Capítulo 38

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Hanna sonríe nerviosa mientras ella y Zach esperan en la fila para comprar entradas. El cine está lleno de personas y el olor a mantequilla inunda el lugar. Zach tiene su brazo casualmente alrededor de los hombros de Hanna.

—¿Por qué la sonrisa? —él le pregunta pinchando su mejilla.

—Nada —ella se recuesta un poco sobre él.

Zach compra las entradas. Mientras esperan que la película empiece él lanza palomitas en el aire y trata de atraparlas con su boca. Hanna ríe cuando una palomita cae en el ojo de Zach. Un grupo de chicas sentadas delate de ellos se quejan y ellos tratan de no reírse para no molestar a nadie más.

Junio 8, 2010

5:09 p.m.

Llevamos a Diana a emergencias después de que se desmayó en mis brazos. El doctor  que está a cargo de Diana no nos dejó verla sino hasta hace una hora. El primero en entrar fue Christian, obviamente. Christian pasó media hora con Diana después de que ella despertó.

Yo me quedé allí sentado en la sala de espera, con los ojos clavados en la pared mientras recordaba cosas que no quería recordar. Los recuerdos de mi madre me perseguían y aunque Clara estaba sentada junto a mí no pude contenerme. Salí del hospital y me dirigí a la parte de atrás del estacionamiento.

Fumé media cajetilla de cigarrillos antes de tener la fuerza de voluntad suficiente para volver a entrar. Caminé alrededor del estacionamiento tratando de deshacerme del olor a cigarrillo. Miré al cielo y suspiré.

—Por favor, no puedo soportarlo otra vez.

Entré al hospital y un par de enfermeras me fulminaron con la mirada. Christian estaba sentado junto a Clara y los dos hablaban en voz baja mientras Clara frotaba la espalda de Christian y él se pasaba las manos por el cabello.

—Hey —dije acercándome y Christian volteó a verme.

—Niall —dejó salir el aire de sus pulmones—, Diana quiere verte.

Yo miré la puerta de la habitación cerrada. Jamás me sentí tan aliviado y nervioso al entrar a una habitación. No pude evitar jadear cuando vi a Diana.

No, ella no era Diana. La mujer acostada en la cama era un rastro de Diana. El sonido de la maquina que registraba los latidos de su corazón era lento y pausado. Piel pálida y cabello opaco. Sus labios estaban tan secos y partidos que habían sangrado. Círculos morados alrededor de sus ojos.

Varias intravenosas conectadas a sus brazos y la cánula nasal la ayudaba a respirar.

—Niall —ella murmura y me mira con sus ojos color chocolate.

Yo me siento en la orilla de la camilla y tomo su mano entre las mías. Presioné mis labios contra sus nudillos. Cerré los ojos intentando parar las lágrimas que amenazaban con salir.

—Niall, tenemos que hablar...

—No. No quiero oírte. Quiero que me escuches. Sé que lo que hice fue estúpido, pero no estaba pensando cuando hice todo eso. Diana, yo de verdad te amo. Eres lo mejor que me ha pasado y estos meses sin ti han sido un infierno. No me dejes Diana... Yo te amo, muñeca.

—Niall, quiero que me mires.

Sin saber qué hacer, subí mi mirada y vi los ojos de Diana llenos de lágrimas.

The True Happiness (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora