U N O

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Samuel De Luque caminaba por los amplios pasillos del edificio qué tan bien conocía, cada habitación era como el mismo infierno. Tras cada una de aquellas puertas habían drogas, armas ilegales, tráfico de personas, maltrato, secuestros, asesinatos, reuniones internacionales, etc.

Continúa caminando hasta llegar a la oficina de su jefe, abriendo la puerta con lentitud, no siempre se podía saber con exactitud qué había detrás de cada una.

— Samuel, toma. —El mayor le entrega en las manos un sobre blanco de papel, el cual en su interior contenía una ficha de registro sobre un chico de 23 años llamado "Rubén Doblas".

— ¿Qué quiere que haga con este chaval? —Samuel continúa leyendo y en su boca se forma una perfecta "o", tenía que secuestrarlo y encerrarlo por ahí, su padre le debía mucho dinero a la mafia y durante dos meses se había resistido a pagarle a Paul, motivo por el cual, tendría que ser torturado el hijo ya que es su única familia en España.— ¿Dónde quiere que lo lleve?

— Joder, ya estás grande para hacer esas preguntas, tío. Déjalo donde quiera tu puta madre, después de todo recibirás tu pago de igual manera pero debes ir una vez al día a dejarle comida y quizás otras veces si hay algo que se le deba hacer. ¿Vale?

— Vale, lo siento. —Gira sobre sus talones y se retira de la habitación, abriendo nuevamente el sobre para leer la información una vez más, quería saber todo sobre el menor.

— ¡Tío! —Una sonrisa se forma en su rostro al ver a su amigo, el cual se acercaba para abrazarle. Frank Garnes, era al único que le aceptaba una muestra de cariño, luego de tantos años trabajando en esta mierda, se sentía incapaz de demostrar sentimientos y recibir muestras de afecto.— ¿Cómo te va?

— Regular, como siempre. ¿Cómo vas tú? —Y así, se inicia una conversación trivial sobre algunas típicas preguntas de amigos.

Frank, era sin dudarlo, su mejor amigo y compañero de labores. Llevaba años juntos a él y era algo bonito, ya que es la única amistad que ha logrado derribar cualquier tipo de frontera.

— ¿Qué llevas en la mano?

— Mi encargo. —De Luque suspira profundamente y camina junto a su amigo hasta el estacionamiento, tenía algunas cosas qué hacer.— Debo asistir a una aburrida fiesta de adolescentes para capturarle.

No es como si Samuel fuera un viejo, pero ya tenía sus 30 años y no se sentía como un muchacho de 18, la verdad. Sentía que parte de su vida había sido consumida por este trabajo y ya no había nada que pudiera hacer, toda su familia estaba involucrada.

— ¿Quieres que vaya contigo? Así nos aburrimos juntos. —El mayor le sonríe y ambos entran al coche de él, enciende el motor y ambos comienzan un viaje hacia un recinto público, donde supuestamente se encontraba su víctima junto a sus amigos. Era sábado.— ¿Cómo es?

— Alto, no más que yo. Tiene el cabello castaño claro y se llama Rubén, lo busqué en instagram y anda vestido de color verde. Lleva gafas de sol. —Estaba especializado en secuestrar a gente, era algo espeluznante pero cierto.

Ambos ingresaron al recinto y se mezclaron con las personas que por allí habían. Una extraña sensación invadía su cuerpo, todos se estaban drogando, besando y bebiendo alrededor suyo, ¿hace cuánto tiempo no iba a una fiesta de chavales?

Con la mirada comienza a buscar al castaño hasta encontrarlo y así fue, allí estaba... Sentado sobre un sofá color rojo carmesí, junto a un chico de lentes y otro mucho más bajo que ambos. A su izquierda había otro chico con cabello rizado que no paraba de reír, al centro de la mesa muchas latas de cerveza vacías y seis vasos con algún tipo de trago común, quizás vodka. En un costado de la mesa, una bandeja con comida; maní, patatas fritas y algo más que no lograba distinguir.

"¿Cómo me acerco a él si está rodeado de gente?"

Rubén era un chico divertido a primera vista, le gustaba estar con más personas y hablar, hablar mucho. Tenía que esperar a que se levantara al baño para poder atacar.

— Samu, tío. Toma. —Frank le entrega un vaso y el mayor lo acerca a su nariz para poder olerlo, ni de coña bebía eso.— ¡Hey!

— Frank, aléjate de ese vaso. No bebas eso. —Lo mira con semblante serio y el mencionado asiente simplemente, alejando aquél vaso y se lo da a cualquier chico que pasa a su lado, deshaciéndose en un momento del objeto de plástico.— Sígueme.

— ¿A dónde?

— Cállate y prepárate para salir de aquí echando leches.

— Joder...

R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora