Parte 5.

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—¡Es un idiota! — repetía un no tan sobrio Joaquín colocando dos botellas más frente a Emilio.

—¿No crees que ya es suficiente? — preguntó el rizado viéndolo con diversión.

—Si no quieres ver el espectáculo puedes irte— dijo sin interés el menor.

—Realmente no tengo nada mejor que hacer y no hay nadie más por aquí, supongo que me toca hacer de tú niñero— concluyó arremangando su camisa.

Y es que después de que Joaquín le gritará hasta de lo que moriría su ahora ex novio, se había desatado una discusión entre los miembros de la familia, siendo Emilio quien fue detrás del menor al bar de la mansión Bondoni.

—No tienes que quedarte— habló el menor luchando con la tapa de la botella de vodka que tenía en sus manos— además, no me apetece tener que lidiar contigo mañana cuando recuerde los numéritos que me arme— concluyó dándole un sorbo a lo que veía como su mejor amiga— tú nunca me engañes ¿oíste? — le dijo a la bebida.

Emilio soltó una gran carcajada cuando el menor terminó su frase, y observó como este último abrazaba con fuerza la botella.

—Realmente lo querías, ¿no? — preguntó viendo cómo el rizado frente a él soltaba una pequeña risa irónica mientras se acomodaba en su asiento.

—Estaba cómodo con él— respondió con simpleza— supongo que era algo estable en mi vida.

—Pero no lo amabas— replicó el mayor.

—El amor no basta para tener algo estable, temo decirte que el amor es algo insignificante— se levantó— es como esta botella— acotó mientras daba pasos con la mencionada entre sus manos— lo pruebas y de cierta manera te satisface y hace sentir feliz, o almenos no estar lo suficientemente cuerda como para pensar nuestras acciones. Algo así como dejarse llevar por lo que sientes— paro frente al rizado que lo observaba con atención— pero después de llevarte a la cima, se acaba —pasó uno de los contenedores vacios  a su acompañante quien pudo tomarlo antes de que se estrellara en el suelo— te das cuenta de que algo que veías eterno, acaba en su segundo  y que siempre hay algo para reemplazarlo— señaló su botella— el amor no es indispensable.

—Muy joven para pensar de esa manera, ¿no crees?.

—No he tenido las mejores experiencias, lamento decepcionarte— encogió los hombros y dió otro sorbo.

— ¿Así que buscas a alguien que te haga sentir en tu zona de confort? ¿Qué no salga de lo normal? — acomodo sus rizos.

—Lo normal es seguro, Mauricio me hacia sentir así.

—Nunca ames a alguien que te haga sentir ordinario— mencionó el mayor dándole un trago a la cerveza que yacía en sus manos— Oscar Wilde.

—Supongo que Paulina te hacía sentír extraordinario, ¿no?

—Mi relación con ella fue muy diferente, pero una de las razones por las que terminamos fue precisamente por eso. No nos hacíamos sentir especiales uno al otro.

—A la mierda las relaciones— exclamó el despechado desparramandose en una silla.

—Salud por eso— chocaron sus respectivos envases para después tomar de ellos.

—Voy por tequila— dijo intentado ponerse de pie, pero su condición solo le permitió avanzar un paso antes de caer al suelo.

—Arriba— sintió como alguien lo tomaba de las manos antes de pararlo—¿Estás bien? — veía un rostro borroso debido a todo el alcohol en su sistema.

Boss||Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora