Orgasmo de Chocolate

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14 de Febrero – San Valentín.


Después de trabajar todo el día sin descansar—debido a la fecha en cuestión—, estaba muy cansado. Lo único que quería era llegar a casa, ser recibido con un beso y abrazo de mi novio, darme un baño caliente, para después comer una buena "cena" improvisada por él y terminar el día como se debía, haciendo el amor hasta quedarnos dormidos.

Estacioné afuera de la cochera, viendo que solo las luces de la entrada estaban encendidas y que las del interior seguían apagadas, dejando la casa a oscuras. Era extraño, Noah siempre encendía las luces porque tenía miedo a la oscuridad y temía tropezar con algo al no poder distinguir los objetos a su paso. Dejé salir un suspiro, mientras sobaba mi nuca. El día había sido demasiado pesado.

Apagué el motor, removiendo la llave de su lugar. Tomé mi bolsa en la que tenía mi uniforme y mis utensilios, y salí del automóvil. Asegurando el vehículo, al menos estaba en casa. El vecino, Raymond Stewart, me saludó del otro lado de la cerca, aún continuaba fuera regando las rosas de su esposa. Le devolví el saludo y luego continué mi camino.

Caminé por toda la entrada y abrí la puerta principal, introduciendo la llave y la puerta se abrió, iluminando levemente el lugar con la luz de los vecinos y vehículos que pasaban frente a nuestra casa. Pero sin rastros de Noah por ningún lado.

— ¿Noah, amor? ¿Estás aquí? —solo se escuchó el ruido de algo moviéndose en la sala, casi chocando contra uno de los muebles. Me giré, aun sin luz podía distinguir la silueta de mi novio en las sombras. —¿Qué estás haciendo, cariño?

— Y-Yo, solo quería pedirte algo. —normalmente no tenía ese tartamudeo en su forma de hablar, pero cuando lo hacía era porque estaba nervioso, la pregunta era ¿Por qué?

— Está bien, pero ¿Por qué las luces apagadas? —dije, cerrando la puerta detrás de mí, acercándome un poco, para disminuir la distancia entre ambos. Noah no retrocedió, sino todo lo contrario, se acercó hacia mí, pero sin llegar a darme un beso de bienvenida o una respuesta, como solía hacer. Solo se limitó a envolver sus brazos en mi cuello y, antes de que dijera algo, cubrió mis ojos con una prenda oscura, haciendo un nudo detrás de mi cabeza.

— Colt, quiero decirte algo antes. —su tono de voz era serio. Así que solo dejé que sostuviera mi mano y me guiara hasta donde imaginé era el comedor— por el ruido del arrastre de la silla—. Me senté en ella y esperé, impaciente.

— Está bien. Dímelo. —dije, colocando ambas palmas sobre mis piernas, en realidad estaba secando el sudor que empapaba mis manos, una extraña costumbre que había aprendido en el trabajo al estar todo el día en el fuego de la estufa y el horno. Los nervios me comían, pero no podía ponerlo más nervioso de lo que ya estaba.

— T-Tú... has sido el mejor chico que he conocido, lo digo en serio; el mejor. Tan dulce, lindo, amable, cariñoso y sobretodo paciente.

Pude notar el profundo suspiro que daba. Me encantaba como sonaba ese suspiro. Más porque era yo quien lo producía en él. No pude evitar sonreír como tonto por ello.

Retomó la palabra.

— Incluso cuando establecí que no tendríamos sexo hasta que estuviera seguro de nuestra relación, lo aceptaste. Pero... —volvió a suspirar pesadamente, dejando un vacío al final de la oración que solo hizo vibrar mis neuronas.

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