-¡Perrie!
-¡En un minuto!
-¡Perrie, ven!
-¡Mamá, en un minuto!—Corrí por mi habitación buscando desesperada mi otra bota, corriendo la cama lejos de la pared, ya sin tiempo de agacharme a ver si se encontraba debajo.
-¡Perrie!
-¡Que ya voy!—Mordí mi labio y sonreí cuando finalmente vi mi bota bajo mi abrigo. ¿Por qué no me fijé antes ahí? Corrí a mi abrigo, dejándolo de lado, y tomé mi bota, haciendo todo lo posible para deslizar mi pie lo más rápido posible, pero siempre tenía el mismo maldito problema; mi pie quedaba semi atascado y debía forcejear durante unos buenos segundos para finalmente encajarlo. No había tanto dinero como para conseguir botas un talle más grande, y esto era lo que había; más que suficiente.
-Eres una tortuga.—Levanté mi cabeza y sonreí mordiendo mi labio.
-En vez de mirarme, trae tu trasero hasta aquí y ayúdame.—Sonrió ampliamente, con ese brillo de diversión en sus ojos, y negó con su cabeza, mostrándome que en sus manos cargaba dos botas en perfecto estado.
-Feliz cumpleaños, Pez.—Abrí mi boca incrédula y ella se acercó entre risitas, tirando de la bota para quitarla de mi pie.—Cierra, te entrarán moscas.—Sonreí y le di un golpe en el brazo, viéndola reír, brillante como siempre.—Pruébatelas, no tenemos mucho tiempo.—Chillé emocionada y deslicé mi pie en la bota, sin encontrar ningún tipo de resistencia.
-¡Dios, este es el mejor regalo en el mundo!—Ella rió y asintió, sentándose a mi lado, tomando la bota que había estado buscando por los últimos cinco minutos.—Pero no puedo aceptarlas, se ve que son de buena marca, y yo nunca podría darte algo así. No es justo.
-Oh, ya calla, Pez. Las adoras y son perfectas para ti. Además, no puedo devolverlas, y no conozco a nadie que tenga pies tan grandes como los tuyos, así que tendrás que quedártelas.—Mordí mi labio y la empujé, haciéndola reír nuevamente.
-Idiota.—Reímos juntas y yo asentí, quitándome la otra bota con esfuerzo para poder lucir las nuevas que ella me había regalado.—Gracias, Jade; es muy considerado de tu parte... Aunque ambas sabemos que tus pies son más grandes que los míos.—La empujé lo suficiente para que quedara acostada en el suelo y solté una carcajada con el grito que había dado. Claro que luego me gané un ataque de golpes de almohadón bien merecidos.
-Es un placer, lo sabes.—Sonreí enternecida y ella me sonrió a mí, ambas en silencio, y sentía que mi corazón iba a estallar. Este era mi momento. Vamos Perrie, debes decirle. Es el momento perfecto. Solo dile lo que haz querido decirle desde hace diez años. Hazlo.
-Jade, yo...
-¡Perrie, no estoy bromeando! ¡Ven!—Apreté mis dientes arrugando mi nariz a la vez, y suspiré, levantándome desganada, aunque poco a poco recuperando mi emoción.
-¿Estás lista?—Tomó aire, sonrió y asintió tomando mi mano para poder ayudarse a levantarse. Mi cuerpo calentándose levemente por el simple contacto.
-Siempre.
-¡Perrie!
-¡Aquí estoy, mamá!—Volteó a verme y su rostro se relajó por unos segundos antes de convertirse en un puchero, sus ojos aguados al instante. Ha estado así los últimos cinco días, sinceramente.—No llores. No lo tienes permitido.—Tomó aire, mirando la pared para contener sus lágrimas, y yo suspiré, sintiendo el pequeño empujón que Jade me daba para que fuera a abrazar a mi madre.—Ven aquí.—Corrió a mis brazos y yo besé su cabeza; estos eran los momentos en los que el hijo se convertía en padre, y el padre en hijo. Oh bueno, hija en madre, y madre en hija.
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Operation Market Garden - Jerrie
Fanfiction-El mundo colapsó. -El mundo nunca dejó de colapsar. -Pero al menos siempre te tuve a mi lado. -Siempre me tendrás a tu lado.