III. Un abrazo

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Abrió los ojos y vio el traje blanco de Gusu, nadie dijo nada, Lan Zhan tampoco lo hizo así que permaneció de esa forma.

— No duermas —dijo Lan Zhan.

— Uhnm —murmuró, porque la verdad era que sí tenía sueño.

— Wei Ying —escuchó la voz firme de Lan Zhan

Aquella voz ronca lo hizo abrir los ojos, pero todo parecía estar en contra, por un lado, el sabor del sándalo, por otro la suave respiración que lentamente lo arrullaba, estaba disfrutando demasiado el estar recostado sobre su pecho; aunque una parte de él le decía que estaba comportándose, ambos, de esa forma sólo por su estado, en el fondo se decía que, por lo menos él, sí estaba disfrutando aquel momento.

— Wei Ying, ¿Qué día es hoy? —cuestionó Lan Zhan.

— Es... miércoles...

— ¿miércoles qué?

— Miércoles 16 de diciembre...

Ambos guardaron silencio un par de minutos, las suaves pero firmes manos de Lan Zhan acariciaron su mejilla, quizás buscando si tenía o no calentura.

Pero a pesar de los intentos ajenos, no podía controlar el sueño que sentía, lentamente cerraba sus ojos cada vez que el cansancio o no sabía qué, le ganaba. Cada vez que eso sucedía, Lan Zhan apretaba suavemente su muñeca y lo movía un poco, si fuese Jiang Cheng el que tuviera que hacerlo, a esas alturas su brazo estaría completamente lleno de pellizcos.

Un par de minutos después, el médico los hizo pasar a una habitación donde lo revisaría. Extrañó la calidez de estar recostado en el pecho de Lan Zhan, incluso extrañó aquel aroma.

Cuando el médico iba a comenzar a hablar, el sonido característico de los tacones de la señora Yu se escuchó por el pasillo que dirigía a la habitación.

— ¿Es usted su madre? —cuestionó el médico.

— No, soy su tutor.

— ¿Puede esperar afuera con los chicos? Mientras lo reviso, por favor llene las formas que le dará la enfermera.

•••

Salió de la habitación luego de Jiang Cheng, ya no sabía qué hacer después de eso. Aunque aún se sentía asustado, cuando vio la sangre saliendo de la cabeza de Wei Ying, sintió que su corazón salía por su boca, aun después de algún tiempo, todavía sentía miedo de que algo malo le fuese a pasar.

Quería interrogar a Jiang Cheng, pero no lo conocía y sabía que aquel asunto no tenía que importarle.

Vio a la mujer y a su hijo unos pasos delante suyo, Jiang Cheng lo miró como lo había hecho cuando salió con Wei Ying a rastras de Gusu, sabía que estaba curioso del por qué le había ayudado cuando estaba claro que ni si quiera eran amigos.

— ¿Qué sucedió? Tu padre me dijo que dejó a Wei Ying en el club.

— No lo sé, él fue a recogerme, pero llegó empapado y creo que vi golpes nuevos —respondió el chico, parecía aburrido—. Pero dijo que no. Le dije que entrara a los vestidores de la escuela y después no supe, salió con el sobrino del director.

La señora se giró hacia él, la había visto de lejos un par de veces cuando había ido ante los castigos de Wei Ying, pero estando tan cerca de ella, la mujer se veía más autoritaria y con más carácter del que parecía. Ella no cuestionó nada, por lo menos no hubo palabras, sus cejas ligeramente alzadas bastaron.

— Él estaba bromeando conmigo y de la nada se detuvo... vi sangre en su cabeza y lo saqué, vinimos directo al hospital.

— Te agradezco por haberlo traído tan pronto te diste cuenta —dijo la señora.

Segunda oportunidad |WangXian|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora