Hace muchos años en una ciudad lejana donde había muchas áreas verdes y los habitantes de ese lugar acostumbraban hacer ejercicio fuera de casa y los fines de semana disfrutaban de días de campo en los diferentes lagos que rodeaban esa ciudad.
Era un lugar pacífico, la vida diaria se vivía de manera tranquila. La gente era amigable y respetuosa entre ellos y muy trabajadora pues les importaba a todos los habitantes el bienestar común.
La ciudad se caracterizaba por tener muchos niños en su población asiática que se respiraba un ambiente de alegría e inocencia, sobre todo en las tardes cuando regresaban de la escuela y después de terminar sus tareas y ayudar un poco en casa, salían a los diferentes parques a jugar y ejercitarse, muchos de ellos acompañados por sus abuelos quienes cuidaban de ellos hasta el anochecer.
Una tarde de otoño como a las 6 y media cuando el viento soplaba y tiraba algunas hojas secas de los árboles, una sombra grande en el cielo azul aparecieron, simulando una nube espesa, las personas que estaban en las calles, se extrañaban de lo que estaban viendo. Algunos caminaron de prisa hacia sus casas, pero la mayoría de ellas se resguardaron con los niños en un quiosco ubicado en el parque central de la ciudad.
Esa nube espesa poco a poco fue cubriendo con su sombra todas las calles, conforme se iba extendiendo, iba a tomar forma de un gigante que estiraba sus largos brazos y unas piernas extensas que parecían que, de un solo golpe, pisaría a toda la gente que asustada volteaba al cielo sin dar crédito a lo que veían. De repente una voz muy grave de las alturas dijo: -¡Hay muchos niños aquí! - gritó el gigante oscuro y continuando mencionado: -Y a mí me molestan mucho los gritos de los niños !! -
Las personas que acompañaban a los niños que estaban en el quiosco al escuchar eso, voltearon con los niños para que no gritaran para evitar que se siguiera molestando al gigante.
Una niña pequeña que estaba sentada sola en una banca del parque, lloraba desconsoladamente porque había acordado con su hermano mayor encontrado a esa hora para ir juntos, pero su hermano no llegaba con ella y para tratar de tranquilizarse comenzó a cantar con una voz dulce que hizo enfurecer de nueva cuenta al gigante; Este muy molesto se agachó cerca de la niña y le dijo: -¡Tampoco me gustan los cantos de los niños! - Los ojos azules de la pequeña se llenaron de lágrimas y armándose de valor volteó hacia el gigante diciéndole: -Lo siento mucho señor Gigante , yo no sé quién sea usted y desconozco de donde venga pero quiero decirle a mi familia por costumbre, práctica cantar cuando siente miedo y tristeza, así que me escucha escuchando-!
Todas las personas que estaban sentadas cerca de la niña le indicaban que no hiciera enfurecer más a aquel extraño gigante.
La voz del gigante retumbaba en las mentes de las personas como si fuera un martillo que golpeaba sus cabezas cada que ese extraño emitía un sonido.
¡Niña, creo que no ha entendido lo que les digo! -dijo de nueva cuenta el gigante. Y continúo: No habrá más niños en la ciudad, completaré lo que resta de la ciudad con mi manto para que los niños mueran y cuando esa suceda, todos vuelvan a ver el Sol.
Nadie quería decir nada para protestare, pues el miedo que sentían era enorme como aquel que los amenazaba. El gigante comenzó a golpear los clavos que sostendrían el manto negro para tapar la poca luz del día en esa tarde otoñal.
Todo se convirtió en penumbra, las flores cerraron sus pétalos y los pájaros revoloteaban alrededor de los árboles como si estuvieran también asustados.
Los papás de los niños que aún estaban en el parque, fueron en busca de ellos para protegerlos de la muerte que el gigante les predijo.
¡No lloren! ellos les decían a los pequeños, la luz volverá y ustedes no morirán.
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El Salvador
FantasyEs un cuento en parte de fantasía sobre la valentía, iniciativa, solidaridad de una persona de corta edad que busca ayudar a la población de una ciudad.