capítulo único

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Cuando Tony despertó esa mañana se encontró con su costado derecho vacío. El espacio estaba frío, indicándole que su marido se había ido hace un largo rato ya.

No se habían visto los últimos días, pero el castaño sabía que el otro había llegado a dormir con él, aunque sea un par de horas.

La luz del sol de la mañana pasaba por las cortinas, brindando un poco de calor a la habitación. La ropa que había usado la noche anterior estaba regada por el suelo, con la clara ausencia de las túnica azules y cinturones.

En la mesita de noche sonó su teléfono, una llamada de urgencia de Natasha le pedía llegar al centro de la ciudad lo más rápido que pudiese. Y enseguida cortó. No le había dicho de qué se trataba tal urgencia, pero el castaño ya lo sabía desde la noche anterior, dónde durante la cena Stephen le había comentado que iría con Wong y Mordo a una casa de subastas y que de ahí extraerían una reliquia que a Ancestral algún traidor le había robado cientos de años atrás.

Tony le había insistido en que él podría comprarlo en la subasta si tanto lo quería, pero el pelinegro lo había mirado con malos ojos, aunque luego cambió por una sonrisa juguetona preguntándole qué había de divertido en eso. El castaño solo suspiró y le deseó suerte.

Era un juego que ellos tenían desde hacía algunos años. Jugaban al gato y al ratón, aunque nunca dejaron claro quién era quién.

Se habían conocido en una de esas galas ultra ostentosas, en donde las mujeres iban con vestidos extravagantes y los hombres vestían con trajes de diseñadores extranjeros. Stephen había sido invitado para que de un discurso que luego de su accidente no pudo dar y Tony siempre era invitado a este tipo de eventos, y él no era quién para negarse.

Una charla en la barra, unos coqueteos con aliento a alcohol y cuando menos lo vieron venir, se estaban besuqueando en el baño.

Un número escrito en un papelito dentro del bolsillo trasero de su pantalón, un "llámame" y un par de meses después, habían sido suficiente para comenzar una linda relación.

Se casaron apenas un año de relación después. La boda había sido demasiado íntima para lo que cualquiera pudo haber esperado. Los únicos presentes eran Rhodey, Pepper y Wong. Había durado una hora y media, y enseguida cada uno fue a su hogar.

¿Que se apresuraron? Sí, ¿se arrepentían? No.

Claro, el arrepentimiento podría haber llegado cuando Tony descubrió el trabajo secreto de Stephen, se escandalizó, le había gritado y casi le rompe la cabeza cuando le tiró una herramienta.

Y Stephen no había hecho más que esquivar sus golpes con tanta serenidad que sólo hacía que el castaño se ponga más histérico.

Llegaron a un acuerdo que no podría dañar a nadie, un acuerdo secreto que sólo ellos sabían y que quizás podría poner las cosas interesantes para su relación.

Era una farsa que ensayaban todos los días. Stephen y los otros hechiceros destruían la ciudad y Tony con los vengadores debían ir y detenerlos. Fingían odiarse, se golpeaban un poco, a veces Stephen dejaba que Tony lo "detenga" y los vengadores salgan victoriosos. Otras veces, Tony permitía que Stephen y sus secuaces "escapen". Y en la noche, se reencontraban en su hogar, para cenar comida casera y dormir juntos.

Era un juego que ellos tenían, que en un principio era divertido, era una mentirita piadosa que a nadie hacía daño, Stephen le juraba que él se encargaba de que nadie muriera o saliese herido durante algún atraco de los hechiceros, así que no había nada de qué preocuparse.

Hasta que los vengadores comenzaron a sospechar.

Principalmente Natasha, a quien había creído una buena amiga. Ella había comenzado por ir a buscarlo a su casa, un chalé de dos pisos dónde solo él, Stephen y su perro vivían. A veces caía como una visita, con dulces para ver una película juntos, y cuando él menos lo notase, ella revisaba los estantes con cuadros, en los que habían fotos de él y Peter Parker o Harley Keener (Stephen no era un entusiasta de tomarse fotos, por lo que la única fotografía que tenían juntos era la de su boda, ubicada en la mesita de noche junto a la cama matrimonial). Tuvo que tomarse la molestia de cerrar la puerta de su habitación con llave, no quería que la pelirroja entre y encuentre ropa u otras pertenencias de Stephen. También debía esconder a Bats, el pobre perro fantasmal que no hacía más que gruñir a la ventana cada vez que Natasha se aparecía por la entrada.

Bad GuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora