Capítulo 3

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Luego de una larga noche el doctor ordenó que me llevaran mi habitación. Estaba débil. Al día siguiente Leslie me despertó. Al estar agachada a mi altura pude observar su preocupación. Mis ojos se encontraron con los suyos, gris contra azul.

— ¿Axel? — cuestiono ella.

Mi cerebro está un poco lento al igual que mis sentidos. Cameron da vueltas en el espacio reducido de la habitación.

—Está mal, Leslie. Creo que le administraron muchas medicinas— comenta el pelirrojo. Su voz suena un poco lejana a pesar de estar tan cerca.

— ¿Preocupado, Meller? — cuestiono con la voz ronca, mi garganta molestando por la falta de hidratación.

— ¡Axel! — la chica me abraza con vigor. — Pensábamos que nunca despertarías.

—Ya lo hice, no te preocupes.

— ¡Imbécil! — grita Cameron interrumpiéndome—Te trajeron aquí en una maldita camilla. Estas lastimado además que nos costó un montón despertarte.

Suspiré. Cameron esta perdiendo la paciencia apresuradamente, parece querer irse de aquí

—¿Estas bien? — añade la chica.

Intento sentarme y Cameron viene en mi ayuda.

—Estoy bien— les dije vagamente antes de entrar al baño.

Las piernas me dolían y mucho, me sostuve de las paredes. Agarre mi ropa y tome una ducha rápida. Mi brazo izquierdo tenía una herida por la aguja y un feo piquete a la altura del hombro. Al salir Cameron me extendió un libro de química y una libreta.

— ¿Tengo química? — tomo la hoja que está en mi escritorio y trato de leer lo que dice allí, pero el montón de palabras solo me da dolor de cabeza, me doy por vencido.

—Sí ¿seguro que estas bien, Axel? Puedes quedarte aquí por hoy no creo que el personal se oponga— divaga Leslie entregándome mi viejo bolso negro.

Si quiero quedarme a descansar, pero siempre quiero hacer lo mismo además estudiar me distrae de toda la mierda al menos por unos cuantos segundos.

—Está bien, Leslie. Voy a ir.

—Vámonos, ya sonó el jodido timbre— masculla con agresividad Meller.

Salimos al pasillo donde casi no hay nadie. Leslie tiene que salir por la ventana del fondo, pero promete buscarnos luego. Cameron me vigila como un halcón y yo no pronunció palabra alguna, concentrado en hacer que mis piernas vayan rápido. Para cuando llegamos al gran edificio, los guardias nos dirigen miradas asesinas y no escoltan a nuestros salones. Cameron se va y me doy el lujo de caminar un poco más lento para evitar el dolor.

—Apresurarte—ordena el hombre.

—Este es mi paso, amigo— él gruñe.

Bufo. Si le molesta que se vaya a la mierda. Llegamos al salón y enseño mi pulsera al profesor (doctor lo cual es una combinación escasa) este me deja entrar para seguir con su clase. El enojo bulle dentro de mí al darme cuenta que me levante de mi cama para escuchar un repaso. Hago garabatos flojos en la primera página de la libreta dejando que pase el tiempo. El salón permanece en silencio debido a que la gran mayoría de las personas están dormidas.

Escucho risas y subo mi cabeza, curioso. El profesor me mira con desaprobación, las personas en el salón se ríen de mí. Incluso en este centro psicótico soy el objeto de burlas. Continuó garabateando. Siento lastima por mí mismo, mi persona es tan miserable que llega a causarme gracia. Sin un objetivo por el cual seguir. Suelto una risa involuntaria y el chico que está a mi lado habla.

HurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora