre de mi ahijado cuando nazca, Dior es muy dramática. Pobre de Hyungwon que tiene que aguantarla embarazada por tres meses más –rió Hoseok, y agregó –Tus hermanos también estaban muy bien vestidos hoy, menos mal que tu mamá los obligó a usar traje.

–Yo también me alegro que lo haya hecho, Jooheon y Changkyun son capaces de usar hoodie, jeans y chanclas. Mellizos del demonio –finalizó el moreno, aún llenando la boca de su esposo con dulces de gelatina. Pasó su mano libre por el delgado cabello de Hoseok otra vez, pero esta vez intentó peinarlo, sin mucho éxito. Aún así, el menor seguía disfrutando los mimos de su marido.

La paz reinaba en el pequeño hogar del nuevo matrimonio. El festejo no había cambiado mucho el cómo se llevaban, seguían siendo un par meloso, pero realmente querían estar unidos de todas las maneras posibles. La boda había sido un éxito entre sus familiares y amigos, y por sobretodo reflejaba el increíble amor de se tenían Hyunwoo y Hoseok.

–¿A qué hora sale nuestro vuelo mañana? –preguntó Hyunwoo, recordando que al día siguiente se irían de luna de miel. Tenía que asegurarse de dejarle a sus hermanos la llave del departamento para que entraran a atacar la comida del refrigerador, aunque la idea de dejarle su hogar solo a ese par le daba escalofríos. "¿Por qué no se la llevó mi familia directamente?"

–El avión sale a las ocho de la noche. Tenemos que estar en el aeropuerto a las seis. Hyungwon nos llevará –informó Hoseok casi como una computadora repitiendo información, y agregó –No te olvides de chequear que tengas todo lo necesario, amor. No quiero pasear por todo Santorini porque te falta ropa interior… –dijo con diversión. Su esposo solo le devolvió una mirada con falso enojo.

–Fue UNA vez. Eso me pasa por confiar en que me ibas a ayudar con el equipaje –le contestó, dándole un corto apretón en la nariz a su esposo que solo le causó más risas. Este se levantó de su regazo y se acomodó para darle un corto beso en los labios.

–Tienes 28 años, Hyunwoo. Tu maleta es tu responsabilidad. Pero así, bobo y todo, te amo –finalizó Hoseok con otro beso, y dijo –Voy al baño y nos vamos a la cama, mañana todavía tenemos cosas que acomodar y seguro no nos vamos a levantar temprano.

Con eso dicho y sin darle tiempo a su esposo de contestar, Hoseok fue rápidamente hacia el baño.

Hyunwoo se quedó en el sillón, mirando a la nada, repasando el día en su cabeza. Se había casado con el amor de su vida, la ceremonia había sido preciosa, la comida excelente y nadie les arruinó la fiesta. Mañana se iría de luna de miel a Grecia y quién sabe qué cosas más le deparaba el futuro, pero compartir algo tan incierto con Hoseok le daba seguridad. No podría estar más feliz de que se hayan elegido.

La puerta del baño lo sacó de su ensoñación y cuando se levantó al escuchar unos pasos que iban al cuarto. Recorrió la poca distancia que separaba las habitaciones pero lo que encontró en la puerta de su habitación lo hizo olvidar por completo todas las cosas inocentes que venía pensando.

Hoseok se apoyaba en el marco de la puerta, usando una fina bata blanca de seda y unos boxers blancos con algunos detalles de encaje muy delicados. La bata estaba abierta y mostraba el tonificado pecho del menor y su abdomen marcado del que tan orgulloso estaba. Hyunwoo incluso podía ver ese lunar cerca del su ombligo que tanto amaba besar. El boxer se le ajustaba deliciosamente a las piernas y a la cadera. Su esposo tenía un cuerpo de ensueño y amaba mostrarlo y lucirlo frente al moreno, quien nunca se iba a quejar de tremenda vista. Definitivamente lo tenía babeando.

–¿Creías que no tenía nada preparado para la noche de bodas? –. La voz de Hoseok lo hizo despertar. Se acercó y bajó sus manos hasta su trasero, sintiendo la tela de la lencería masculina.

–No sabía que hacían cosas así para hombres –bromeó el más alto. Recibió un golpe en el pecho, que le dolió más de lo que quiso admitir y antes de que su pareja lo aleje ofendido, lo tomó de los muslos y lo besó de manera apasionada. Caminó hasta la cama, para caer encima de Hoseok sin romper el beso.

–Te amo tanto, Son Hoseok. Gracias por hacerme tan feliz.

–Te amo aún más, Lee Hyunwoo, y no puedo esperar a pasar el resto de mi vida contigo.

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