7 Kings

Cuentan que más allá de los amplios e interminables mares, más allá de los fines de la tierra existe una región habitada por almas que no consiguen la salvación y felicidad eterna, esta región está conformada y dividida por 7 reinos, cada uno gobernados por la condena de sus habitantes.

El reino de Aplistía, habitado por aquellas personas que en vida eran consumidas por la avaricia de su ser. Estas almas ahora son condenadas a cargar con todos sus tesoros recolectados en vida por el resto de la eternidad.

El reino de Alazoneía, reino de quienes aún en vida se creían que podían tener el mismo nivel que Dios, siendo solo simples mortales. Su condena durante la eternidad se basa en que su aspecto putrefacto al morir permanecía y serian obligados a mirar su aspecto repulsivo hasta que terminara carcomiéndose hasta los huesos, y cuando esto terminara, volvería a comenzar nuevamente, para mostrarles que no habían sido nada más que simples mortales.

Litútita, los súbditos de este rey son quienes estando en vida, tenían el vicio descontrolado por saciar su sed y hambre. Como era de esperarse su condena se basaba en que tendrían que comer por toda la eternidad, más sin embargo siempre teniendo esa sensación inmensa de querer regurgitar todo aquello previamente consumido, pero esto era imposible ya que no contaban con un cuerpo físico.

Reino de Thymos, todo quien en vida dejo que la ira se apoderara de su alma se encuentra en este sitio. Dicho pecado es castigado con el dolor de miles de agujas siendo clavadas y atravesadas en su cabeza por el arranque de ira y violencia en toda su vida trascurría, solo que, a comparación de su vida, este sufrimiento jamás terminaría.

Los habitantes del reino de Epithymía eran los que no habían podido contener sus grandes deseos sexuales y lujuriosos en vida, ahora pagan el castigo de cada pensamiento, deseo o acción impura realizada en carne propia lo que le provocaría un inmenso dolor de las llamas del mismo infierno recorriendo y atravesando por su desnudo cuerpo.

Tempelía, es el reino que condena a los perezosos quienes malgastaron la energía que se les fue otorgada a la vez que desperdiciaron el tiempo de vida que se les dio. Dicho pecado es condenado con el sueño eterno, son sometidos a escuchar las penas y llantos de aquel lugar en sufrimiento sin jamás poder despertar.

Y por último, el reino de la envidia, gobernada por Fthóno, aquellas personas que no soportaron ver a las personas que lo rodeaban ser más felices, recibían el castigo de ver a sus más grandes enemigos teniendo todo lo que todos ellos no pudieron conseguir en vida.

Un día como cualquier otro uno de los gobernantes de aquellos reinos fue poseedor de un mensaje enviado por su superior, el rey de los infiernos...Satanás, quien en dicha carta les ofrecía viajar con una apuesta de por medio. Esta consistía en un juego simple... entrar a un laberinto e intentar encontrar una corona con la que podrían heredar el puesto como "El emperador de los infiernos". Para que ninguno de los pecados se negara, en cada una de las cartas venia un premio que tentaría a cada pecado.

A Aplistía le prometió poseer todos los tesoros que pudiese pedir, a Alazoneía que todos le alabarían y conocerían como a una Diosa, a Litútita le convenció de que tendría un banquete solo para el cada vez que quisiera sin la necesidad de sentir esas ganas enormes de vomitar, a Thymos le dio la idea de que podría vengarse de todos sus enemigos y poseer todo lo que ellos tuvieron alguna vez, Epithymía fue convencida podría tener a cuantos hombres y mujeres quisiera, a Tempelía le ofreció que es su estado como emperador del infierno todos le servirían y no tendría mínima responsabilidad, y para terminar Fthóno se le prometió ser el mejor, sin ningún rival, nadie tendría más que él ni sería mejor.

Pero si no lograba encontrar la corona dentro del laberinto, tendrían que cumplir el mismo castigo que los habitantes de cada uno de sus reinos. A pesar de que el castigo les aterraba la tentación era más poderosa que el miedo, así que cada uno de ellos aceptó la apuesta. El juego terminaría cuando salieran del laberinto, con o sin la corona.