Capítulo 23

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Y ahora sí, Capítulo 23

Pero claro, ella que sabía perfectamente lo que hacía, volvió a estabilizar el auto y tras darme un susto de muerte, se metió por una callecita de tierra hacia un costado y fue disminuyendo la velocidad hasta frenar

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Pero claro, ella que sabía perfectamente lo que hacía, volvió a estabilizar el auto y tras darme un susto de muerte, se metió por una callecita de tierra hacia un costado y fue disminuyendo la velocidad hasta frenar.

No escuchaba nada.

Creo que estaba en shock.

Sabía que ella estaba riéndose porque podía verla casi doblada sobre el asiento, pero no me enteraba de nada. No sabía si quería matarla por lo que acababa de hacer, aprovechar que había detenido el auto para bajarme y salir corriendo, o morirme infartado ahí. Sin más remedio.

Tenía el estómago hecho un nudo, y las palmas me sudaban... junto con el resto del cuerpo. El corazón me latía descontrolado, y creía que iba a escupirlo si abría la boca para hablar.

—¿Pensaste que iba a matarnos? – preguntó burlándose y yo apreté los dientes. Esta vez se había pasado. Justo como aquella vez en la cornisa del techo de la escuela. Estas bromas pesadas no me gustaban para nada.


Bianca


Thiago seguía sin mirarme.

Desde donde estaba, podía ver que tenía las mandíbulas apretadas hasta el punto en que se notaba el músculo moverse bajo su piel. Estaba furioso.

Sus manos, que antes habían estado clavadas bajo el asiento para sujetarse, ahora recorrían su cabeza de arriba abajo, como si así quisiera calmarse de a poco. Su rostro ya había recobrado color, pero todavía tenían que durarle los efectos de la adrenalina.

Mierda, a mí me duraban.

Tenía las pulsaciones por las nubes y la piel erizada de la emoción. Había sido genial, y no solo por lo divertido, pero además por la cara de susto que había puesto mi vecino cuando nos desviamos.

1 - Perdón por las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora