¡Eres talentosa!

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Tú mejor amiga dice observando tú imagen que te violaría y tú:

a. ¡¿Qué?! P-pero, las dos somos ¡mujeres!

b. Bueno, eso es halagador, pero no la veo de esa forma.

c. Eso no suena mal, la verdadera pregunta es: ¿por qué no la dejé?

Sí, es c.

Aquella mañana se había despertado más temprano que de costumbre, en la noche anterior no dejó de pensar en lo dicho por su amiga. Ese "¡Que no le haría!", no lo había podido sacar de su cabeza. Jennie se encontraba abrazando su almohada mandada a hacer especialmente para ella, la cual tenía forma de puerro. – ¿Qué me pasa? – Se decía así misma. Se sentó en su cama y quedó viendo la nada. – Mejor me alisto.

Una vez fuera del baño pasó a colocarse sus lentes de contacto, eran un poco incomodos, aunque ya se había acostumbrado a ellos y finalmente se recogió su ya no tan largo cabello y colocó la peluca. Miró el reloj notando que aún era demasiado temprano.

Soltó un suspiro y se miró al espejo. – Yo no me veo nada perfecta. – Se decía. – ¿Qué ve Lisa en Jennie? – Ella sonrió un poco al recordar las cosas que dijo Lisa sobre su cuerpo. A decir verdad, esas palabras le habían subido mucho la autoestima y seguridad en sí misma. Luego se quedó pensando por largo rato. – ¿Qué hará con ese cartel? – Esa fue otra cosa que no la dejó dormir mucho, exactamente, que clase de cosas hará Lisa con esa imagen a tamaño real. Ella quería pensar que su amiga no era algún tipo de pervertida.

Al pensar en todas esas cosas, lo que más la había hecho sonrojar vino a su mente. – ¿En verdad me violaría? – Pero más que asustarla la idea, por alguna razón le era... interesante. – ¡En qué estoy pensando! – Casi gritó. Miró el reloj y se dio cuenta que ya era hora de salir a tomar el desayuno para ir a la escuela.

Salió de su habitación, saludó a sus padres y se sentó a comer. Mientras desayunaba pasó a pensar en Irene. Aquella Rubia afirmaba gustar de ella, pero, odiaba a su verdadera identidad. – "Sí supiera". – Pensaba mientras reía.

– ¿De qué te ríes Jennie? – Preguntó su padre.

– ¡Oh! es que recordé algo que dijo una compañera de clases.

Luego de una corta charla con sus padres terminó el desayuno y salió al instituto. En el camino pensaba que tenía que hacer para entrenar a Lisa. Ella se había decidido pulir el gran talento de la pelinegra, pero para ello necesitaba tiempo, lo cual ya no tenía, ya que su manager le había dicho que a partir de la otra semana comenzaba la grabación de la canción con los gemelos.

Según su plan, tendría que convencer como sea a su manager de que le diera dos días a la semana libre, así en lugar de Lisa ir a su club se quedaría con ella y le enseñaría todo lo que tenía que saber, y es que, aunque muchos la traten de arrogante o una niña kawaii, ella no era la artista más popular del momento por nada.

Llego a la escuela y cuando vio a Lisa en los casilleros no pudo evitar que resurgieran todas esas palabras que dijo Lisa por lo que se sonrojó fuertemente.

Por otro lado, en cuanto la pelinegra notó a su amiga se acercó a ella. – Buenos días Rubí. – Dijo con una gran sonrisa.

– ¿Por qué tan feliz?

– ¿Cómo no estarlo? ¡No he dormido de la emoción! Mis padres firmaron el formulario, jamás podré pagarte eso.

– No tienes por qué hacerlo Lisa.

– Oh claro que sí Rubí. He estado pensando en salir a algún lugar el sábado, ¿qué dices?

Rubí inmediatamente pensó en lo que dijo hace unos días Lisa, sobre huir de otra cita. – "¿Será qué ella ve esto como citas?" – Se preguntaba la Rubia. – C-claro Lisa. – Pero si eran citas ella estaría muy feliz de ir a una con Lisa.

La diva y la princesa (PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora