Capítulo único

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— ¿Dónde estamos? Carajo, nos perdimos.

Tony Stark se encontraba regañando a su acompañante por no seguir sus instrucciones y no haber girado a la derecha dónde él le había indicado

— Ya hubiéramos llegado al maldito autohotel si me hubieras hecho caso. Hasta ya hubiéramos cogido.

— Pues yo no tengo la culpa que Waze y tú tengan diferencias sobre qué camino tomar.

— Pregúntale al programa ese si ya ha ido a coger varias veces a ese lugar, te aseguro que la respuesta es no. En cambio, pregúntame a mi, podría llegar con los ojos cerrados.

— Estamos aquí porque insististe en venir acá, yo te dije que podíamos ir a cualquier lugar.

Ante la mirada desafiante del castaño, Ivy, la acompañante de una noche, soltó un suspiro de resignación y se dispuso a encender el automóvil y dar una vuelta para regresar al camino correcto al autohotel.

— Mejor aprende a manejar y así se solucionarían las cosas. Es ridículo que un hombre como tú no sepa manejar.

— No lo necesitas cuando tienes a alguien quién lo haga por ti.

— Sí, pero cuando tu chófer se siente indispuesto después de una comida, terminas varado a completa disposición de otros. Imagínate que quisiera secuestrarte, podría hacerlo en este momento.

— Sí, sí, ya cállate. Sólo lleguemos y cojamos.

A los pocos minutos cruzaron la entrada del autohotel, y se estacionaron en el primer lugar que vieron disponible. Cómo de rutina, un empleado llegó a entregarles la llave y a hacer el cobro de la estadía.

Normalmente Tony sólo recibía la llave y entregaba un billete para pagar, sin prestar atención a quién lo estaba atendiendo. Sin embargo, algo en el tono de voz del chico le llamó la atención.

Alzó la mirada a través de sus lentes oscuros y pudo observarlo mejor. Un chico rubio de tes clara, ojos azules, un cuerpo fornido y unos labios deseables, estaba parado frente a él recitando las reglas de forma monótona.

— Si necesita algo más, puede marcar la extensión 0101 en el teléfono de la habitación para comunicarse con la recepción.

El chico intentó ser discreto para mantener la privacidad del cliente, algo que se le había dejado muy claro en el entrenamiento. Sin embargo, no pudo evitar notar la media sonrisa y la mirada intensa que ése cliente le mostraba. Un poco intimidado, se retiró y corrió a refugiarse en la recepción.

— Ya está aquí de nuevo ese señor. ¡Qué suerte tienes de atenderlo!

— ¿Suerte? Me pareció un tipo extraño.

— ¡Míralo! Está super sexy, quién diría que alguien podría verse tan bien usando lentes oscuros en la noche.

Helen, la acompañante de turno de Steve, se mordía el labio inferior mientras se expresaba sobre el cliente.

— Además, da buenas propinas.

Steve estaba a punto de responder diciendo que simplemente era un cliente más, de esos que pierden la consciencia sobre cuánto gastan en autohoteles, cuando el teléfono sonó.

— Buena noche, ¿en qué puedo servirle?

— Chico, ven, hay un problema con la televisión.

— Disculpe las inconveniencias, lo atiendo enseguida.

Colgó y tomó un control remoto de repuesto de la alacena.

— ¿Ves? Ni si quiera pudo durar veinte minutos con su acompañante, sólo es un tipo común.

Autohotel (One-shot) (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora